Apertura / vol. 5, núm. 2 / octubre,
2013 / ISSN: 2007-1094
Quehacer docente, TIC y educación
virtual o a distancia
Teaching work, ICT and e-learning or distance
education
Universidad
del Valle de México
Universidad
Veracruzana
RESUMEN
Palabras clave:
Docencia, TIC, enseñanza-aprendizaje,
educación a distancia, educación virtual.
ABSTRACT
In the context of a
doctoral research on socio-cultural, disciplinary and pedagogical teaching when
inserting the use and appropriation of the Information and Communication
Technologies (ICT), we have been reviewed literature to understand how the
teaching work has changed in such so that it is a new profile that makes it
competent to meet the new virtual learning environments and/or distance
education. We understand that the teacher is not a only transmitter of
knowledge because he becomes in an interlocutor between information and
knowledge, a facilitator and companion that will have that students learn to be
self-managed for produce their own learning with the support of new teaching
methodologies, in correspondence with new communication platforms that
encourage interaction and motivation to a process of educational innovation
that impacts education in semi-face and face in their different meanings:
virtual and distance education.
Keywords:
Teaching, ICT, teaching-learning, distance education, virtual education.
El docente del siglo XXI ha dejado de ser un mero transmisor de
conocimiento como pudo serlo hace no mucho tiempo. Con la incorporación de las tecnologías
de la información y la comunicación (TIC), en conjunto con los enfoques
pedagógicos más centrados en el alumno y el aprendizaje, el quehacer docente se
amplía en todas direcciones. Con las TIC (antes llamadas nuevas tecnologías) se
crean espacios de enseñanza y aprendizaje no sólo en una aula convencional,
aquella donde los estudiantes y el profesor se encuentran en el mismo tiempo y
espacio, sino que se generan espacios virtuales donde, además de intercambiar
información, se dan relaciones mediáticas, de formación, interacción, trabajo,
colaboración e investigación.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (UNESCO) (2008)
especifica que el profesor deberá lograr que sus alumnos sean competentes para
utilizar tecnologías de la información; que sean buscadores, analizadores y
evaluadores de información; solucionadores de problemas y tomadores de
decisiones; usuarios creativos y eficaces de herramientas de productividad;
comunicadores, colaboradores, publicadores y productores; y ciudadanos
informados, responsables y capaces de contribuir a la sociedad. “Los docentes
en ejercicio necesitan estar preparados para ofrecer a sus estudiantes oportunidades
de aprendizaje apoyados en las TIC; para utilizarlas y para saber cómo éstas
pueden contribuir al aprendizaje de los estudiantes, capacidades que
actualmente forman parte integral del catálogo de competencias profesionales
básicas de un docente” (UNESCO, 2008, p. 2).
Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) (2010) señala que los jóvenes conviven en su vida diaria con nuevas formas de relación mediadas por las TIC y, a su vez, éstas contribuyen de manera muy importante a la educación, al crear experiencias constructivas que les permiten beneficiarse de las oportunidades que ofrecen para la creación de nuevos espacios y métodos de vida social.
La explosión informativa desencadenada por las TIC ha generado nuevas
habilidades de acceso, evaluación y organización de la información en entornos
digitales. Tanto los docentes como los discentes tienen que ser capaces de
procesar y organizar la información, además de adecuarla y transformarla, para
crear nuevo conocimiento y usarlo como fuente de nuevas ideas. Todos requieren
tener la capacidad de comunicar, intercambiar, criticar y presentar información
e ideas con el uso de las TIC para favorecer la participación y contribución
positiva en la cultura digital.
La UNESCO, en 2004, ya había establecido que el uso y la apropiación de
las nuevas tecnologías produce un cambio profundo en la manera en que los
individuos se comunican e interactúan, pero una de las áreas que más han
impacto ha sido la educación en cuanto a dónde y cómo se produce el proceso de
aprendizaje, así como al introducir cambios en los roles de profesores y
alumnos. Ante esto, el docente debe asumir el liderazgo en la transformación de
la educación y tomar la iniciativa de reconocer a las TIC como herramientas
para la enseñanza y el aprendizaje.
Las TIC, explica Rodríguez (2011, p. 17), han dado lugar a que se
establezcan nuevos roles y prácticas docentes. Los docentes en la actualidad,
además de su labor instructiva, deben asumir roles como los siguientes:
promotor de climas organizacionales; creador de recursos pedagógicos; diseñador
y gestor de actividades para entornos de aprendizaje que prevean la diversidad
de ritmos, estilos cognitivos, conocimientos y capacidades de los estudiantes;
orientador, guía de aprendizajes y del desarrollo de las capacidades de los
estudiantes; enseñar a aprender, ser un motivador y provocar la curiosidad
intelectual y entusiasmo en los estudiantes; consultor que resuelve dudas;
promotor del uso de las TIC en diversos ambientes (biblioteca, aula, casa);
investigador que reflexiona sobre la práctica y colabora con otros docentes; y
actualizador de contenidos y revisor de los planes de estudios, entre otros.
Estos cambios en la docencia han supuesto, a su vez, una necesidad de formación
en el profesorado para poder desarrollar conocimientos, competencias y
habilidades que hagan posible lo dicho antes.
