Introducción

El internet es fundamental en la vida diaria de la población, cuya mayoría tiene acceso a este. Asimismo, cobra relevancia en todas las áreas educativas, incluida la lectura, la cual mejora la calidad de la educación en todos sus niveles. En este contexto, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se han convertido en un elemento inherente a la educación y un requisito indispensable en el ámbito universitario.

El proyecto Metas Educativas 2021 de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) propone la vinculación de la lectura con las TIC y la educación. Previamente, presentó un análisis del impacto y la influencia de los textos digitales en la comprensión lectora de los estudiantes (OEI, 2011).

Los resultados del estudio de Pontes, Attila y Griffiths (2015) indican que los usuarios optan por el uso de internet para participar en actividades con contenido específico; si se les impide acceder a sus actividades favoritas, dejarían de usar internet o reducirían significativamente su tiempo semanal en línea. Esto confirma que el tiempo de permanencia en internet va de la mano con algunas de las actividades escolares de los universitarios, como la lectura y la búsqueda de información relacionada con su ámbito de estudio.

En la actualidad, los estudiantes universitarios han sido formados con base en los nuevos avances tecnológicos, y tienen acceso a computadoras, videojuegos, telefonía inteligente y otras herramientas afines. Salvador-Oliván y Agustín-Lacruz (2015) aseguran que esta generación, al nacer después de la implantación de las tecnologías de la información, se ha desarrollado en un ámbito de dispositivos y herramientas digitales que son parte de su vida diaria e inciden en la comunicación, el entretenimiento y en su formación individual.

Lo anterior puede haber ocasionado, de acuerdo con Prensky (2010), un detrimento de la lectura, a la que habrán invertido menos de cinco mil horas al término de su vida universitaria, en contraste con las diez mil dedicadas a los video-juegos. De ahí que no sea exagerado considerar que la mensajería inmediata, el teléfono inteligente, el internet, el correo electrónico y los juegos en computadora sean parte de sus vidas, lo que los convierte en nativos digitales. Esta generación concibe al internet como un acompañante permanente en las actividades escolares y como un medio para lograr un buen rendimiento escolar (Young et al., 2017).

El manejo que los universitarios hacen de internet va desde el uso recreativo hasta el académico, y pasa también por diversos tipos de lectura en relación con ello. Es deseable que el tipo de lectura predominante sea la crítica, la cual los conducirá a un análisis detallado de los contenidos en cada una de las asignaturas dentro de su disciplina de estudio. Existe una relación intrínseca entre la sociedad de la información con los procesos de lectura crítica, derivada del concepto de alfabetización informacional, ya que este puede considerase como un medio para generar conocimientos y lograr un aprendizaje permanente (Uribe, 2010).

Lo anterior genera la posibilidad de establecer una crítica en el ámbito lector. Cuando se hace referencia a alfabetizar informacionalmente a las personas para que se manejen entre las diversas fuentes de información, la lectura crítica y la escritura deben jugar un papel preponderante, ya que estas son la clave para una participación política, social, cultural y geográfica en un mundo cada vez más competitivo (Méndez et al., 2014).

En la educación universitaria, tanto la lectura como el pensamiento crítico son habilidades necesarias para encarar los desafíos que enfrentarán los estudiantes en un mundo globalizado (Flores, 2016). Al respecto, Yubero y Larrañaga (2015) mencionan que “la competencia lectora entra dentro de ese importante núcleo de competencias que los universitarios deben dominar para formarse como profesionales” (p. 719).

Además de la lectura que se realiza vía internet, también se cuenta con la lectura tradicional en fuentes impresas, la cual ha sido desplazada, en mayor o menor grado, por el uso de la tecnología. Esto influye, en gran medida, en que un estudiante universitario tenga ambas opciones para lograr sus metas o tareas académicas. Cabe preguntarse si hay factores que incidan en la elección del modelo en el que se tendrá acceso a la lectura y el tiempo que se dedicará a esta.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha manifestado que la lectura debe ser considerada de manera prioritaria en todos sus países miembros, porque es el referente de un importante indicador para el desarrollo humano de sus habitantes y para los estándares de calidad. La capacidad lectora consiste en que, a partir de textos impresos y virtuales, se llegue a la comprensión, el empleo y la reflexión de estos textos; mientras que en niveles educativos altos sucede que se lee más por obligación que por el gusto a la lectura y la utilización del lenguaje (Barrio et al., 2005).

