prtsPAAKAT: revista de tecnología y sociedadPAAKAT: rev. tecnol.
soc.2007-3607Universidad de Guadalajara, Sistema de Universidad
Virtual10.32870/Pk.a11n21.65500008MULKINAHLas apps como herramienta contra el desperdicio y la pérdida de los
alimentos. Implicaciones técnicas y limitaciones de
implementaciónApps as a tool against food loss and waste. Technical implications
and implementation complications0000-0002-6413-5735Ochoa MendozaÁlvaro Antonio*Centro de Investigaciones y Estudios
Superiores en Antropología Social, México. Correo electrónico:
alvarochoa11@gmail.comCentro de Investigaciones y Estudios
Superiores en Antropología SocialCentro de Investigaciones y Estudios
Superiores en Antropología SocialMexicoalvarochoa11@gmail.com
Álvaro Antonio Ochoa Mendoza. Doctor en Ciencias Sociales con
especialidad en Antropología Social por el Centro de Investigaciones y
Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS). Maestro en Ciencias con
especialidad en Sistemas de Calidad y Productividad por el Instituto
Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).
101120210920211121000080105202116082021Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia
Creative CommonsResumen
El estudio de la crisis medioambiental que afecta al mundo en la época
contemporánea involucra el análisis de diferentes factores que abonan al
problema. Uno de ellos es el desperdicio y la pérdida de alimentos, originado en
distintos fenómenos y cuya solución puede estudiarse desde de diferentes
estrategias. Este artículo analiza el uso de las apps para
teléfonos inteligentes como una herramienta para luchar contra el problema del
desperdicio de los alimentos. Se revisaron las bases teóricas que apoyan el uso
de estas herramientas digitales como una opción viable para combatir la
problemática medioambiental y sus implicaciones ligadas desperdicio de
alimentos. Además, se analizaron los requerimientos técnicos de las
apps y se consideró su viabilidad económica desde la
perspectiva del desarrollador de software y del empresario,
respectivamente. Finalmente, se ejemplifica un estudio de caso del lanzamiento
fallido de una app contra el desperdicio de los alimentos en
Guadalajara, Jalisco, México. Los resultados muestran que el diseño de estas
apps es un desarrollo que requiere de muchos recursos en
comparación con un retorno de inversión lento que difícilmente asegura la
sustentabilidad de la aplicación. Los alcances potenciales de las
apps contra el desperdicio de alimentos son altos, pero
difíciles de lograr sin una estructura sólida detrás e, idealmente, el apoyo de
instituciones gubernamentales o privadas interesadas en las repercusiones
ambientales más que en la ganancia económica.
Abstract
The study of environmental crisis that affects the world in contemporary
times involves the analysis of different factors which contribute to a
bigger problem. One of these factors is food loss and waste. This issue
originates as well from different factors that can be approached from
different strategies. This article analyses the use of smartphone apps as a
tool to fight food loss and waste. Theoretical bases that support the use of
these tools as a viable option to mitigate environmental problems and the
different implications of food loss and waste. It is then analyzed the
technical requirements of apps and considered their economic viability from
the software developer and entrepreneur respectively. Finally, it is
exemplified with a case study of a failed anti-food waste app launch in
Guadalajara. Results show that these apps design is a development that
requires of many resources compared to a slow return on investment that will
hardly ensure the app sustainability. Potential reaches of the app are high,
but hard to accomplish without a solid structure behind and, ideally,
support from government or private institutions that are more interested in
environmental impact than financial profit.
Palabras clave:Impacto medioambientalvalor de la comidaventa de excedentes alimenticiosapps ecológicassustentabilidadKeywords:Environmental impactvalue of foodsurplus retail foodgreen appssustainabilityIntroducción
Los seres humanos tienen una estrecha relación con el medio ambiente que va más allá
de la mera interacción: se trata de una dependencia. Del medio ambiente se obtienen
los recursos para cubrir las necesidades fisiológicas básicas de la especie, pero
este punto es rápidamente trascendido: se tiene con él una dependencia ecológica,
biofísica, psicológica y espiritual (Washington,
2013). Por estos motivos puede argüirse que uno de los problemas más
graves a los que se enfrenta actualmente el hombre es el de la crisis
medioambiental, cuyas consecuencias afectan y ponen en riesgo a todo el medio
natural y las especies que en él coexisten (Myers y
Knoll, 2001; Kotzé, 2019).
