prtsPAAKAT: revista de tecnología y sociedadPAAKAT: rev. tecnol.
soc.2007-3607Universidad de Guadalajara, Sistema de Universidad
Virtual10.32870/Pk.a11n21.60600002TELCHAKDe la disrupción tecnológica a la movilización política: una
aproximación a la protesta social frente a las plataformas
austerasFrom technological disruption to political mobilization: an
approach to social protest on lean platforms0000-0001-8717-1870Sáenz LeandroRonald Andrés*0000-0001-9755-0516Sánchez MorenoRoberto Luis**Universidad de Costa Rica, Costa Rica. Correo
electrónico: ronald.saenz@ucr.ac.crUniversidad de Costa RicaUniversidad de Costa RicaCosta Ricaronald.saenz@ucr.ac.crUniversidad de Costa Rica, Costa Rica. Correo
electrónico: roberto.sanchezmoreno@ucr.ac.crUniversidad de Costa RicaUniversidad de Costa RicaCosta Ricaroberto.sanchezmoreno@ucr.ac.cr
Ronald Andrés Sáenz Leandro. Politólogo e investigador del
Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la Universidad de Costa Rica
(UCR).
Roberto Luis Sánchez Moreno. Sociólogo y asistente de
investigación del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la
Universidad de Costa Rica (UCR).
061120210920211121000023012202022062021Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia
Creative CommonsResumen
Con el propósito de llevar a cabo un primer acercamiento sobre la dinámica de la
movilización política asociada a la llegada y la consolidación de las
plataformas digitales en los contextos nacionales, este artículo busca
caracterizar el campo de la protesta frente a las plataformas austeras, en
términos de los repertorios, demandas y modalidades de la acción colectiva;
esto, a partir de la construcción de una base de datos para el caso de Costa
Rica, bajo la metodología del análisis de eventos de protesta (AEP) y el
análisis de demandas políticas (ADP). En los resultados del análisis estadístico
descriptivo se observa que la dinámica contenciosa ha pasado de estar totalmente
dominada por el sector tradicional de taxistas a evidenciar la entrada de nuevos
actores, como los trabajadores de plataformas y grupos de la sociedad civil, los
cuales han complicado el panorama de acción para el gobierno costarricense en
términos de regulación y, por tanto, a incorporar nuevas demandas y arenas
decisorias dentro del campo político-social.
Abstract
In order to carry out a first approach to the dynamics of political
mobilization associated with the arrival and consolidation of digital
platforms in national contexts, this article seeks to characterize the field
of protest against lean platforms, in terms of the repertoires, demands and
modalities of collective action, this from the construction of a database
for the case of Costa Rica under the methodology of Protest Event Analysis
(PEA) and Political Claims Analysis (PCA). The results of the descriptive
statistical analysis allow us to observe that the contentious dynamics has
gone from being totally dominated by the traditional taxi driver sector, to
showing the entry of new actors such as platform workers and some civil
society groups that have come to complicate the panorama of action for the
Costa Rican government in terms of regulation and, therefore, to incorporate
new demands and decision arenas within the political-social
field.
Palabras clave:Capitalismo de plataformaseconomía colaborativaplataformas austerasprotesta socialUberKeywords:Platform capitalismsharing economylean platformssocial protestUberIntroducción. La plataformización y sus
descontentos
Las aproximaciones que han estudiado el impacto y las nuevas configuraciones sociales
ante la entrada de las plataformas digitales en distintos países se encuentran
dentro de un amplio campo interdisciplinario que fomenta el diálogo con marcos de
referencia diversos, como los estudios enfocados en el paradigma de la economía
colaborativa (sharing economy), la economía del pequeño encargo
(gig economy), la sociología del trabajo, la cultura de la
conectividad y las desigualdades sociales, entre otros (Schor y Attwood-Charles, 2017).
En consecuencia, Van Dijck, Poell y Waal
(2018) indican que el estudio de la conectividad social asociada a las
plataformas digitales requiere una mirada abierta y comprensiva que reconozca como
parte integral de la sociedad los nuevos y variados fenómenos que estas generan, por
lo que formarían parte de las disputas de interés en torno a sistemas de valores que
se relacionan con los bienes públicos. Se parte del entendido de que las plataformas
no constituyen constructos tecnológicos neutrales, sino que implican lógicas y
arquitecturas normativas que pueden rivalizar directamente con las instituciones
formales o informales vigentes en las sociedades.
Tras este giro analítico, en los últimos años el optimismo inicial generado por la
introducción de las plataformas digitales, en su sentido amplio, ha derivado en un
escepticismo tras la constatación de los impactos menos positivos de la
digitalización en las sociedades. Entre la amplia gama de posibilidades, tras la
primera década del siglo XXI se ha enfatizado en la comprensión de la transformación
corporativa y empresarial de la Web 2.0, la cual apuntaba, en términos generales, a
generar comunidades de usuarios regidas por el intercambio desinteresado y
horizontal de servicios culturales y económicos (Van
Dijck, 2013).