La búsqueda de información en internet o en una fuente impresa implica la lectura obligatoria, con un determinado nivel de análisis que conduciría a una lectura crítica. Considerar las prácticas de lectura conlleva prestar atención a la influencia de los factores culturales, así como al efecto recíproco entre estos y el desarrollo de los procesos de tipo cognitivo (Teberosky, Guardia y Escoriza, 1996). La lectura es un complemento de la formación científica en alumnos universitarios, debido a que la comunicación y difusión de la ciencia son parte integral de esta; además, se debe considerar que la tecnología siempre está inmersa en un espacio social que la influye y condiciona (Cornejo et al., 2012).

Díaz, Bar y Ortiz (2015) indican que el desarrollo de habilidades respecto a la lectura crítica en estudiantes universitarios avanzados es un área de investigación poco explorada. También mencionan que el pensamiento superior y la lectura académica son importantes en el ámbito universitario y que, sin embargo, numerosas investigaciones revelan las dificultades de su desarrollo entre los estudiantes.

En la actualidad, la educación implica un alto grado de autonomía por parte del estudiante universitario, apoyado considerablemente por el uso de la tecnología, mientras que el profesor ejerce un papel como guía durante el proceso de aprendizaje, e incide y propicia el acercamiento de los alumnos a la lectura. Rovira y López (2017) refieren que, en el contexto universitario, para promover y fomentar la lectura se concibe al profesor con un papel protagónico, y que este debe tener presente tres factores: ser mediador, el tratamiento de la lectura con un fin en sí misma y la alfabetización académica asociada a las TIC.

Para Aguilar, Cruz y Aguilar (2014), el docente a nivel universitario es un agente dinamizador directo y mediador de la lectura en la universidad. La lectura de artículos científicos por parte de los estudiantes debería ser un proceso controlado, intencional y autorregulado, mediante el cual se obtiene conocimiento (Ochoa y Aragón, 2005). Actualmente, los jóvenes universitarios tienen acceso a diferentes medios de información digital y soportes tecnológicos para la lectura (e-book readers, tabletas y laptop) (Salado, Ramírez-Martinell y Ochoa, 2017), la cual se fomenta y complementa con la lectura de fuentes impresas tradicionales.

La disponibilidad de nuevos medios para acceder a la lectura y la escritura no garantiza por sí misma mayores competencias para estas tareas. Dentro de un aula universitaria, las prácticas lectoras del estudiantado se vinculan con los fines, usos y costumbres que se adoptan como resultado de las prioridades de trabajo (González, Jiménez y Rosas, 2016). Los hallazgos de algunos estudios indican que el uso de internet a través de dispositivos móviles tiene un efecto complementario, no de desplazamiento, sobre la adquisición de información por medios tradicionales (Kitamura, 2013).

Respecto a la lectura, Elche y Yubero (2019) mencionan que “la lectura digital mantiene la esencia de la lectura tradicional; por ello, no pueden separarse los usos de la lectura digital de los hábitos lectores” (p. 54). Por lo tanto, como señala Martos y Martos (2018), “la educación lectora ya no se puede separar de la cultura mediática y digital” (p. 21).

La llegada de las diversas tecnologías con internet ha cambiado la manera de abordar el conocimiento, sin importar el área de que se trate. La lectura se ha transformado a través del tiempo, como mencionan Martos y Martos (2018): “La lectura ya no es una simple práctica de formación humanística sino una práctica de consumo en toda su acepción” (p. 22), ya que esta se acomoda al mercado y participa de forma activa dentro de la mercadotecnia; asimismo, se adapta a presiones propias de la industria de la lectura de acuerdo con los nuevos soportes y tecnologías.