Son muchos los factores relacionados con el problema general de la crisis
medioambiental, y algunos son atribuibles a la relación que los seres humanos tienen
con el medio ambiente. Este artículo se concentra en el desperdicio de los alimentos
y el alcance de las aplicaciones de software como una herramienta
potencial para luchar contra él. Se analizan sus implicaciones de desarrollo y las
dificultades inherentes a su aceptación y uso entre los usuarios.
El desperdicio de alimentos no es una problemática fácil de combatir. El fenómeno
puede ser definido como “la cantidad comestible de alimentos poscosecha que está
disponible para el consumo humano, pero que no se consume por cualquier motivo”
(United States Department of Agriculture,
2019). La Organización de las Naciones
Unidas para Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés)
(2014) ha estimado los desperdicios anuales de alimentos en 1 300
millones de toneladas de comida, lo que representa una tercera parte de toda
producción para consumo humano a nivel mundial.
El problema involucra diferentes áreas: el sistema de distribución alimentario a
escala local y global, las implicaciones éticas del desperdicio, y las dimensiones
energética, nutricional y cultural de los alimentos. Dentro del sistema de
distribución alimentario bajo el que se rige la comercialización de alimentos en
todo el mundo, el desperdicio de alimentos se tolera, se permite e, incluso, se
promueve, en un paradigma en el que los alimentos son valuados y valorados por su
capacidad de generar riqueza o por su valor político antes que por su capacidad de
nutrir y brindar energía a quienes los consumen (Ochoa, 2020).
Se ha comprobado la relación de esta problemática con fenómenos como la emisión de
gases de efecto invernadero y el calentamiento global, además de los efectos
sociales ligados al incremento de la población humana y el consecuente aumento de la
demanda de los alimentos (Al-Rumaihi et
al., 2020). También se han analizado los impactos positivos
que, en términos medioambientales, tiene el combate directo del desperdicio de
alimentos, incluso al compararse con otras estrategias con propósito similar (Dilkes-Hoffman et al., 2018).
El artículo revisa la forma de operación y las implicaciones de las
apps contra el desperdicio de alimentos más populares al
basarse en el número de usuarios y descargas visibles en la Play Store de
Android. Se analiza el caso particular de la aplicación
Tenedor-es y el por qué este tipo de aplicaciones no puede tienen el éxito
garantizado a pesar de lo atractivo y novedoso de su concepto.
Las apps como herramienta ecológica
Las aplicaciones de software para teléfono celular, también llamadas
simplemente bajo la abreviación apps (del inglés
applications), son programas computacionales especialmente
diseñados para lograr llevar a cabo una o múltiples tareas desde un dispositivo
móvil. Desde su concepción y rápida expansión en las sociedades contemporáneas,
estas aplicaciones han sido empleadas para un número cada vez mayor de tareas. En
este trabajo no se ahondará en los alcances de este tipo de herramientas -que se
saben mayúsculos-, sino que se analizará el impacto que pueden tener en el contexto
de la crisis medioambiental.
Es útil entender las apps como atajos que permiten llevar a cabo de
forma rápida tareas que, de otra manera, involucrarían tiempo y otros recursos para
ejecutarse. Sus alcances van más allá del área informática: existe un potencial real
para su utilización como herramientas en áreas sociales y económicas; sin embargo,
puede existir una mala interpretación de las posibilidades que brindan estas
herramientas tecnológicas y dar por sentado que su uso se traduce en el desarrollo
ecológico sano, lo que no es necesariamente correcto (Grunwald, 2016).
Al analizar los aspectos positivos que el desarrollo de las apps ha
traído consigo, Jepson y Ladle (2015) hablan
de los alcances potenciales “sin precedentes” que pueden concebirse para ellas. Los
autores destacan su capacidad para transformar la manera de interactuar de la
sociedad con el entorno, y resaltan: 1) su potencial para revolucionar la
conservación natural y la ciencia medioambiental, 2) el hecho de que el poder
transformador de las apps aún no ha sido explotado por completo, y
3) la realidad de que, para lograrlo, tanto científicos como conservacionistas
ambientales deben mejorar sus vías de interacción con los ingenieros y
desarrolladores de software, pero también con los posibles usuarios
(pp. 827-828).
