Ante la dinámica de la vida actual, que alienta la competencia en lugar de la empatía y la colaboración, así como la tendencia patriarcal que históricamente ha desestimado las asociaciones de apoyo y conocimiento femenino, han surgido grupos que promueven la conformación de nuevos círculos inspirados en un pasado mítico ancestral, donde el clan de las mujeres pueda constituirse como agente de cambio cultural. Este texto analiza la reflexividad de las coordinadoras de estos grupos y la manera en que las tecnologías de la información y la comunicación se integran a sus proyectos y prácticas, en los que juegan el papel de medio y de mediador para la resignificación contemporánea de los círculos de mujeres.
Faced with the dynamics of today's life, which encourages competition instead of empathy and collaboration, as well as the patriarchal tendency that has historically underestimated female support and knowledge circles, groups have emerged that promote the conformation of new circles inspired by a mythical ancestral past, where the clan of women can become an agent of cultural change. This paper analyzes the reflectivity of the coordinators of these groups and how information and communication technologies are integrated into their projects and practices, which play the role of medium and mediator in this contemporary redefinition of women's circles.
Las primeras décadas del siglo XXI han estado marcadas por la presencia de las redes
sociales digitales como herramientas de comunicación en todos los niveles. Este
texto tiene como objetivo analizar la forma en que se articula la reflexividad de
las coordinadoras de grupos como círculos de mujeres y carpas rojas, con el uso de
canales de comunicación como las redes sociales (Facebook, WhatsApp e Instagram) y
páginas web. Su presencia en estas plataformas les ha servido para potenciar su
trabajo en red con otros grupos similares a nivel global, en especial en América
Latina y España, a la vez que organizan y generan prácticas que se llevan a cabo en
el plano presencial
La combinación de distintas herencias culturales, sociales, ideológicas, psicológicas
e incluso literarias, ha tenido como resultado la conformación de los círculos de
mujeres, en los que las participantes se reúnen alrededor de una fogata para
compartir vivencias, cantos, aprendizajes o para realizar actividades rituales como
el temazcal
La palabra
El concepto
En la investigación de la que se desprende este texto,
Se encontró que sus preocupaciones fundamentales giran en torno a la necesidad de recuperar el círculo, la memoria ancestral, la voz propia y la conexión con sus cuerpos; todos ellos perdidos a causa del patriarcado, al que le atribuyen la responsabilidad histórica de haber promovido las guerras, la conquista del cuerpo y la voluntad de las mujeres, además de haberlas relegado, desestimar o perseguir y acallar a aquellas que eran poseedoras de saberes como el uso de las plantas medicinales, por ejemplo.
El clan se basa en el ideal de un pasado feliz pre-patriarcal donde el círculo primigenio era valorado y tenía sus espacios para que las personas se encontrasen y ayudaran entre sí, pero al mismo tiempo apunta a la utopía de un mundo feliz de mujeres sanas (sin heridas subjetivas ni históricas), hermanadas, autoconscientes y empoderadas, en otras palabras, soberanas de sí mismas. Esta idea de unión, de hermandad o de estar conectadas, responde a la preocupación fundamental de los círculos de mujeres y de las carpas rojas por cambiar el estado de cosas del sistema cultural, basadas en la certeza de que entre más mujeres estén conscientes de sí mismas y asuman su papel de creadoras en conjunto con las demás, de co-creadoras, entonces el mundo podrá cambiar.
La teoría de la estructuración, según lo explica
De acuerdo con
Archer define el término
La explicación de las acciones de los agentes en los términos de la secuencia que analizamos previamente, identificó y separó las preocupaciones principales de las coordinadoras de las comunidades ecosociales de mujeres en torno a las cuales se han conformado sus proyectos (círculos de mujeres, carpas rojas) y las prácticas que realizan para alcanzar sus objetivos.
Las preocupaciones primordiales y, por tanto, la acción de las comunidades ecosociales de mujeres, están enunciadas en términos ecofeministas, aunque no solamente se circunscriben a estos. Su agencia tiene que ver, entre muchos otros aspectos, con el ciberespacio y las tecnologías de la información y la comunicación, como elementos presentes en las prácticas que responden a sus proyectos, es decir, por su capacidad de uso y apropiación de las TIC para convocar y generar espacios en línea y gestionar, a partir y por medio de ellos, encuentros presenciales.