Las nuevas generaciones se han desarrollado a la par de las TIC, por lo que es de esperarse que la manera en que se allegan del conocimiento también haya cambiado con el tiempo; las opciones para acceder al conocimiento de forma individual contemplan desde lo tradicional hasta lo que se logra con ayuda de los avances tecnológicos a los que se tenga acceso. No todos los universitarios, sin embargo, tienen las mismas oportunidades; esto, aunado a su distinta formación cultural o educativa, incide en diversos hábitos de su desarrollo escolar.

Para Prensky (2010), los jóvenes de hoy no pueden aprender del mismo modo que los de ayer porque existen diferencias entre su cultura y su forma de pensar; es lógico que los estudiantes procesen la información de modo diverso a sus predecesores, además, su destreza en el manejo y utilización de la tecnología es superior a la de sus profesores.

En general, los estudiantes son asiduos usuarios de internet para diversas actividades, incluidas las escolares, en las que la lectura es una parte obligatoria para su elaboración. Por ello, es importante conocer la relación entre el uso de internet y las horas de lectura en este medio y en fuentes impresas, así como indagar si la búsqueda de información académica en internet se relaciona con el grado de uso de este.

Nuestra primera hipótesis es que los nativos digitales emplean horas de lectura tanto en internet como en fuentes impresas. La segunda hipótesis es que el uso asiduo de internet se relaciona directamente con la búsqueda de información académica por este medio. El objetivo de nuestro trabajo fue realizar un diagnóstico en estudiantes universitarios nativos digitales acerca de la relación entre el uso de internet y el número de horas de lectura semanal en internet y en fuentes impresas, así como su vínculo con la búsqueda de información académica y no académica.

Metodología

La investigación consistió en un estudio diagnóstico de tipo cuantitativo, transversal, descriptivo y correlacional entre las variables consideradas, realizado de febrero a junio de 2019. La muestra se conformó de 1 500 estudiantes universitarios, con un muestreo probabilístico aleatorio del total de la población inscrita: 4 210 250 estudiantes registrados en México en educación superior (ANUIES, 2019). A continuación, presentamos la fórmula empleada para el tamaño de la muestra, en la que consideramos un nivel de confianza del 99% y un máximo error del 3.325%, con valores de 0.5 para p y q.

n = ( N * Z 2 * p * q ) / ( E 2 ( N - 1 ) + Z 2 * p * q ) = 1 499.17 = 1 500 estudiantes

Utilizamos un muestreo probabilístico simple y aleatorio. Los participantes pertenecen a distintas partes del país y, del total, 56.9% son mujeres y 43.1%, hombres; 84.4% está inscrito en universidades públicas y 15.6% en universidades privadas. Consideramos cinco disciplinas de estudio: ciencias económico-administrativas, ciencias sociales y humanidades, ciencias de la salud, ciencias de ingeniería y química, y ciencias agropecuarias. La media de edad en la muestra es de 20.156 años con una desviación estándar de 0.8833 años.

Las variables a evaluar fueron: uso de internet, lectura en internet, lectura en fuentes impresas, búsqueda de información académica en internet, búsqueda de información académica en fuentes impresas, y búsqueda de información no académica en internet. La edad, el sexo, la disciplina de estudio y el tipo de universidad (pública o privada) fueron indicadores de las variables consideradas. Los estudiantes se seleccionaron de manera aleatoria, y respondieron a un cuestionario en línea mediante los formularios de Google enviados a través de una liga para acceder al instrumento. La base de datos se importó del sitio y fue analizada con el software estadístico SPSS (Statistical Package for the Social Sciences).