No se trata de establecer una comunicación solamente por el hecho de que estos
actores son quienes finalmente diseñarán y utilizarán las aplicaciones a
desarrollar, sino también para entablar un diálogo entre los saberes, que pueda
crear un conocimiento que trascienda el alcance de cada una de esas disciplinas por
sí mismas (Sotolongo y Delgado, 2006). Esto
es imprescindible para el desarrollo efectivo y eficiente de las aplicaciones, que
repercuta en la relación del hombre con el medio ambiente.
Asimismo, estas aplicaciones tienen un fuerte componente social y cultural. Además de
contribuir al no desperdicio de los alimentos, también coadyuvan de manera directa
al segundo objetivo de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones
Unidas, “Hambre cero”, que versa sobre la seguridad alimentaria, y de manera
indirecta a otros objetivos relacionados con la reducción de la desigualdad, así
como con la salud, el bienestar y la sostenibilidad (Organización de las Naciones Unidas, 2019).
Los ingenieros y desarrolladores de software conocen las
implicaciones de realizar cualquier desarrollo de programas, pero no suelen estar
familiarizados con los elementos detrás de la problemática que originó la necesidad
de estos. No obstante, deben diseñar mecanismos y estrategias que permitan alcanzar
los objetivos planteados al momento en que la aplicación es concebida. En este punto
debe considerarse a quienes van a utilizar las aplicaciones, pues ellos conocen de
primera mano cuáles son las problemáticas por combatir a partir de las pocas
herramientas a su disposición que, además, están lejos de ser las óptimas (Sandler y Pezzulo, 2007).
Diversos intentos de diálogo entre instituciones académicas y organizaciones
conservacionistas han sido documentados y evaluados de forma cuantitativa y
cualitativa, con lo que resalta el valor del diálogo transdisciplinar al hacer este
acercamiento (Galán-Díaz et al.
2015; Wickson et al.
2006). Los resultados muestran cómo el diálogo entre la academia y los
gestores de las nuevas tecnologías aporta para el alcance de los objetivos
conservacionistas buscados por los actores involucrados en el diálogo.
Las apps contra el desperdicio de los alimentos alrededor
del mundo
La idea de utilizar las apps como herramienta para enfrentar las
problemáticas medioambientales ha sido implementada de diferentes maneras en
distintas partes del mundo. Respecto al desperdicio de los alimentos, puede
encontrarse una gran cantidad de apps que proponen diferentes
metodologías para combatirlo y evitarlo. Destaca que, entre los datos que se
muestran como justificación para su concepción y desarrollo, se suele hablar de las
cifras que la FAO proporcionó en los últimos años a propósito del tema y que han
servido de partida para infinidad de propuestas e iniciativas que buscan menguar el
problema (FAO, 2013; FAO, 2014; FAO, 2016).
Una de las apps más importantes del ámbito es Karma. Su página
principal está encabezada por una frase muy particular: “Slackers will save
the world”, que puede traducirse como “los flojos salvarán el mundo”,
seguido del subtítulo “puedes salvar al mundo haciendo la cosa más simple del mundo.
Comiendo.” (Karma, 2021). Se trata de una
aplicación que pone a disposición de sus usuarios los alimentos excedentes de los
restaurantes, las tiendas de comestibles, los cafés, las pastelerías y los
mayoristas.
Los alimentos que se comercializan dentro de la app están
disponibles por la mañana o por la noche, que es el momento en que los
establecimientos adscritos a la aplicación suelen hacer los cortes, ya sea del
desayuno o de la comida y cena. El principal atractivo para los usuarios es que los
alimentos en venta tienen una importante reducción del precio original, aunque la
aplicación no pierde ninguna oportunidad en recordar los beneficios ecológicos que
trae consigo la compra de alimentos a través de esta herramienta.