Hasta los años noventa, el quehacer docente se definía de acuerdo con
algunas dimensiones básicas; los enfoques y las conceptualizaciones mencionados
han dado cuenta por lo menos de cuatro dimensiones bien definidas en la
caracterización de la profesión docente (Dorfsman, 2012). La primera, concerniente
a la apropiación de un saber académico-disciplinar, el saber básico del
docente, según Shulman, es el saber acerca de los contenidos disciplinares (citadosen
Dorfsman, 2012). La segunda, el saber pedagógico, el que se constituye como
componente central de la profesión docente. En una tercera dimensión se
caracteriza a la profesión docente por tres rasgos centrales: el saber técnico-pedagógico, el saber
disciplinar y el compromiso moral con la comunidad (Contreras, citado en
Dorfsman, 2012). La cuarta dimensión es la personal-reflexiva, es decir, los
planteamientos basados en el alumno como centro de las preocupaciones de las
tareas docentes.
Las transformaciones y modificaciones derivadas de los entornos sociales,
políticos y tecnológicos han impactado de diversas maneras las percepciones de
los docentes y sus prácticas pedagógicas. A la luz de las nuevas condiciones
derivadas del advenimiento de la denominada sociedad de la información y el
conocimiento y el surgimiento de los entornos virtuales para la enseñanza,
estas dimensiones se incrementan y dan pie a una dimensión digital relacionada
con los saberes tecnológicos acerca de la disciplina (Dorfsman, 2012).
Ante estos cambios, explica Dorfsman, las propias dimensiones observaron un replanteamiento que se caracterizó por:
- La dimensión académico-disciplinar se vería consolidada por el acceso casi ilimitado a las fuentes del conocimiento y la información.
- La dimensión técnico-pedagógica estaría marcada por el aprovechamiento del potencial tecnológico en la enseñanza y la posibilidad de tomar mejores decisiones.
- La dimensión crítico-social y comunitaria se vería reflejada por la expectativa de que las tecnologías, responsables en cierto modo de la profundización de la brecha social, contribuyan a reducirla.
- La dimensión personal-reflexiva se manifestaría por el potencial expresado desde las TIC, por llegar de manera individualizada a cada sujeto, y proponer alternativas flexibles de formación. En este eje se ubicaría el temor del docente a ser desplazado por las tecnologías y la necesidad de reconstruir su rol a partir de éstas.
Dorfsman (2012) sostiene que el rol del docente como partícipe activo de
modelos, por ejemplo de Web Blended Learning, pone de relieve nuevas
comprensiones en los procesos de construcción de los conocimientos, con fuerte
acento en el conocimiento compartido y en la creación de espacios colectivos de
producción y colaboración, que impactan en el diseño de los ambientes de
aprendizaje y de los contenidos disciplinares y didácticos de la enseñanza. La
incorporación de tecnologías a la enseñanza replantea el rol del docente, desde
una perspectiva profesional individual, social y comunitaria, pues, además de
los conocimientos y las habilidades disciplinarias o pedagógicas, requiere el
desarrollo de competencias docentes para pasar a ser generador de sistemas y
ambientes de aprendizaje mediados por la tecnología, un mediador estratégico
ante la emergencia de otros territorios del conocer.
Si ya desde principios de 2000 Gisbert advertía que con la globalización
los profesores deberían ser capaces de desarrollar proyectos transnacionales
basados en trabajo disciplinar, uso de la informática como herramienta de
trabajo y la red como canal de comunicación, como espacio cooperativo, de trabajo
y formación, hoy el quehacer docente, ante
la sociedad de la información y la comunicación (término más usado después de
la globalización), toma diferentes “tintes y matices”, porque el estudiante
tampoco es el mismo y está incorporando las TIC a su vida cotidiana y al ámbito
educativo desde temprana edad.
La atención de los estudiantes va más allá del aula debido a la
incorporación de muchas herramientas de comunicación concebidas en la red internet,
pues si bien es cierto estamos ante una generación de estudiantes que tienen
como atributo ser nativos o itinerantes digitales, por experiencias personales,
están lejos de haber desarrollado las habilidades y actitudes para moverse en
ambientes de enseñanza virtuales; por el contrario, demanda una gestión docente
en la que la concurrencia de los saberes de ambos sujetos educativos estén al
servicio de ambientes innovadores de enseñanza-aprendizaje.
En un contexto como éste para que un docente desarrolle sus tareas en un
entorno virtual de enseñanza y aprendizaje, según Gisbert (2000), requiere por
lo menos de cuatro condiciones: infraestructura adecuada en la institución
educativa donde labore; espacio de trabajo para la integración de las TIC; preparación
en el uso de las TIC; y formación permanente del docente en la “carrera
tecnológica”.
Es un hecho que hoy el docente como ciudadano o persona común ha
incorporado las TIC a su vida cotidiana, y la conectividad, el acceso y uso de internet
lo ha llevado a transitar por escenarios personales e íntimos virtuales; el
paso siguiente es trasladar esa experiencia de cotidianidad a su mundo
educativo, donde saberes y destrezas digitales sean puestas al servicio de su
tarea docente.
Es un hecho que las funciones del docente cambian en los entornos
virtuales de enseñanza y aprendizaje al no haber limitaciones geográficas,
físicas y temporales (Gisbert, 2000). Además de ser imprescindible que se
reconozca una serie de aspectos o factores que tienden a cambiar las propias
dinámicas de interacción, se tiene otro tipo de población estudiantil, más
heterogénea y diversa, por lo que el profesor tiene que desarrollar otras
estrategias de comunicación empleando canales distintos; incluso se puede decir
que debe aprender a hablar frente a cámara.