El instrumento de medición comprendió dos secciones: la primera con los datos de filiación del estudiante (sexo, edad, sector educativo y disciplina de estudio); la segunda estuvo compuesta por los ítems enfocados a la determinación de horas semanales de lectura en internet y en fuentes impresas, así como las horas semanales dedicadas a la búsqueda de información tanto en fuentes digitales como impresas, además de las horas semanales de permanencia en el uso de internet. El cuestionario se diseñó con opciones de preguntas cerradas, con escalas de respuestas presentadas en rangos de tiempo para cada una de las variables e indicadores que se evaluarían.

El instrumento de medición fue validado mediante el coeficiente de Kaiser-Meyer-Olkin (KMO), con un valor de 0.67, y la prueba de esfericidad de Barlett, con una significancia estadística de 0.000. Para el análisis de los resultados, los datos obtenidos se procesaron mediante un análisis factorial de componentes principales, así como la determinación de chi cuadrado para las variables consideradas y sus indicadores, un modelo de regresión lineal múltiple y coeficiente de correlación de Pearson.

Resultados

Los datos estadísticos descriptivos de las variables en estudio se presentan en la Tabla 1, donde observamos que el promedio de horas dedicadas por semana a la lectura impresa (2.38) es ligeramente mayor que las horas promedio destinadas a la lectura en internet (2.11), con una desviación estándar un poco mayor en las horas de lectura en fuentes impresas.

Tabla 1 Estadísticos descriptivos
Variable Media Desviación típica
Horas semanales dedicadas al uso de internet 2.62 1.096
Horas semanales dedicadas a la lectura en internet (libros y artículos científicos) 2.11 1.548
Horas semanales dedicadas a la lectura en fuentes impresas (libros y artículos científicos) 2.38 1.695
Horas semanales dedicadas a buscar información académica en internet 1.59 .851
Horas semanales dedicadas a buscar información académica en fuentes impresas 2.14 1.638
Horas semanales dedicadas a buscar información no académica en internet 2.06 1.204
  • Fuente: elaboración propia.

En la Tabla 2 observamos cómo cada uno de los componentes explican la variabilidad que aporta cada indicador; también, advertimos cuáles componentes presentan el mayor porcentaje de varianza, dentro de los cuales se encuentran las horas semanales dedicadas a la lectura, tanto en fuentes impresas como en internet, así como el uso de internet y las horas semanales consagradas a la búsqueda de información en internet. Con los resultados obtenidos del análisis factorial, podemos deducir que las horas semanales destinadas al uso de internet están ligadas a las horas de lectura, tanto en este medio como de manera impresa, y a las horas empleadas en la búsqueda de información académica en internet.

Tabla 2 Variabilidad por componente y varianzas acumuladas mayores
Variable Extracción Porcentaje de la varianza Porcentaje acumulado
Horas semanales dedicadas al uso de internet .615 17.034 17.034
Horas semanales dedicadas a la lectura en internet (libros y artículos científicos) .447 14.794 31.828
Horas semanales dedicadas a la lectura en fuentes impresas (libros y artículos científicos) .623 12.196 44.024
Horas semanales dedicadas a buscar información académica en internet .495 10.031 54.055
Horas semanales dedicadas a buscar información académica en fuentes impresas .537 - -
Horas semanales dedicadas a buscar información no académica en internet .508 - -
Edad (años cumplidos) .321 - -
Sexo .539 - -
Sector educativo (público o privado) .828 - -
Disciplina de estudio (carrera) .491 - -
  • Nota: método de extracción: análisis de componentes principales.
  • Fuente: elaboración propia.

La Tabla 3 contiene la agrupación por componentes rotados y muestra el vínculo entre las variables de horas semanales consagradas a la lectura en internet y las empleadas en la lectura en fuentes impresas con las horas destinadas a la búsqueda de información académica en fuentes impresas. En tanto, las horas dedicadas al uso de internet se relacionan con la búsqueda de información académica y con la no académica.