Es posible comprar alimentos de una serie de restaurantes disponibles para después
recogerlos directamente en el establecimiento elegido. Solo se debe mostrar el
comprobante de compra que es generado por el sistema al momento de finalizar el
proceso. La aplicación utiliza elementos de gamificación para hacerla más agradable.
Por ejemplo, se ha desarrollado un sistema de “recompensas” que premia al usuario
por hacer compras a través de la app: cuando los usuarios hacen una
quinta compra dentro de un plazo de treinta días, pueden seleccionar entre una de
las recompensas habilitadas. Hasta este momento, la app está
solamente disponible en Suecia -donde fue creada-, Francia y Reino Unido.
En Dinamarca existe otra popular app que combate el desperdicio de
los alimentos a través de una dinámica similar. Se trata de Too Good To Go (que
podría traducirse como “demasiado bueno para tirarlo”), y asegura ser la aplicación
antidesperdicio de alimentos número uno (Too Good To
Go, 2021). Aquí, las opciones no se limitan a los restaurantes, sino
también a los minoristas con algún producto en su inventario que no se haya vendido
en el momento planeado y que sea apto para su consumo.
Existen otras aplicaciones que, aunque tienen el mismo objetivo en términos
ecológicos, trabajan desde un enfoque distinto. Farmdrop es una aplicación de Reino
Unido que se ocupa de conectar a los productores de alimentos directamente con el
consumidor, con el cuidado de que las técnicas de producción generen el menor
impacto medioambiental posible. Esta aplicación se guía por lineamientos éticos
hacia todos los seres involucrados, al tratar tanto a los animales, los productores,
los consumidores y al planeta mismo con amabilidad y consideración, “porque así sabe
mucho mejor” (Farmdrop, s.f.a). Además, los tiempos de entrega al consumidor son
altamente competitivos, aunque esto tiene implicaciones logísticas al optimizar los
tiempos de entrega y reducir los costos de distribución.
Se tiene como punto de partida que, si se visualiza la distribución alimentaria como
una cadena de suministros, es en los puntos de origen de los alimentos (puntos de
cosecha) que se dan las primeras grandes pérdidas de alimentos (Gustavsson et al., 2011; Parfitt et al., 2010). Así,
cobra más fuerza el hecho de que Farmdrop comercialice los productos cárnicos
provenientes exclusivamente de Reino Unido, pues esto facilita asegurar el
aprovechamiento total de los animales que son asesinados para su posterior
procesamiento y venta, con lo que se logra, afirman, “reducir el desperdicio,
maximizar el valor del producto por parte de los productores, fortalecer la economía
local y honrar la vida del animal” (Farmdrop, s.f.b).
No es imposible adquirir el tipo de alimentos disponibles en Farmdrop en los sistemas
de distribución convencionales; sin embargo, las transnacionales y los corporativos
detrás de las tiendas de estos sistemas usan la venta de estos productos como una
herramienta de marketing que respalda su supuesta transición hacia
un comercio sustentable y responsable, aunque en la realidad los resultados se ven
lejanos de este hecho (Heying y Sanzero,
2009; Negi y Anand, 2014). Es por este
tipo de características que las aplicaciones como Farmdrop ofrecerían un valor
agregado que contribuiría a la mejora de las prácticas de comercio alimenticio.
Los problemas de las apps contra el desperdicio de los
alimentos
Tras analizar las características principales y las formas básicas de operar de las
apps destinadas a combatir el desperdicio de alimentos, se
ahondará en las implicaciones detrás de su desarrollo y las dificultades a las que
se enfrentan en su operación. Se trata de ir más allá de la mera noción del
desperdicio de los alimentos y sus consecuencias, y profundizar en el funcionamiento
de un sistema de distribución de alimentos alienado y que no solo tolera, sino que
promueve el desperdicio alimentario y otras problemáticas económicas y sociales que
contribuyen, en su conjunto, al problema mayúsculo de la crisis medioambiental
(Ochoa, 2020).
Las apps ejemplificadas en este artículo son aplicaciones con una
cantidad importante (cientos de miles) de usuarios que las utilizan de forma
regular, y que cuentan con un equipo encargado de su mantenimiento y correcto
funcionamiento. Son algunos casos de éxito de un modelo de negocio que, si bien ha
tratado de replicarse en diversas ocasiones y en distintos lugares, es complicado de
consolidar. No todas las apps de este tipo se han tenido el mismo
nivel de éxito.