En la actualidad el término
Las pensadoras, activistas y teóricas feministas a lo largo de la historia se han
propuesto dotar al mundo de otra mirada para interpretar la realidad. Como ejemplo
de los distintos estilos del feminismo académico
Las comunidades ecosociales de mujeres son entendidas dentro del contexto del
pensamiento al destacar, entre sus principales posturas, las diferencias biológicas
entre hombres y mujeres, en lo que
El discurso espiritual de estas comunidades se centra en el concepto de lo
Lo anterior responde al tipo de religiosidad posmoderna de la que hablan autores como
Al respecto del enfoque actual hacia temas espirituales,
Desde finales del siglo XIX la diosa se ha liberado y ha vuelto a recuperar parte
de su presencia. De la mano de la ecología, de los movimientos feministas y de
la visión holística del universo, el arquetipo femenino emerge con fuerza en la
actualidad; el mito antiguo se reviste de ropajes modernos y desfila ante
nosotros a través de, como veremos, los discursos publicitarios (
En el proyecto de las comunidades ecosociales de mujeres se combinan el pensamiento
ecofeminista,
El ecofeminismo surgió del acercamiento entre dos tipos de pensamientos críticos: el
feminismo y el ecologismo. Su postura no fue solo contra la dominación de la mujer,
sino también contra la dominación de la naturaleza, ambas ligadas al paradigma
ideológico que coloca al varón como amo y guerrero (
En esta investigación se dio seguimiento a diez coordinadoras de comunidades
ecosociales mediante observación participante y entrevistas cualitativas enfocadas
(
En la primera fase, como inmersión al campo (durante el año 2014), se dio seguimiento a las redes sociales, blogs, listas de distribución de correo electrónico, y páginas de internet de diferentes comunidades ecosociales de mujeres, tanto de México como de Latinoamérica. Se llevó un registro de los nombres y de los tipos de propuestas de las comunidades observadas, de entre las cuales se identificó la existencia de grupos autodenominados círculos de mujeres y carpas rojas. A partir de esta aproximación, se estableció el contacto con diez coordinadoras de distintos estados de la república mexicana, una de Colombia, y una de Estados Unidos, con quienes se llevó a cabo la segunda fase de manera presencial.
A partir de la observación en campo, y las narraciones obtenidas mediante las
entrevistas, se encontró que las preocupaciones fundamentales de las coordinadoras
de las comunidades ecosociales de mujeres están estrechamente ligadas a la intención
de resignificar la idea de lo que es ser mujer en la actualidad. Se pueden resumir
en los siguientes rubros:
Pérdida del círculo: la mujer es gregaria y requiere del grupo para
compartir conocimiento y ser fuerte. Despojo de la memoria ancestral: olvidar el conocimiento del pueblo
femenino ha tenido como consecuencia la desconexión con el linaje
materno y la interrupción del legado. Desconexión de sus cuerpos, procesos y ciclos: el autoconocimiento se
hace necesario, pero desde una mirada diferente a la de la medicina
patriarcal. El silencio: el hombre define a la mujer, le dice quién es, qué siente,
cómo curarse, define sus procesos, la estigmatiza y la acalla. Heridas emocionales, físicas e inconscientes por sanar: históricamente la
mujer ha sido vulnerada y ha acumulado heridas. Pérdida del poder: la mujer, para ser libre y soberana de sí misma
requiere sanar, autoconocerse y resignificarse. Daño ecológico a la tierra y a la mujer conectada con esta.
Las coordinadoras comparten la idea del círculo como arquetipo de organización sin jerarquías (muchas veces pretendida, o declarada en un plano más ideal que real), donde todas las mujeres participantes tendrían las mismas oportunidades de hablar, escuchar, aprender, apoyar y ser apoyadas. Para cambiar los significados culturales del ser mujer, de la menstruación y la sacralidad en lo femenino, es necesario crear comunidad, recuperar el clan.