Tabla 3 Matriz de componentes rotados
Variable Componente
1 2 3 4
Horas semanales dedicadas al uso de internet - .770 - -
Horas semanales dedicadas a la lectura en internet (libros y artículos científicos) .628 - - -
Horas semanales dedicadas a la lectura en fuentes impresas (no internet) (libros y artículos científicos) .788 - - -
Horas semanales dedicadas a buscar información académica en internet - .692 - -
Horas semanales dedicadas a buscar información académica en fuentes impresas (no internet) .695 - - -
Horas semanales dedicadas a buscar información no académica en internet - .608 - -
Edad (años cumplidos) - - .474 -
Sexo - - -.692 -
Sector educativo (público o privado) - - - .906
Disciplina de estudio (carrera) - - .698 -
  • Nota: método de extracción: análisis de componentes principales.
  • Fuente: elaboración propia.

La Tabla 4 (página siguiente) especifica la relación entre variables y su significancia estadística: la mayor correlación se presenta entre las horas dedicadas a la lectura en fuentes impresas con la búsqueda de información en fuentes impresas (.354) y con las horas empleadas a la lectura en internet (.339), ambas con alta significancia estadística. Esto indica que destinar horas de lectura en internet también implica destinar horas a la lectura en fuentes impresas, así como dedicar tiempo a la lectura en fuentes impresas implica buscar información en fuentes impresas.

Tabla 4 Matriz de correlaciones
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
1 Correlación de Pearson 1 -.029 -.020 .292** .009 .244** .056* -.093** .007 .068**
Sig. (bilateral) - .259 .429 .000 .738 .000 .030 .000 .799 .008
2 Correlación de Pearson -.029 1 .339** .074** .170** .069** -.047 -.049 -.020 .024
Sig. (bilateral) .259 - .000 .004 .000 .007 .071 .057 .429 .356
3 Correlación de Pearson -.020 .339** 1 -.023 .354** .096** -.052* -.088** .017 -.025
Sig. (bilateral) .429 .000 - .380 .000 .000 .044 .001 .517 .325
4 Correlación de Pearson .292** .074** -.023 1 -.046 .135** .075** .010 .041 .079**
Sig. (bilateral) .000 .004 .380 - .077 .000 .004 .688 .111 .002
5 Correlación de Pearson .009 .170** .354** -.046 1 .191** -.020 -.094** .052* .004
Sig. (bilateral) .738 .000 .000 .077 - .000 .447 .000 .043 .885
6 Correlación de Pearson .244** .069** .096** .135** .191** 1 -.013 -.027 .023 -.024
Sig. (bilateral) .000 .007 .000 .000 .000 - .612 .296 .372 .344
7 Correlación de Pearson .056* -.047 -.052* .075** -.020 -.013 1 -.100** .064* .093**
Sig. (bilateral) .030 .071 .044 .004 .447 .612 - .000 .013 .000
8 Correlación de Pearson -.093** -.049 -.088** .010 -.094** -.027 -.100** 1 -.015 -.170**
Sig. (bilateral) .000 .057 .001 .688 .000 .296 .000 - .559 .000
9 Correlación de Pearson .007 -.020 .017 .041 .052* .023 .064* -.015 1 .084**
Sig. (bilateral) .799 .429 .517 .111 .043 .372 .013 .559 - .001
10 Correlación de Pearson .068** .024 -.025 .079** .004 -.024 .093** -.170** .084** 1
Sig. (bilateral) .008 .356 .325 .002 .885 .344 .000 .000 .001 -
  • Nota: 1) uso de internet (horas semanales); 2) lectura en internet (horas semanales); 3) lectura en fuentes impresas (horas semanales); 4) buscar información académica en internet (horas semanales); 5) buscar información académica en fuentes impresas (horas semanales); 6) buscar información no académica en internet (horas semanales); 7) edad; 8) sexo; 9) sector educativo; 10) disciplina de estudio (carrera).
  • * La correlación es significante al nivel 0,05 (bilateral).
  • ** La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral).
  • Fuente: elaboración propia.

Al obtener un modelo de regresión lineal múltiple, considerando la lectura en internet como variable dependiente, solo la edad y el sexo reportan un grado de influencia significativa sobre las horas de lectura semanal en internet (ver Tabla 5, página siguiente).