Por otro lado, los ejes espacio-temporal cambian de sentido, el tiempo
es relativo y el espacio intangible y, por ende, los profesores comienzan a
tener otros referentes para planificar y gestionar sus tareas, lo que se puede
llamar una administración del tiempo diferente. Asimismo, las estrategias de
evaluación cambian porque se busca que el estudiante desarrolle la autogestión
y la responsabilidad y diversifique la producción de objetos como evidencias de
aprendizaje, pero también el docente es un evaluador constante de la oferta
educativa, de los materiales y los contenidos, por lo que tiende a ser capaz de
saber cuáles, cuándo y para qué
utilizarlos.
Gisbert (2000) avizoró los roles y las funciones de los profesores en los entornos tecnológicos y algunas de las repercusiones profesionales; aseguró que los docentes están en vías de transformarse en:
- Consultores de la información, porque son buscadores de materiales y recursos para la información; favorecedores entre los alumnos para el acceso a la información; utilizadores experimentados de las herramientas tecnológicas para la búsqueda y recuperación de la información.
- Colaboradores en grupo, porque favorecen planteamientos y resolución de problemas mediante el trabajo colaborativo, tanto en espacios formales como no formales e informales.
- Trabajadores solitarios, porque la tecnología tiene más implicaciones individuales que no grupales, pues las posibilidades de trabajar desde el propio hogar (teletrabajar) o de formarse desde el propio puesto de trabajo (teleformación) pueden llevar asociados procesos de soledad y aislamiento si no se es capaz de aprovechar los espacios virtuales de comunicación y las distintas herramientas de comunicación síncronas y asíncronas (principalmente las primeras).
- Facilitadores del aprendizaje, porque ahora las aulas virtuales y los entornos tecnológicos se centran más en el aprendizaje que en la enseñanza entendida en sentido clásico (transmisión de información y de contenidos).
- Facilitadores en la formación de estudiantes críticos, del desarrollo del pensamiento creativo dentro de un entorno de aprendizaje colaborativo.
- Desarrolladores de cursos y de materiales, porque poseen una visión constructivista del desarrollo curricular, diseñadores y productores de materiales dentro del marco curricular, pero en entornos tecnológicos, planificadores de actividades y entornos virtuales de formación, diseñadores y desarrolladores de materiales electrónicos para la formación, favorecedores del cambio de los contenidos curriculares a partir de los grandes cambios y avances de la sociedad que enmarca el proceso educativo.
- Supervisores académicos, porque diagnostican las necesidades académicas de los alumnos, tanto para su formación como para la superación de los diferentes niveles educativos; ayudan al alumno a seleccionar sus programas de formación en función de sus necesidades personales, académicas y profesionales; dirigir la vida académica de los alumnos y realizar el seguimiento y supervisión de los alumnos para poder ejecutar las correspondientes retroalimentaciones que ayudarán a mejorar los cursos y las diferentes actividades de formación.
La tendencia que advirtió Gisbert (2000) es que habría un crecimiento en la producción de materiales y contenidos, para lo cual los docentes serían diseñadores de espacios, acciones y materiales educativos tecnológicos. Como se lee, tal como ocurre ahora, es lo que vive un docente y para ello se sigue formando.
Si bien se reconoce el impacto de la innovación tecnológica en el
quehacer docente sin importar que sea presencial o virtual, a continuación se destaca
en el último de los modelos, pues en el papel es el docente que debe
desarrollar un conjunto de competencias y habilidades digitales para gestionar
y mediar en esos ambientes, además de ser el sujeto de interés en el contexto
del estudio que se realiza.
INVESTIGAR LA DOCENCIA EN AMBIENTES VIRTUALES
Argüello (2009) hace una investigación sobre el oficio de profesor universitario
en la era de los medios electrónicos desde tres culturas que afectan esta
labor: la cultura computacional, textual y educativa, y desde tres situaciones
académicas: en la interacción entre profesores universitarios, en torno al
ambiente educativo en educación superior, y los medios electrónicos que
construyen un sistema de prácticas académicas. Estas tres situaciones fueron analizadas
a través de la observación de ambientes de formación institucionalizados y el
registro de diálogos en el horizonte de procesos académicos de profesores
universitarios de la Universidad Cooperativa de Colombia, seccional Neiva.
El resultado fue que la convergencia de culturas (Argüello, 2009) se da en el horizonte de un ecosistema
mediático y computacional que modela el oficio del profesor universitario en la
medida en que se encuentra inmerso en una cultura computacional de desempeños
tecnológicos, en ambientes de aprendizaje bajo herramientas digitales y en
procesos investigativos que requieren dominio tecnológico para el uso de
software que permita el manejo de datos empíricos productos de esa pesquisa. Estos
dominios, dice Argüello, se estructuran con base en los usos de herramientas
digitales y medios electrónicos que afectan el enfoque editorial de un texto,
la organización curricular en plataformas educativas electrónicas y el análisis
de información investigativa con software de análisis de datos.
En el estudio se encontró que el profesor universitario en un ecosistema mediático comunicacional y computacional como el que se instauró en la Universidad Cooperativa de Colombia, seccional Neiva, requiere estructuras técnicas de desempeños en los lenguajes computacionales y digitales, así como apoyo para el reconocimiento de su propia identidad en el horizonte de la comunicación digital interactiva. En este sentido, Argüello plantea las siguientes líneas de definición a modo de resumen (2009, p. 8):
- El profesor de la Universidad Cooperativa, seccional Neiva, está obligado a avanzar en el dominio de las herramientas electrónicas de gestión de contenidos educativos digitalizados e interconectados en ambientes educativos en red, debido a las nuevas tendencias de educación virtual.