Las razones son muy diversas, de naturaleza logística y estructural. En primer lugar,
el desarrollo de estas aplicaciones no es sencillo, a pesar de que su finalidad no
es semejante a la de las aplicaciones normales -con fines comerciales-. “No por el
hecho de generar una aplicación que no vaya a tener demasiada monetización va a ser
más barata”1, comenta el ingeniero
Mario Rodríguez, empresario, programador y líder de la empresa SISDESA ubicada en la
Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), con amplia experiencia en el desarrollo de
aplicaciones y servicios informáticos. Sus explicaciones han sido base para
desarrollar los aspectos detrás de las aplicaciones a lo largo de esta sección.
Las apps clásicas de reparto de comida, como UberEats o Didi Food,
pueden considerarse un restaurante digital. A pesar de que su enfoque sea distinto,
las aplicaciones para evitar el desperdicio de los alimentos no son tan diferentes
de aquéllas, puesto que aún deben poner a disposición de los usuarios un menú
digital que, aunque pudiera resultar más rudimentario y con menos opciones, tiene
implicaciones técnicas similares, incluso más complejas.
Cuando se realiza un pedido en una app de envío de alimentos, la
acción genera un registro que tiene efectos en la base de datos del establecimiento
que vende este producto. Por ejemplo, cuando una persona pide una hamburguesa en un
restaurante dentro de una app, la acción de comprar la hamburguesa
genera un registro que hace que el establecimiento se entere de que tiene que
preparar esta hamburguesa para entregarla minutos después. Por otro lado, para poner
a disposición de los usuarios los alimentos que hayan sobrado al final de
determinada jornada, se deben tener al menos dos registros: el original de la
hamburguesa a partir del cual la tienda realizó la preparación, y el nuevo registro
de que la hamburguesa está disponible en el inventario para su nueva venta a través
de la app contra el desperdicio de los alimentos.
La mecánica desarrollada en el párrafo anterior no es la única manera en que pueden
funcionar las apps de alimentos, pero brinda una idea de las
implicaciones técnicas detrás del diseño de las mismas. Obtener una vía más
eficiente requeriría un análisis más extensivo que, por supuesto, involucra la
participación y discusión de especialistas en programación y en la temática del
desperdicio que puedan explicar lo que se quiere generar sin perder el objetivo
principal: evitar el desperdicio.
Toda aplicación que ponga a disposición de los usuarios algún platillo o alimento
proveniente de un establecimiento requiere primero de la generación de un inventario
para saber qué productos están disponibles para venta. En términos técnicos, esto se
traduce en la necesidad de una base de datos que contenga la información de cuáles
son los alimentos disponibles y quizás algún otro dato adicional, según la
naturaleza de la app.
De acuerdo con Mario Rodríguez, es posible que una estas aplicaciones genere incluso
más datos que las aplicaciones de comida clásicas, al poder considerarse relevante
la información como la hora en la que se cocinó el platillo, los diferentes precios
para un mismo producto -en función, por ejemplo, de las características especiales
que tenga-, entre otros datos. Lo anterior tendría que ser interpretado por la
app y, en el caso de que sea importante para el usuario,
registrado por alguna persona, lo que implica mayores costos para una
app que termina por generar menores ingresos por su modelo de
venta que las aplicaciones tradicionales.
Entre este tipo de aplicaciones disponibles en la tienda de Google para Android, se
pueden identificar elementos comunes: 1) el número de descargas no suele ir más allá
de los miles de usuarios, a diferencia de las grandes aplicaciones, como Too Good To
Go, con más de diez millones de descargas, o Geev u Olio, con más de un millón de
descargas cada una; 2) tienen muy baja calificación de los usuarios; y 3) tienen
información desactualizada, lo que sugiere que no se les da mantenimiento ni soporte
de forma constante. Estos elementos son síntoma de una misma problemática: se trata
de software que, ya sea por problemas de diseño o infraestructura
detrás del equipo desarrollador, simplemente no puede sostenerse en el mercado de
las apps, lo que ocasiona poca difusión y descargas, malas reseñas
y que pronto sean abandonadas.