Tabla 5 Modelo de regresión lineal múltiple
Modelo Coeficientes no estandarizados Coeficientes tipificados T Significancia
B Error típ. Beta
Constante 2.666 .236 - - -
Sexo -.170 .082 -.055 -2.072 .038
Edad (años cumplidos) -.088 .046 -.050 -1.936 .053
Sector educativo -.082 .110 -.019 -.742 .458
Disciplina de estudio (carrera) .027 .031 .023 .872 .383
Horas semanales dedicadas al uso de internet -.044 .037 -.031 -1.197 .232
  • Nota: variable dependiente: horas semanales dedicadas a la lectura en internet (libros y artículos científicos). / Valor F de 2.057, con una significancia 0.068.
  • Fuente: elaboración propia.

La Tabla 6 (ver página 103) contiene los resultados de la prueba chi cuadrado para variables relacionadas: la mayor significancia estadística se presenta entre cuatro de estas relaciones; en estas se encuentra la relación de las horas por semana dedicadas a la lectura en internet y las horas semanales de uso de internet. Es significativo que las horas de lectura en fuentes impresas se relacionan con el sexo y con la disciplina de estudio, mientras que las horas de lectura en internet, con la disciplina de estudio y con las horas de uso de internet, y aumentan de manera proporcional con la edad.

Tabla 6 Prueba chi cuadrado
Variables relacionadas Chi cuadrado Significancia
Lectura en internet y sexo (horas semanales) 5.451 .244
Lectura en fuentes impresas y sexo (femenino) (horas semanales) 21.012 .000
Lectura en internet y edad (mayor edad) (horas semanales) 28.297 .005
Lectura en fuentes impresas y edad (horas semanales) 10.903 .537
Lectura en internet y tipo de universidad (horas semanales) 8.585 .072
Lectura en fuentes impresas y sector educativo (horas semanales) 7.307 .121
Lectura en internet y disciplina de estudio (horas semanales) 87.230 .000
Lectura en fuentes impresas y disciplina de estudio (horas semanales) 116.733 .000
Lectura en internet y uso de internet (horas semanales) 54.900 .000
Lectura en fuentes impresas y uso de internet (horas semanales) 21.800 .150
  • Nota: significancia asintótica (bilateral).
  • Fuente: elaboración propia.

Discusión

El hallazgo de nuestra investigación es que los nativos digitales, aun cuando hacen un gran uso de internet, tanto en actividades académicas como de tipo no académico, no han abandonado la lectura ni la búsqueda de información en fuentes impresas (en el procedimiento de agrupamiento de componentes principales coinciden la lectura en internet, la lectura en fuentes impresas y la búsqueda de información en fuentes impresas). Jara y Prieto (2018) indican que se debe propiciar el conocimiento de manera tradicional, así como digital y tecnológica, incluida la lectura.

Para buscar información en internet, se requiere la lectura, la cual se convierte en una aliada y no en una amenaza, como lo refiere Rodríguez (2005). También en este trabajo se pudo determinar que los nativos digitales que utilizan internet en forma consistente lo hacen tanto para la búsqueda de información como para leer.

Elche y Yubero (2019) mencionan que los lectores habituales en internet son buscadores activos de información. En este trabajo se encuentra, además, que estos lectores no necesariamente son quienes buscan mayor información académica por esa vía (R=0.074). Una diferencia entre el trabajo citado y el nuestro es que el primero se realizó con universitarios españoles, mientras que este último con universitarios mexicanos.

Aunque encontramos algunas relaciones entre las variables consideradas en el estudio, los nativos digitales presentan diversidad de comportamientos en cuanto a la búsqueda de información, el uso de internet y la lectura, y manifiesta una variabilidad en el uso de competencias digitales. Con esto coinciden Acosta-Silva (2017), quienes aseguran que existe una enorme variación de competencias digitales entre los jóvenes, lo que genera una diversa gradación de comportamientos de los nativos digitales.