La figura del círculo se basa en que ninguna de las personas que lo integran es más
importante que otra; esto lo define
Pero ¿qué pasa cuando lo haces en círculo? ¿Qué pasa cuando tienes a otras diez mujeres ahí, eh… en las cuales de pronto te reconoces en sus experiencias? Y no te ha pasado lo mismo que a ella, pero sientes que algo se vuelca dentro de ti. Empatas, ¿no? Y de pronto reconoces en otra experiencia cosas idénticas que a ti te pasaron, entonces te sabes que no estabas sola, ¿sí? Y entonces en esa compartición, ¿puede haber jerarquía? ¿La experiencia de una es más válida que la de la otra? ¿O más dolorosa? ¿O más dichosa? O sea, ¡no lo hay! Entonces desde ahí entendemos que no puede haber quién guíe, ni quién esté arriba de las demás, ni quién diga pa’ dónde (Nadia, entrevista personal, 14 de marzo de 2016).
Para
Las comunidades ecosociales de mujeres se constituyen en el tiempo y el espacio. En el tiempo existen en el lapso que comprende la actividad, desde el momento en que con algún ritual se abre el círculo, y el momento en que se cierra. En el espacio las reuniones tienen un lugar que por sí mismo simboliza la delimitación, por ejemplo, en temazcales (los círculos de mujeres) y entre telas rojas (las carpas rojas). No obstante, las características espacio-temporales de estos grupos tienen otros matices distintos cuando se trata del ciberespacio.
En redes como Facebook, YouTube e Instagram, el círculo permanece abierto, con la
posibilidad de interacción continua. En prácticas como los
De esta forma, coincidimos con
Las comunidades promueven la idea de una identidad compartida. Sin importar las diferencias entre las participantes, todas tienen algo en común: están integradas por mujeres y, por tanto, entre ellas existe un lazo, incluso si son desconocidas; este lazo es fuerte porque las hermana y representa una historia milenaria de conocimientos olvidados o resguardados por otras mujeres, de heridas provocadas por el sistema patriarcal. Las carpas rojas y algunos círculos de mujeres refuerzan esta idea de identidad con el argumento de que todas las mujeres menstrúan, lo que marca una identidad al existir un “hilo rojo” que une a todas en el mundo.
Cuando nosotros no tenemos una imagen muy positiva con lo femenino, tenemos conflicto con nuestra jefe mujer, con las amigas, con todo esto. Entonces yo dije: no puede ser, si a todas nos une la misma, el hilo, el hilo rojo en el planeta, es lo común que tenemos, ¿por qué vamos a tener conflicto? (Mónica, entrevista personal 8 de noviembre de 2015).
La pertenencia a una comunidad mayor es uno de los principales argumentos a la hora de conformar el clan de las mujeres. Ser parte de un grupo social grande aporta un sentido de poder a las acciones y propuestas que ellas emprenden. Durante las reuniones suelen cantar una canción que dice: “somos un círculo, dentro del círculo, sin principio ni final”; se trata de pertenecer como mujer al grupo de todas las mujeres del mundo, al pueblo femenino y a la idea de que todas son una misma.
“Ser mujer sagrada, ser un femenino consciente supone una gran dosis de amor, pero
también mucha determinación y firmeza para poder despertar la diosa en nuestros
corazones”.
Otra parte habla de ser un femenino consciente, que para cada coordinadora puede representar temas diferentes: conciencia crítica desde una ideología feminista, autoconocimiento de sí mismas o un sentido espiritual de trascendencia. Un tercer componente es el que pone en el mismo enunciado a la mujer, el amor, la determinación y la firmeza; atributos controvertidos, los dos primeros debido a la suposición de que la mujer y el amor son inherentes, y los siguientes elementos porque suponen un acto de voluntad, un ejercicio de la libertad.
La publicación en Facebook a la que se hizo referencia anteriormente fue convocar a un círculo ritual de mujeres en el que se encendería el fuego para calentar las piedras del temazcal al que se entraría con faldas largas. Al ser un símbolo de contención, uno de los principios de estas reuniones es que lo que pasa en el círculo se queda en él.