Aunque las ideas detrás de este tipo de aplicaciones son evidentemente oportunas
debido al contexto medioambiental actual, no puede dejarse de lado el contexto
economicista en el que se desenvuelven. El mercado de reparto de comida por medio de
las apps está dominado por grandes empresas como Didi y Uber, con
un sólido modelo de negocios detrás. Para que una aplicación resulte atractiva desde
el punto de vista empresarial, debe tener una vía clara para monetizar sus
servicios.2 Resulta muy poco
atractivo para un empresario desarrollar un proyecto que requiere una inversión alta
por algo que va a redituar poco dinero -y que incluso es difícil saber si conseguirá
ser autosustentable-.
La app Tenedor-es
El sistema de distribución alimentaria actual no considera el valor y potencial
social, cultural y energético de los alimentos. Este sistema prioriza la
maximización de las ganancias para algunos de los actores que participan en su
cadena de distribución. El problema radica precisamente en la
commoditización de los alimentos, mismos que, por definición,
tienen más dimensiones que un artículo común debido a su importancia biológica sobre
la mayoría de especies que se desenvuelven en la tierra (Ochoa, 2020).
El problema con los sistemas de distribución alimentaria convencionales radica en
varios factores. Uno de los más importantes es la incapacidad intrínseca para
aprovechar y reutilizar muchos de los desperdicios que se generan a lo largo de las
etapas que conforman la cadena de distribución alimentaria (Francis et al., 2003); y es que, incluso al
considerarlo como un problema meramente logístico, la correcta reutilización y
relocalización en la cadena de distribución de esos alimentos ya convertidos en
residuos implica costos y complicaciones difíciles de solventar.
Existen alternativas a este sistema de distribución alimentaria convencional. Si se
comparan los sistemas alimentarios alternativos -estrategias como circuitos cortos y
el estímulo económico de regiones pequeñas en términos geográficos- y los sistemas
convencionales -globalizados y que implican el transporte de kilómetros de las
mercancías a medida que avanzan desde sus puntos de origen hasta los de consumo-, es
más fácil entender cómo los primeros promueven un mayor aprovechamiento de los
productos que los últimos, lo que repercute de forma positiva entre los productores
y distribuidores locales involucrados con el proceso de venta (Ayala y Castillo,
2018). No se habla solo de los desperdicios que se puedan producir al inicio de la
cadena de distribución, sino también de los residuos que se producen a lo largo de
ésta y que pueden ser aprovechados con mayor facilidad.
A partir de la inquietud por impedir que estos alimentos se perdieran por completo,
nació el interés de Nela Monasterio por crear una aplicación que contribuyera a este
fin: Tenedor-es. Esta app se pensó para que los usuarios pudieran
seleccionar, entre una lista de restaurantes disponibles, alimentos que no se
hubieran vendido al final de su jornada3 a un precio de máximo 50% del precio original. El objetivo
de estos parámetros era asegurar que los usuarios tuvieran acceso a comida de
calidad a un precio asequible, y reducir las pérdidas económicas del restaurante, el
cual recuperaría un poco de la inversión económica hecha en la comida que iba a
desecharse. La segunda ventaja era el no-desperdicio de los alimentos con sus
implicaciones ecológicas: desde la evidente reducción del desperdicio alimentario
hasta el decrecimiento de la huella de carbono ligada al uso y consumo de los
alimentos.
En 2018 se tuvo la primera conversación con Nela Monasterio, y ella tenía
prácticamente finalizado el proceso de diseño de la app. A Nela le
sorprendía el hecho de que en América no hubiera un marco legal y jurídico que
prohibiera de forma específica tirar los alimentos, a pesar de que durante ese
tiempo se habían popularizado otras políticas antidesperdicio, anticontaminación o
antiplásticos.4 Nela consideraba
que todas estas características hacían del modelo de funcionamiento de su
app algo que podría consolidarse en el país.
