Hay ocasiones en algunas etapas de la vida en las que no tenemos más alternativas que realizar algunos cambios muy importantes, y con las empresas, hay veces que ocurre lo mismo. Bien sea por jubilación, por un cambio de actividad, o bien pues por desgracia no nos haya ido tan bien como anhelábamos, motivos de peso que nos abocan a la necesidad de traspasar nuestro proyecto. Un traspaso de empresa consiste en la cesión de un establecimiento en régimen de arrendamiento, donde el inquilino que lo ha estado alquilando ha recibido algunos beneficios y deudas sobre las instalaciones, las cuales propone conceder a otra persona física o bien jurídica, a cambio de un coste económico. Aparte del traslado podemos incluir, además de los beneficios de arrendamiento, la inversión efectuada, el inventario y el beneficio de comercio. Se entrega cuando quien lo ha puesto a marchar a través de un largo espacio de tiempo, toma la decisión de ponerlo a la venta. Como afirmábamos, un traslado no tiene que incluir únicamente el establecimiento físico, sino más bien todas y cada una de las aportaciones que se hayan realizado en en él y que continúan en el local en el día de la venta, al igual que el equipo, la mercancía y el know how, donde se tendrá presente el valor innato que corresponde al propio negocio, como todo su tiempo de existencia, su clientela, la profesionalidad del personal en el caso de que lo hubiese, etc.

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