Es ahí donde la energía se genera y se conecta con otros círculos en un trabajo
planetario (
“Somos una red global y estamos aquí para cambiar el mundo”, se lee en la página web
de una propuesta de comunidad de mujeres llamada
Las comunidades ecosociales explican que la mujer es cíclica y que cada mes atraviesa por distintas etapas de su propio ser. Depende de la tradición de la que provenga cada coordinadora, dichas etapas recibirán nombres diferentes, pero de manera frecuente son equiparadas con las fases lunares, al grado que a la menstruación se le llama la luna.
La mujer lunar, capaz de gestar y de sangrar, es vista por las comunidades ecosociales de mujeres como ligada a la naturaleza, ese ser abstracto a quien también se la llama madre tierra o Pachamama. Culpan a la cultura patriarcal de haber desarrollado políticas y economías basadas en el dominio y la explotación de los recursos naturales. En sus discursos, ellas hablan de que los hombres, cazadores y guerreros, devastaron en lugar de respetar el principio creador del planeta.
El uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), y más del
Estas prácticas se presentan en un momento social determinado al que
Para
Los valores propuestos por estos movimientos y que, según el autor, crearon una nueva cultura en el mundo, eran la libertad, la autonomía personal frente a las instituciones de la sociedad y del poder, la diversidad cultural, la afirmación de derechos, y el valor de la solidaridad ecológica o la reunificación del interés de la especie humana como bien común.
En la segunda década del siglo XXI, la búsqueda de estos valores sigue vigente, en
algunos casos se han institucionalizado y se han convertido en objetivos
internacionales, como para el caso de la
Esta última se integra cuando los actores sociales colectivos “construyen una nueva
identidad que redefine su posición en la sociedad y, al hacerlo, buscan la
transformación de toda la estructura social” (
La propuesta teórica de
La cultura de la sociedad red global es una cultura de protocolos que permiten la
comunicación entre diferentes culturas sobre la base no necesariamente de
valores compartidos, sino de compartir el valor de la comunicación. Esto quiere
decir que la nueva cultura no está basada en el contenido, sino en el proceso.
Es una cultura de la comunicación por la comunicación. Es una red abierta de
significados culturales que pueden no solo coexistir, sino también interactuar y
modificarse mutuamente sobre la base de este intercambio (
En este contexto, las tecnologías de la información y la comunicación han desempeñado
un papel central en este intercambio de significados y en la reelaboración de las
relaciones entre los miembros de la sociedad. Entre las TIC destacan las redes
informáticas interactivas, que crean “nuevas formas y canales de comunicación, dan
forma a la vida, a la vez que esta les da forma a ellas” (
Parte de este cambio conceptual, tanto de la tecnología como de la comunicación,
tiene implícita la capacidad de crear y expandir redes de interacción
comunicacional. Para
La comunicación como proceso que articula la conformación de redes de interacción
social mediadas por las tecnologías, y en el contexto de lo que
Bajo condiciones sociales y económicas dominadas por el patriarcado, las mujeres han sido alejadas de sus entornos primarios: la familia y los círculos de parto, la compañía y la colaboración de otras mujeres con las que se generaban lazos, incluidas sus madres o hijas para insertarse en una estructura moderna. Así perdieron la fuerza que les daba su clan. Las mujeres, para las coordinadoras de las comunidades ecosociales, son seres gregarios, y como tales, el grupo en el que colaboran es necesario. Sin embargo, en el ambiente patriarcal, ellas han entrado a la lógica de la competencia y el enfrentamiento.
Las comunidades ecosociales aseguran que las mujeres reunidas con una intención
clara, generan una sinergia por medio de la cual se reúnen con las mismas
intenciones de todas las mujeres en el mundo que también estén enfocadas en los
cambios culturales. Su argumento se basa en que aproximadamente el 50% de la
población mundial está integrado por mujeres y que, de acuerdo con la explicación de
En el clan, las mujeres se reconocen en las otras; esto es más evidente cuando lo que ellas dicen las interpela directamente al escucharse como experiencias conocidas. Las historias de las demás en torno a la menarquía o la menstruación pueden ser similares a las suyas; lo que narran se parece a su vida cotidiana. El autoconocimiento, cuando ocurre junto con las compañeras de clan, se convierte en un encuentro protegido, jubiloso o triste, pero siempre contenido y sostenido, apoyado por las otras que escuchan y entienden lo que pasa. La fuerza del círculo desde esta perspectiva estaría en el grupo que lo forma.