De manera paralela al funcionamiento normal de la app, se
contemplaron diferentes ideas que pretendían fortalecer la difusión del mensaje de
sustentabilidad. Así, Nela y su equipo planeaban realizar ejercicios de donación una
o dos veces al mes con el apoyo de los restaurantes que estuvieran aliados con
ellos. Estos ejercicios tendrían como base la donación de excedentes por parte de
los restaurantes -sin ganancia económica de por medio- para hacerlos llegar
directamente a grupos de necesidad.
El diseño, interfaz y programación de la aplicación de Nela estaban finalizados hacia
2018, con algunos detalles a refinar. Entre los aliados comerciales, se habían
confirmado 16 establecimientos. Nela y su equipo planearon varios eventos para
realizar la difusión de la app en la ciudad. El 2 de septiembre de
2018, por ejemplo, estuvieron en un sitio estratégico de la Vía RecreActiva5 para hacer el anuncio oficial de
Tenedor-es. También programaron una conferencia de prensa y otros eventos sociales.
Nela y su equipo pretendían extender el concepto a Puerto Vallarta y a la Ciudad de
México, donde incluso ya se había comenzado a platicar con los potenciales
establecimientos para el arranque de la app.
Además, el Canal 44 en Guadalajara hizo una breve cobertura del lanzamiento de
Tenedor-es, y se transmitió por televisión un reportaje que fue subido a las redes
sociales el 25 de septiembre de 2018. En él, Nela Monasterio relata en qué consiste
la app y las ventajas que traería. López Villalobos, la reportera,
concluye al decir que “los restaurantes adheridos ayudarán a aminorar la carencia
alimentaria y evitar sus propios excedentes”, e informa que 25 restaurantes se
habían unido a la aplicación y que ya estaba disponible para su descarga (López, 2018).
La app estuvo planeada para ser descargada por los usuarios de
manera gratuita; sin embargo, eso finalizaba al instalar la aplicación, pues el
registro de los usuarios tenía un costo único de 20 pesos. Las ganancias previstas
para la app no vendrían, naturalmente, de este pago único. El
modelo de negocio establecía que se les cobraría a los establecimientos asociados
una fracción de sus ganancias por cada transacción finalizada, debido que los
usuarios les pagarían directamente por los alimentos adquiridos. Nela mencionó,
además, que por estar suscritos a la aplicación serían elegibles para deducir
impuestos de una parte de sus ganancias.
Nela había hecho firmar a los establecimientos adscritos a la aplicación un contrato
en el que se responsabilizaban de los alimentos que vendían, para asegurar que éstos
tuvieran las condiciones organolépticas apropiadas para el consumo humano. Esto no
debía ser un punto de quiebre para los usuarios, conscientes de que los alimentos
que pondrían a la venta serían producidos durante la jornada. Las preocupaciones
expresadas por estos establecimientos estaban más relacionadas con la recepción de
este tipo de dinámica de venta en una sociedad con prejuicios en torno a la
alimentación: ¿los usuarios estarían dispuestos a alimentarse de las “sobras”? Nela
era consciente de este aspecto, por lo que su equipo estaba diseñando una campaña de
marketing encaminada a crear consciencia de forma
divertida.
A pocos días de que la app fuera lanzada, además de las
complicaciones técnicas y todo lo que había involucrado el diseño y desarrollo de la
aplicación, Nela y sus socias se encontraban desgastadas económicamente, puesto que
ellas habían pagado la inversión necesaria para poner en marcha el proyecto. No
había sido posible obtener apoyo de recursos públicos mexicanos.
El equipo estuvo presente en la Vía RecreActiva, y hubo presencia en medios como
Canal 44 y Notimex. Todo parecía marchar de acuerdo con el plan y, sin embargo,
pasaron meses y aún no era posible -ni lo es ahora- utilizar la
app. Puede descargarse, pero es imposible inscribirse o realizar
cualquier compra en “la primera app en México para evitar el
desperdicio de comida”, como la denominan en sus redes sociales.