- En su ritmo académico cotidiano, el profesor universitario utiliza la computadora como instrumento de tecleado, dispositivo de procesamiento de información y objeto técnico de navegación por la Web; como máquina de registro de trazos letrados para la composición textual; como procesamiento de información (archivos y memorización); para la navegación para la consulta de correos electrónicos, la búsqueda de documentos electrónicos y la navegación por hipervínculos.
- El oficio de profesor universitario supone el dominio de una cultura informática computacional, una cultura de educación interactiva y una cultura textual bajo el ordenamiento de gramáticas computacionales, ambientes de aprendizaje en redes electrónicas y procesos de gestión editorial de resultados textuales producto de procesos académicos o investigativos.
- Definir la convergencia de alfabetos en educación superior exige reconocer el tránsito de la cultura material escrita (con sus modelos textuales) a la cultura textual electrónica con sus patrones de digitalización, conectividad e interactividad.
- La familiaridad tecnológica es un núcleo central en la convergencia de cultura computacional, textual y educativa, por cuanto las nociones de disponibilidad, accesibilidad y conectividad sólo se llevan a cabo con el reconocimiento de los objetos técnicos (Arguello, 2009).
Argüello señala que la convergencia de cultura computacional, textual y educativa afecta el oficio de profesor universitario, pues genera mediaciones entre el profesor mismo, los medios electrónicos y el ambiente de educación interactiva.
Otra investigación que
da cuenta del quehacer docente ante las TIC, pero en específico en los modelos
de enseñanza a distancia y virtuales, es de Alonso y Blázquez (2009), quienes
sostienen que las comunicaciones electrónicas y las redes digitales están
modificando la forma de trabajar, así como las comunicaciones interpersonales y
el ocio. Se asegura que el surgimiento de nuevas experiencias de aprendizaje configuradas a través de internet
se suma al fenómeno, por lo que se está frente al inminente auge de los procesos de
formación a distancia facilitados por la utilización de las ya no tan nuevas TIC.
La docencia virtual, conocida como e-learning, representa una nueva era en la educación a distancia. Ya un buen
número de profesores se desarrollan y amplían su trabajo presencial con los
programas a distancia (Alonso y Blazquez, 2009). Sin embargo, se explica que el
modelo tradicional de transmisión de información, que todavía domina en el
sistema educativo, apenas ha cambiado. Los investigadores presentan los
resultados de un estudio sobre la formación pedagógica del profesorado de
secundaria en la Universidad de Extremadura, los cuales estuvieron en la fase
de la formación general psicopedagógica de manera virtual; este curso se ofreció
a alumnos que no tienen la posibilidad de estudiar en programas presenciales.
La plataforma en la que se sostiene el curso es Moodle con material
didáctico multimedia, con apoyo de un tutor y el uso de correo electrónico,
chats, foros y teléfono.
Se reconoció que el e-learning puede apoyar el pensamiento innovador
ofreciendo una comunicación ágil y multidireccional, que sirve al profesorado
para asentar una cultura de colaboración y permite que los centros
universitarios sean espacios de relación e intercomunicación, con las aulas
abiertas al mundo, como lo posibilitan las redes. El siglo XXI brinda a los
profesores un nuevo concepto del espacio, de la comunicación y las relaciones
humanas.
En la investigación de Alonso y Blazquez (2009) se propusieron líneas para la formación de los docentes universitarios que se inician o ensayan experiencias en el ámbito del e-learning y de las tecnologías de información, en las que se exponen los rasgos genéricos que a manera de tareas un e-tutor debe desempeñar:
- El contenido teórico que se imparte en la e-formación.
- Las actividades a desarrollar durante el proceso de enseñanza-aprendizaje.
- El tipo de interacción que surge entre los miembros de la e-formación.
- El uso de las herramientas y los medios tecnológicos que permitirán el desarrollo de la acción formativa.
- El diseño de la acción de e-formación.
- Las características de la evaluación coherente con la metodología y los objetivos que se mantienen en la investigación.
De los datos recopilados, los investigadores dedujeron que el docente de
e-formación ha de orquestar su acción docente de modo que tenga en cuenta las
siguientes consideraciones:
1ª consideración: en el diseño de la complejidad de
una acción de e-formación se deben tener en cuenta aspectos de carácter
psicopedagógico (que incluye los principios psicológicos, pedagógicos y
sociológicos en que se fundamenta el aprendizaje, las características
personales, motivaciones y sentimientos de los miembros del proceso formativo y
la estructuración de los contenidos, actividades y procesos de interacción).
Asimismo, se considerarán aspectos de carácter técnico (no sólo de las
herramientas de comunicación, sino de la plataforma y de las tecnologías que se
utilizarán) y administrativo (el soporte de las exigencias administrativas,
atención al alumno, apoyo al profesorado, etc., así como sistemas de
información institucional sobre las
características del programa de aprendizaje, su temporalización, etc.).
2ª consideración: en cuanto al contenido teórico,
no siempre es necesario diseñarlo específicamente para la e-formación, puesto
que se pueden utilizar documentos ya elaborados con otra finalidad. De
cualquier modo, en ellos se recomienda que el docente realice un esfuerzo por
clarificar la terminología y apoyar la teoría con ejemplos, seguir una
estructuración simple y completa a través de esquemas y mapas conceptuales que
faciliten la comprensión y el estudio. En la virtualidad, respecto de la
presencialidad, hay que realizar un esfuerzo añadido en tanto que han de
preverse las dificultades de los alumnos en su lectura y estudio.