Otro hallazgo de nuestro estudio es la relación entre las horas dedicadas a la lectura por internet y la disciplina de estudio; por ejemplo, los estudiantes del área de la salud reportan una mayor dedicación a la lectura. Marciales (2010) encontraron que existe una diferencia entre las competencias lectoras de acuerdo con la formación disciplinaria. Este resultado abre la posibilidad de plantearse la hipótesis sobre si el tipo de asignaturas y contenido en una disciplina de estudio incide en el tiempo destinado a la lectura, ya que si el estudiante cursa una carrera con un gran número de materias de corte disciplinar teórico, más que práctico o numérico, requiere una mayor retroalimentación y estudio mediante la lectura.

Para un nativo digital, la lectura en internet no significa una lectura superficial, ya que esta puede hacerse de manera profunda y crítica, tal como se suele pensar de la lectura en fuentes impresas, como lo señala Ramírez (2012). De acuerdo con los resultados estadísticos presentados, el sexo se relaciona con el hábito lector en fuentes impresas, pero no en la lectura en internet. Según nuestra investigación, las mujeres dedican más horas semanales a la lectura en fuentes impresas. También identificamos que, a mayor edad, mayor número de horas semanales empleadas en la lectura en internet. Lo anterior coincide con lo obtenido por Pérez (2019), quienes encontraron que las mujeres son quienes leen más de manera impresa, mientras que los hombres tienden, en mayor medida, a leer en internet; también identificaron en su investigación que, aunque las mujeres leen más en formato impreso que los hombres, las descargas continúan siendo favorables en mayor cantidad en las mujeres.

El ser nativo digital no descarta la lectura en fuentes reconocidas, como ha sido planteado por Yubero y Larrañaga (2005), quienes aseguran que el estudiante universitario muestra una baja frecuencia lectora por ligarla a una lectura obligatoria; no obstante, en la sociedad “la lectura es una actividad bien valorada aunque no se practique”.

Pérez (2013) indica que sin importar la disciplina, se requiere conocer el funcionamiento de los buscadores, cuáles herramientas se tienen y cómo se puede hacer uso de estas. Según Davidovitch, Yavich y Druckman (2016), el internet afecta muchas áreas de la vida, incluidos los hábitos de lectura.

Conclusiones

Los nativos digitales que son estudiantes universitarios en México presentan una relación directa entre el tiempo de lectura semanal vía internet y el tiempo de lectura semanal en fuentes impresas. De igual modo, podemos afirmar que son buscadores de información académica, en mayor medida en fuentes impresas más que en digitales; sin embargo, aun cuando son asiduos usuarios de internet, esto no afecta su lectura en fuentes reconocidas como libros y artículos científicos.

La primera hipótesis que formulamos es aceptada: los nativos digitales que dedican horas de lectura en internet, también las emplean en fuentes impresas. En el caso de la segunda hipótesis, esta fue rechazada, ya que indicaba que el uso asiduo de internet está relacionado directamente con la búsqueda de información académica por el mismo medio, pero los resultados revelan que la información académica es buscada en gran parte en fuentes impresas.

En cuanto a los indicadores, no hubo diferencia por el sexo en las horas de lectura en internet; no obstante, la lectura en fuentes impresas es mayor en las mujeres. La lectura en internet se incrementa conforme aumenta la edad. Es altamente concluyente que los nativos digitales dedican horas semanales a la lectura, y es deseable que esto incremente desde las aulas universitarias.

Entre las consideraciones finales, creemos que los nativos digitales deben aprovechar el ser usuarios regulares de internet para incrementar el hábito de la lectura dentro de este medio, independientemente de su disciplina de estudio.

Nuestro trabajo motiva la realización de futuras investigaciones que determinen hasta qué grado, el tipo de disciplina de estudio, cuáles asignaturas y metodologías didácticas, así como el ámbito familiar y social, influyen en el hábito lector de los nativos digitales universitarios.