Lo anterior es un ejemplo de cómo el hecho de tener el desarrollo completo para una
app no es suficiente para operar y mantenerse en un mercado
compuesto de miles aplicaciones más. Desde el momento de su concepción, estas
apps se enfrentan a infinidad de obstáculos: los requerimientos
económicos y de desarrollo, el tiempo que implica para quienes conciben la idea de
la aplicación y el hecho de que estas personas suelen tener otra actividad
profesional primaria, y la dificultad para acceder a los apoyos gubernamentales e,
incluso, inversionistas privados, al no tratarse de propuestas económicamente
atractivas. Todos estos elementos crean un panorama que no es alentador para unas
herramientas que parecen condenadas a la insostenibilidad o la inactividad incluso
antes de comenzar a operar.
Conclusiones
Las aplicaciones para teléfono celular (apps), pueden ser una
herramienta excepcional en el combate contra las diferentes problemáticas que, en
conjunto, conforman la crisis medioambiental a la que se enfrenta el mundo en la
actualidad. Sin embargo, esto no implica que solo por su alto potencial en este
objetivo todo lo que se logre mediante el desarrollo de una app sea
un progreso positivo.
El desarrollo y planeación de una aplicación que logre tener un impacto real debe
partir del diálogo transdisciplinario entre expertos en el desarrollo de
software, científicos y ambientalistas que conozcan a fondo la
problemática ambiental, así como todas las personas involucradas de manera directa
con los procesos que la desencadenan, al entender el desperdicio de los alimentos
como uno de los problemas que provocan la crisis medioambiental.
A pesar de representar una buena opción para enfrentar este problema, estas
apps no son siempre viables, pues su desarrollo puede presentar
fuertes retos en términos informáticos (Joorabchi
et al., 2013) que, al no destinarse a una
app “tradicional” con un modelo de negocios que permita pensar
en un rápido retorno de la inversión, las vuelve poco atractivas para los
inversionistas en general.
El caso de Tenedor-es en Guadalajara es un buen ejemplo de estas problemáticas: una
app completamente desarrollada, con un equipo organizado que se
encargó de hacer las gestiones necesarias para un lanzamiento exitoso paralelo en la
ZMG, Puerto Vallarta y la Ciudad de México. A pesar de la preparación y de todos los
esfuerzos para sacarla adelante, se encuentra en un limbo operativo que
aparentemente no superará.
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quality3891046105910.1016/j.futures.2006.02.011
M. Rodríguez, comunicación personal, 11 de abril de 2021.
“La idea suena muy bien, pero no todas las ideas pueden ser monetizadas por los
emprendedores, puesto que no todas son rentables” (M. Rodríguez, comunicación
personal, 11 de abril de 2021).
Se trata de una dinámica similar a la de apps como Karma o Too
Good To Go, que fungieron como inspiración para el nuevo diseño.
N. Monasterio, comunicación personal, 20 de agosto de 2018.
La Vía RecreActiva es una iniciativa del Gobierno de Jalisco presente en
Guadalajara desde septiembre de 2004. Las vialidades son cerradas al tránsito
vehicular todos los domingos y algunos días festivos para cederlas a peatones y
bicicletas (Montes, 2019).
CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO: Ochoa Mendoza, Á. A. (2021). Las apps como
herramienta contra el desperdicio y la pérdida de los alimentos. Implicaciones
técnicas y limitaciones de implementación. Paakat: Revista de Tecnología
y Sociedad, 11(21). http://dx.doi.org/10.32870/Pk.a11n21.655
PAAKAT: Revista de Tecnología y Sociedad, año 14, número 26, marzo - agosto de 2024, es una publicación electrónica semestral editada por la Universidad de Guadalajara, a través de la Coordinación de Recursos Informativos del Sistema de Universidad Virtual. Av. La Paz 2453, Col. Arcos Sur, CP 44140, Guadalajara, Jalisco, México. Tels. 33 32 68 88 88 y 33 31 34 22 22, ext. 18775. Dirección electrónica: http://www.udgvirtual.udg.mx/paakat/index.php/paakat. Correo electrónico: paakat@udgvirtual.udg.mx. Editor responsable: Dr. Lázaro Marcos Chávez Aceves. Número de Reserva de Derechos al Uso Exclusivo del Título de la versión electrónica: 04-2011-111117155600-203, e-ISSN: 2007-3607, otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Sistema de Universidad Virtual, José Antonio Amaro López. Fecha de la última modificación: 29 de febrero de 2024.
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