3ª Consideración: en el diseño de unas actividades
útiles y eficaces el profesor clarificará sus objetivos, procedimiento de
ejecución y criterios de evaluación. Se ha de favorecer la retroalimentación y
evitar su sobresaturación, que puede desmotivar al alumnado llegando incluso a
abandonar la tarea. Desde un punto de vista constructivista, las actividades
pueden llegar a considerarse, junto con la interacción, el núcleo central del
aprendizaje. Se utilizará una metodología colaborativa siempre y cuando sea
adecuado y pertinente al desarrollo de la tarea.
4ª Consideración: en la interacción profesor/alumno,
una de las funciones principales del profesor “online” es la de orientador,
guía y mentor, que ha de acompañar al estudiante a lo largo de su proceso de
aprendizaje. Para ello, el e-tutor diseñará y programará los procesos de
comunicación con sus alumnos facilitando el aprendizaje a través de materiales,
contactos, etc. El desarrollo de habilidades para la interacción virtual, sobre
todo las relacionadas con la motivación, comunicación, animación, empatía y
valoración del alumno, favorece el aprendizaje.
5ª Consideración: incluir una gran variedad de
medios no es sinónimo de calidad de la formación, sino que el profesor
seleccionará sólo aquellos que sean adecuados para la consecución de los
objetivos programados. En cualquier caso, las herramientas han de ser de fácil
manejo, tanto para el profesor como para los alumnos. Por otro lado, resulta
determinante una programación adecuada de su gestión para cada momento,
responder antes de 48 horas al alumnado, dominar ciertas técnicas de comunicación
como dirigir y moderar las conversaciones. Una adecuada gestión de estas
herramientas puede llegar a generar una implicación y un modo de reflexión que
no siempre se encuentra en los sistemas presenciales, si bien el contacto
visual e incluso físico favorece la comunicación y el ánimo del estudiante (Alonso y Blazquez, 2009, p.13).
Se reflexiona, finalmente, que de poco sirve el empleo de estos medios
tecnológicos si no se es consciente de antemano de la función fundamental del
docente: ser mediador de la comunicación, pues no se ha de olvidar que no son
los protagonistas del proceso de enseñanza-aprendizaje, sino más bien un gestor
con cualidades para conducir a la adquisición de conocimientos y, en
definitiva, a la realización personal del individuo a través de la formación
(Alonso y Blazquez, 2009).
En otras aportaciones,
en este mismo tema del quehacer docente, pero más centrado en el perfil
didáctico de la docencia en los nuevos modelos de enseñanza virtual, Suárez y
Godoy (2010) exponen que es evidente que los nuevos formatos virtuales exigirán
nuevos esquemas y modelos didácticos y que, de hecho, ya se empiezan a
cuestionar algunos principios sobre los que se sustentaba la buena enseñanza
presencial: la figura del maestro o docente.
Se reflexiona sobre los
aspectos que deberán acentuarse para dotar de sentido didáctico a una
formación, la virtual, cada vez más extendida y, también, cada vez más
desprovista de la influencia que siempre ha ejercido la presencia del maestro o
docente responsable de ella. La enseñanza virtual, explica Suárez y Godoy (2010),
se ha configurado como una
herramienta de gran utilidad porque presenta productos formativos interactivos,
multimediales, abiertos, sincrónicos y asincrónicos, accesibles, con recursos online,
distribuidos, con un alto seguimiento y comunicación horizontal.
Las ventajas para el estudiante es que éste se siente personalizado en
el trato con el profesor y sus compañeros, puede adaptar el estudio a su
horario personal, además de realizar sus participaciones de forma meditada
gracias a la posibilidad de trabajar offline. También podrá seguir el ritmo de
trabajo marcado por el profesor y por sus compañeros de curso. Se puede decir
que el estudiante alcanza un papel activo que no se limita a recibir
información, sino que es parte de su propia formación en términos de la
autogestión (Suárez y Godoy, 2010).
El docente virtual y su
perfil didáctico van cambiando, explica Suárez y Godoy (2010), que poco tienen
que ver con las cuestiones técnicas, pero sí con el acceso a los contenidos de
aprendizaje y la participación de los alumnos en el proceso educativo; por
ejemplo, el conocimiento en la enseñanza virtual es más creativo y activo,
menos absoluto y autoritario ("yo lo sé todo, tú no sabes nada"), más
relativo, igualitario y democrático, porque el enfoque se da hacia el aprendizaje
y no hacia la enseñanza.
Según Suárez y Godoy (2010), un buen docente es sensible y cercano a sus
alumnos; con habilidad de mostrar que lo que hace lo disfruta; encantador a la
hora de transmitir sus conocimientos: ciencia, fantasía y realidad, todo en
uno; hábil en la exposición de los conocimientos de forma clara, amena y
esquemática; seguro en el dominio de la materia; exigente en el rendimiento y
en el respeto, pero con cariño; juicioso para no infravalorar ni sobreproteger
a los alumnos; exigencia respetuosa; interesado por lo que iba aprendiendo el
alumnado; generoso en el esfuerzo de volver a explicar los temas si no se han
entendido; capaz para adaptarse al alumnado; paciente ante el proceso educativo
y el avance de sus alumnos; asertivo; dispuesto a la rectificación y la
autocrítica.