El círculo es donde las mujeres adquieren su identidad: el círculo familiar, las redes de apoyo, incluso las mujeres del entorno cotidiano con las que se tienen desavenencias y conflictos. Para las comunidades ecosociales de mujeres, el círculo es el arquetipo ideal de organización: sin jerarquías, de apoyo entre unas y otras, de contención, de catarsis, de crecimiento e impulso en una espiral evolutiva que conduce hacia un nuevo mundo, del que las mujeres, reunidas en círculos que se entretejen en todo el planeta, son las artífices.
El carácter comunicacional de las tecnologías de la información y la comunicación ha
desempeñado un papel fundamental en nuestra sociedad. La sociedad informacional
(
Las comunidades ecosociales de mujeres llevan a cabo reuniones presenciales
El ciberespacio está presente en las estrategias de las comunidades de mujeres para
llevar a cabo sus objetivos. Convocan al trabajo conjunto, ponen a circular en
internet discursos sobre menstruación, sanación y desarrollo espiritual, como parte
de su objetivo de cambiar las concepciones actuales al respecto. Al adquirir y
promover una mayor conciencia y autoconocimiento, las mujeres son soberanas de sí
mismas. Esto constituye con uno de los fines principales de su actuar. Con base en
esto, y en lo expuesto anteriormente, podemos llamar a estas comunidades como las
definió
Por último, el componente tecnológico añade una densa complejidad que tiene que ver con su capacidad de actuar en red, de crear comunidades virtuales, de potenciar sus prácticas o determinarlas y limitarlas. La discusión sobre el uso que hacen de las TIC las coordinadoras de las comunidades ecosociales, y cómo estas se articulan con su proceso reflexivo, se inserta en otras preguntas en torno a las mujeres y su acceso a las tecnologías de la información y la comunicación, así como de las posibilidades en materia comunicativa, las implicaciones culturales y sociales de hablar de comunicación a través de internet, las dimensiones globales de participación que suponen las tecnologías, los derechos en torno a la información, y un largo etcétera.
Ana María Navarro Casillas. Doctora en Estudios Socioculturales. Profesora investigadora del Departamento de Comunicación. Universidad Autónoma de Aguascalientes. Correo electrónico: anama.navarro@gmail.com.
El temazcal es una construcción que puede ser de palos de madera cubierta con varias capas de lona o cobijas o bien estar hecha de materiales como cemento o barro. En su interior las personas se reúnen en una distribución circular alrededor de piedras al rojo vivo, sobre las cuales se vierte agua para provocar vapor. Se trata de una práctica proveniente de pueblos originarios de América del Norte y Mesoamérica. La intensidad del calor en su interior, aunado con oraciones, cantos y una persona que guía el trabajo espiritual, logra un efecto místico en quienes participan. Se trata de una experiencia metafórica para las comunidades ecosociales de mujeres, para quienes el temazcal simboliza el útero de la tierra.
Tesis doctoral: Análisis de la reflexividad de las comunidades ecosociales de mujeres como agentes de cambio cultural. Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2016.
Hoy en día estas características de los medios (almacenamiento, análisis, recuperación y reproducción de información) son parte constitutiva de los medios electrónicos actuales y de las tecnologías de información y comunicación en general.
Cursivas en el original.
Durante las entrevistas con las coordinadoras de las comunidades ecosociales de mujeres, realizadas entre 2015 y 2016, la mayoría se manifestó en contra de ser catalogadas como feministas a pesar de que los datos muestran que sus discursos retoman muchos términos provenientes del feminismo y particularmente del ecofeminismo. Esto está relacionado con la crisis sobre el término feminismo, al cual se le percibe como una etiqueta que excluye al resto de las mujeres que no se asumen como feministas o que representa ideas radicales de enojo y lucha, en lugar de sanación y armonía. Cabe señalar que dos de las coordinadoras sí se asumen abiertamente feministas.
El orden en que se enuncian aquí no representa un grado diferente de importancia entre cada una de las preocupaciones.
Cursivas en el original.
Navarro Casillas, A. M. (2019). La importancia del círculo. Las tecnologías de la
información y la comunicación en la conformación del clan de las mujeres.