También se abona en las
características en el aspecto técnico, porque en estos contextos el docente
estará preparado para la organización de actividades diversas que se adapten a
la consecución de los objetivos; interesado por la tarea docente, al programar
sus lecciones y reciclar continuamente; usuario de un vocabulario adaptado al
alumnado; organizador de clases activo-participativas (en la medida de lo
posible); gestor de recursos y materiales necesarios en cada momento dándoles a
éstos un uso adecuado; hábil para estructurar de modo adecuado el contenido de
la materia; inclinado hacia la búsqueda de material bibliográfico o de
ampliación del contenido de la materia para que el alumno realice aprendizaje
autónomo; dispuesto y accesible para el estudiantado; coherente y justo a la hora de evaluar.
Todas estas características, que describe Suárez y Godoy (2010), unen la actitud personal con la preparación pedagógica, trazan un perfil bastante completo de lo que es y debe ser un buen docente. A primera vista, parece que los rasgos de tipo pedagógico no tienen excusa para no manifestarse en un entorno virtual, porque siempre hay un docente y no sólo un técnico informático que trata con habilidad unos materiales, unos contenidos de enseñanza y unas herramientas técnicas, habrá un docente híbrido detrás de una materia o asignatura virtual en la que se configure: el creador de los contenidos y el técnico que “monta” los materiales los hace visibles y atractivos. Cada vez se valora más la presentación de los materiales y la forma; la variedad de materiales, su interactividad, los enlaces que se ofrecen, la presentación amena y atractiva, la calidad de imágenes y videos.
LA WEB 2.0: RECURSOS PARA INNOVAR LA DOCENCIA
Es importante señalar
que dentro de las TIC emergen también otros recursos de los cuales echa mano el
docente y esto también cambia su quehacer docente. Investigadores como Peña,
Corcóles y Casado (2006) explican que la Web 2.0 ha puesto a disposición un
gran conjunto de herramientas para la publicación y gestión de contenidos, y en
lo social ha generado la inteligencia colectiva. Lo anterior converge en la
actividad docente e investigadora del profesor y le da herramientas como blogs y wikis.
Estos escenarios de
publicación virtuales también han generado modos de hacer que puede aprovechar (el docente) en diferentes
momentos de su actividad para incrementar su capacidad de comunicación y
motivación en el aula, y para optimizar los esfuerzos dedicados a la búsqueda
de información, el trabajo colaborativo y la comunicación de sus resultados en
el laboratorio. La confluencia de nuevas herramientas y actitudes, explica Peña,
Corcóles y Casado (2006),
debe llevar a un panorama académico con mayor colaboración entre investigadores
y una evolución natural del sistema meritocrático actual.
Se asiente y concuerda
con lo expuesto que el uso de internet en la actividad docente es
indispensable, tanto en escenarios presenciales como no presenciales. No sólo
se accede a internet para
obtener recursos, sino que es una plataforma donde se crean recursos y se
trabaja en éstos, del mismo modo en que se comparte información. Las
herramientas que han posibilitado eso, según los autores, son los CMS (Content
Management System) como los blogs y los wikis, que bien usados pueden
incrementar la eficacia de la enseñanza-aprendizaje.
Peña, Corcóles y Casado (2006) aseguran que las posibilidades en el uso
de aplicaciones de la Web 2.0 son inmensas, se configuran como una extensión
del aula, y se convierten en una herramienta más para el aprendizaje y la
multiplicación de las posibilidades del profesor, que puede dar más dinamismo a
su tarea docente. En el caso de la
investigación, se abre el panorama a la difusión, lo que amplía el uso del
cuaderno de notas, los congresos, los tradicionales libros y revistas de papel,
además de la posibilidad de ser leído y citado más rápidamente.
Los docentes deberán
tener una identidad en la red, “etiquetada directa o implícitamente por los
temas tratados en blogs, listas, participación en redes sociales” (Peña,
Córcoles y Casado, 2006, p. 6). Eso los hará estar presentes, en forma global,
en el ámbito o área de investigación, con intereses y orientaciones académicas;
será una identidad que tendrá cambios constantes debido a la aceleración de la
información e investigación.
Según Pérez y Salas
(2009), en las pedagogías emergentes el docente pierde el control y el poder
que se le atribuyen en la enseñanza tradicional, porque se le otorga mayor
participación, control y responsabilidad al estudiante en su propio proceso de
aprendizaje. Una lección centrada en el alumno implica cambios categóricos en
la lógica de enseñanza de corte tradicional, debido a que el docente debe
diseñar actividades participativas e interactivas en las que el estudiantado y
la tecnología cobran un papel fundamental. En un entorno educativo con esas
características deben cambiar, a su vez, de manera sustancial el currículo, la
supervisión y la evaluación de los aprendizajes, así como el uso del espacio en
el aula.
La radicalidad y el nivel
del cambio entre prácticas educativas tradicionales e innovadoras, por lo
general, traen conflictos entre docentes, estudiantes y administradores de la
educación que no siempre se manejan de la mejor forma. Por lo mismo, en una sociedad de la información y el
conocimiento donde una de las premisas es el trabajo colaborativo y el diálogo
permanente es oportuno no perder de vista la necesidad de generar condiciones
para una gestión de la diversidad que eficiente los procesos a partir del
reconocimiento de los disensos en aras de un proyecto común a corto y mediano
plazo.
Lo que es cierto es que el docente en ambientes presenciales o no presenciales debe estar al día en nuevas
formas de enseñar, lograr estrategias didácticas que no sólo provean al alumno
de conceptos y términos, sino que éstos (los alumnos) logren aplicar los
conocimientos en contextos reales y provoquen cambios. A través de internet
como medio de soporte para la educación abierta, a distancia y virtual, el
docente puede guiar a los estudiantes
hacia el manejo de documentos confiables, arbitrados, darles
herramientas para no perderse en la información, lograr que el alumno sea otro
individuo con nuevas actitudes y valores, con espíritu de colaboración,
preocupado por lo que lo rodea, transformador y generador de nuevo conocimiento;
por ejemplo, el uso de recursos web 2.0 como las redes sociales, las
videoconferencias, las aulas virtuales o las aplicaciones para compartir
información (wikis, “nubes”, blogs, entre otros) ofrecen posibilidades inmensas
de ejercer las metodologías del aprendizaje significativo, colaborativo, basado
en problemas, métodos de caso, con la idea de fomentar el aprendizaje social; para ello, el profesor como gestor de
procesos debe planear y diseñar actividades encaminadas a facilitar la
búsqueda, la apropiación o resignificación de los recursos que la Web provee a
quien sabe encontrarlos, por lo cual preguntas, rúbricas, sugerencias y
palabras claves pueden contribuir en el acto de
búsqueda que realice un
estudiante, una competencia básica que debe promoverse entre ellos.
El docente tiene la
obligación de conocer lo nuevo en tecnología aplicada a la educación; además,
debe enseñar a sus alumnos a ser productores más que consumidores de
información, trabajar en el diseño de métodos de aprendizaje e innovar en
estrategias de enseñanza apoyadas en herramientas de internet que fomenten el
trabajo colaborativo, como la
realización de evidencias de aprendizaje innovadoras (creación de blog
estudiantiles, videoclips y podcast para subir a las redes sociales, entre
otros productos); por lo tanto, este profesor, para la Web 2.0, tendrá que ser
reflexivo y estar en constante formación de las novedades o recursos que apoyen
su docencia. No puede perder de vista que ya se habla de nuevos territorios de
aprendizaje, que se configura por el uso de recursos multimodales para mediar
en el proceso enseñanza-aprendizaje.
En un contexto como éste, los docentes
también se inician en la administración de plataformas virtuales como Moodle,
Blackboard, Dokeos; en este sentido, también son diseñadores instruccionales de
entornos virtuales de aprendizaje, logran generar ambientes propicios para el
aprendizaje, se hacen más críticos ante sus propias prácticas y permiten que el
alumno los ayude en el proceso; pueden alcanzar, si no una perfección, una
mejora en su habitual estilo de enseñanza, porque es gestor de contenidos,
precursor de innovaciones y está en constante búsqueda de la autonomía
intelectual.
El docente deberá ser consciente
del valor del conocimiento, visualizar sus alcances, crear alternativas de
solidaridad digital con las diversas generaciones, fomentar la creatividad, como
un ser integrador, participativo y colaborativo y, a su vez, fomentar y
desarrollar lo anterior en los discentes.
La práctica docente,
entonces, incorpora otros recursos de apoyo y complemento que, en términos
generales, favorecen la interacción y comunicación a través de recursos como blogs, videoblogs, podcasts y
vodcasts, wikis, bibliotecas virtuales, webquest, sitios temáticos, redes
sociales y “nubes” para el almacenamiento de datos, entre otros.
Así, el docente adquiere una nueva responsabilidad: la de emplear y apropiarse de las TIC para crear contenidos en la Web y relacionarse con los estudiantes a través del uso de recursos como el correo, el chat, videoconferencias y aulas virtuales. En este sentido, el docente debe evolucionar: de ser un transmisor del conocimiento a un diseñador de recursos que promueve nuevas experiencias en la construcción de conocimientos, gestor de aprendizajes y con atributos para diseñar sistemas o ambientes de aprendizaje a través del uso significativo y pertinente de las TIC; con ello, promueve un conjunto situaciones en las que el alumno aplique lo que aprende.
Inciarte (2006), por su parte, advierte que la proliferación de la educación a distancia en el ofrecimiento de carreras y cursos a nivel superior ha favorecido la idea de la excelencia de los procesos con un grado óptimo de calidad, por lo que resulta fundamental que los docentes sean capaces de asumir funciones basadas en:
- Desarrollar contenidos propios.
- Trabajo interdisciplinario.
- Utilización de la Red como canal de comunicación.
- Asumir las redes como espacio cooperativo y de formación.
- Usar las redes como espacio de trabajo.
Inciarte (2006) explica
que se espera que los docentes tengan un protagonismo ético, pedagógico y
político, requeridos para adoptar características promotoras de la innovación y
el cambio permanente en ellos y en los alumnos, que desarrollen a estos actores
en la dimensión humana, espiritual y pedagógica, comprometidos con el proceso
de transformación política y social del país, enmarcados en los saberes
cognitivos, procedimentales y actitudinales. El docente debe ser la persona
encargada de mediar el aprendizaje de los alumnos. Los docentes funcionan como líderes
conocedores de procesos que vinculen la aprehensión, asimilación y comprensión
de conocimientos.
El uso de la Web 2.0, como se puede reconocer, favorece el diseño, la
producción y distribución de información encaminada a facilitar la experiencia
de aprender por parte de los estudiantes, en virtud de abonar a la constitución
de sujetos educativos activos, a quienes se le demandan competencias digitales
básicas poco distantes a las que usa en su vida diaria. En el caso del docente,
le permite contar con herramientas, dispositivos y medios a través de los
cuales ensanchar los territorios educativos, y hace de la diversidad en el uso
de recursos (texto, imagen, audio) un acto congruente con los propios estilos
de aprendizaje de un conglomerado estudiantil heterogéneo, diverso y diferente.
De tal suerte, como lo advierte Inciarte (2006), si las instituciones
educativa cuentan con plataformas institucionales para proveer sistemas y
ambientes que cubran las necesidades de la educación virtual o a distancia, eso
no impide que los docentes apelen a otros recursos para enriquecer los procesos
de enseñanza-aprendizaje-evaluación, por lo que es posible que inicien con el
uso de aulas virtuales o foros para tender un puente y llegar a un blog para
presentar productos que permitan el diálogo abierto y público entre
participantes o lectores, así como también promover la producción de materiales
audiovisuales que luego se difundan en una red social.
La innovación educativa, como se puede ver, pasa por lo disciplinario,
el oficio, la imaginación y la creatividad docente; por ello, se está ante un
perfil académico distinto al que caracterizaba la labor del profesorado hace
apenas unos años, pero también es cierto que, desde el inicio de este nuevo
milenio, ya había autores que vislumbraban los territorios a lo que poco a poco
cada vez más docentes van llegando.
Según Villaroel y Pritchard (2010), desde 2000 se han introducido muchas
más innovaciones tecnológicas en el campo de las TIC que las que han sido
incorporadas dentro de los programas educativos que usan esas tecnologías. Esto
se debe a un rezago cultural, “la tecnología se desarrolla mucho más rápido que
la adopción o incorporación cultural de sus aplicaciones” (Villaroel y
Pritchard, 2010, p. 54).
CONCLUSIONES
Se ha advertido que en los noventa se privilegiaban cuatro dimensiones
en la docencia, como el saber académico-disciplinar, el saber
técnico-pedagógico (componente central de la profesión docente), el saber
crítico-social y comunitario y el saber personal-reflexivo. Ante la incursión
de las TIC se incorpora el saber digital.
Sin embargo, dentro de ese saber digital, también las otras dimensiones
han cambiado: al saber técnico-pedagógico se han incorporado metodologías
activas de aprendizaje que se ponen en juego ante los diversos ambientes de
aprendizaje generados en la educación a distancia (blended learning,
mobile-learning, e-learning); además, se ha comprendido que el aprendizaje no
sólo se da dentro del aula, sino fuera de ésta con los crecientes medios de
comunicación y los recursos web; es decir, si un docente no está en juego con
todo lo anterior (uso de la Web 2.0, una identidad en la Red, colaboración en
investigaciones dentro de la Red, publicaciones en la Red y producción de información), se quedará en una
docencia tradicional pérdida en el espacio.
El rol docente es más
activo, proactivo, generador de ambientes de aprendizaje, reflexivo y crítico
de su contexto, capaz de formar estudiantes creativos, innovadores,
prosumidores, hábiles para aprender a
aprender, sin temor a la toma de decisiones, acostumbrados al trabajo colaborativo, autogestivos, con
estudio independiente, pensadores críticos.
Si bien se creía que el
docente perdería su presencia protagónica ante la incursión de las TIC, se ha
demostrado que no, que se ha posicionado por entero como un mediador de los
aprendizajes, facilitador de los recursos, orientador de las prácticas
pedagógicas, diseñador de ambientes de aprendizaje, evaluador auténtico de los
aprendizajes, con mayor hincapié en el aprendizaje que en la enseñanza, y sin
prejuicios al dar control al estudiante de su propio proceso de aprendizaje.
Los docentes serán, más
que nunca, consultores y productores de información, generadores de
conocimiento, colaboradores en grupos
interdisciplinarios para compartir e investigar (redes de colaboración), trabajadores
ubicuos (donde haya conectividad, trabajarán en su docencia e investigación), facilitadores
del aprendizaje, desarrolladores de cursos y materiales, y orientadores académicos,
porque se interesan en la formación académica de los alumnos.
Por supuesto que el camino no es ni será fácil, pues se trata de un
cambio de paradigma, de un nuevo modelo para la gestión pedagógica, de una
actitud distinta para dimensionar el papel que los tiempos actuales requieren
del profesorado, por lo que, en medio de las incertidumbres, las inseguridades,
las resistencias que se observan, parece que en el horizonte éstos son los
roles y nuevos protagonismos que les esperan al profesorado, por lo que desde
hoy muchos docentes ya lo han aceptado, así como otros pronto se espera que lo
hagan.
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María del Rocío Ruiz Méndez
es Doctoranda
en Sistemas y Ambientes Educativos en la Universidad Veracruzana.
Docente de asignatura en la
Universidad del Valle de México, San Juan de Dios 6, colonia
Exhacienda de San Juan, México, Distrito Federal.
Tel. 5485-8587. Correo electrónico:
rocioruizmendez@gmail.com
Genaro Aguirre Aguilar es Doctor en Sociedades Multiculturales y Estudios Interculturales por la Universidad de Granada. Profesor
de tiempo completo adscrito a la Facultad de Comunicación en la Universidad Veracruzana,
Reyes Heroles 136, colonia
Costa Verde, Boca del Río, Veracruz. Tel. 7752-000. Correo
electrónico: geaguirre@uv.mx
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Fecha de recepción
del artículo: 24/06/2013
Fecha
de aceptación para su publicación: 27/11/2013
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