Por esta razón, gran parte del debate actual ha tendido a girar hacia la observación
de los potenciales peligros sobre la convivencia y la deliberación democrática
identificados a raíz de la plataformización de las economías y de
las interacciones sociales (Trice y Jones,
2020). Bajo este marco, el enfoque de la economía colaborativa
recientemente ha dado pie a la publicación de estudios que, como contraparte, llaman
la atención sobre la falta de certidumbre en los efectos positivos esperados por
parte de este nuevo “capitalismo de masas” (crowd-based
capitalism), tanto en la economía -a nivel general- como en los marcos
regulatorios, en el campo laboral y en el tejido social de los países (Sundararajan, 2016).
En estos términos, se ha desarrollado un cuestionamiento de la “neolengua” idealista
de la innovación, sobre la cual se construye un discurso crítico de la “utopía
colaborativa” (Pruchnic y Ceraso, 2020). Tras
dos décadas de colonización digital, ha surgido un campo interpretativo inclinado
hacia el establecimiento de una serie de diagnósticos sobre el impacto de la
economía colaborativa en temas tan amplios como la desregularización, la
precarización y la explotación laboral, la seguridad social, la movilidad urbana, la
discriminación racial, la salud pública, el acoso sexual, las migraciones, y los
efectos de la vigilancia digital en la organización de los trabajadores de
plataformas (ahora convertidos en “colaboradores”), entre otros (Chandler y Fuchs, 2019; Couldry y Mejías, 2019; Ravenelle, 2019; Schor et
al., 2020).
Gran parte de los impactos adversos de la economía colaborativa nombrados
anteriormente se observa en la especificidad del trabajo en las plataformas austeras
de la gig economy dedicadas al transporte de pasajeros y al reparto
de objetos y alimentos. Esto se debe a que la mayoría de ellas ha generado un
impacto más visible y “disruptivo” sobre la transformación tecnológica de los
ecosistemas de movilidad urbana: el espacio de las ciudades como el rostro material
del proceso de digitalización del trabajo autónomo e informal (Meyer y Shaheen, 2017). Así, uno de los efectos de la
introducción de las plataformas austeras -tanto en las potencias industrializadas
como en las regiones del Sur Global- ha sido el surgimiento de demandas en la
sociedad civil asociadas principalmente a los cambios en los campos laborales,
productivos y de consumo en los países.
A pesar de que el capitalismo de plataformas constituye la expresión de la
profundización del modelo neoliberal, la articulación de estos nuevos “momentos
contenciosos” (Tilly y Tarrow, 2015) en la
era digital no define necesariamente una continuidad con los movimientos sociales
“tecnopolíticos” de internet, los cuales se articularon en diversas latitudes
durante la primera década del siglo XXI y formaron parte importante en la caída de
regímenes autoritarios, así como en el cuestionamiento de los proyectos de
globalización económica (Bennett y Segerberg,
2012; Castells, 2015; Sierra y Gravante, 2018).
De acuerdo con Srnicek y Williams (2016), la
movilización política frente a la entrada de la “nueva economía digital” inauguró un
nuevo patrón de la protesta, el cual debe ser entendido como un daño colateral de la
crisis económica de 2008 sobre la situación de la desregularización del empleo a
nivel mundial.
Con el fin de conocer los pormenores de la movilización política asociada a la
entrada y la consolidación de las plataformas (Tilly
y Tarrow, 2015), el presente trabajo pretende realizar un análisis
exploratorio y descriptivo de la protesta social, a fin de propiciar un acercamiento
al origen, la evolución y el detalle de esta nueva dinámica contenciosa. En otras
palabras, se busca caracterizar el campo amplio y multiorganizacional de la protesta
frente a las plataformas austeras, en términos de los repertorios, demandas y
modalidades de la acción colectiva.
A nivel general, este es un ejercicio que hasta la fecha no se ha realizado de forma
sistemática. Aunque se reconoce que la entrada de las plataformas austeras ha
suscitado conflictos de interés público alrededor del planeta, estos no se han
estudiado de forma pormenorizada en términos de política contenciosa, en tanto
presentan un enfoque centrado en los marcos regulatorios (Borowiak y Ji, 2019; Seidl,
2020; Serafin, 2019; Wyman, 2017). Por esta razón, en aras de
avanzar sobre este vacío aquí se posiciona a la movilización política en el centro
del análisis.
A partir de la revisión particular del caso costarricense, este trabajo pretende
impulsar una línea de estudio para la región latinoamericana que considere la
movilización de todos los sectores de la sociedad civil implicados en la protesta
frente a las plataformas. Asimismo, el estudio representa una oportunidad única para
respaldar el mapeo de la dinámica contenciosa generada por las plataformas con datos
sistemáticos, a partir de un seguimiento empírico de la movilización asociada a este
tema.
Con este objetivo, el análisis procede en el siguiente orden: en primer lugar, se
ofrece una introducción del marco analítico de fondo para el estudio de las
modalidades del capitalismo de plataformas, se introduce el concepto
uberización de la economía y se exploran las disonancias de
este con las particularidades del trabajo digital; en un segundo momento se detalla
la aproximación metodológica basada en el análisis de eventos de protesta (AEP) y el
análisis de demandas políticas (ADP), y se realiza el análisis descriptivo de los
resultados. En la última sección se retoman los hallazgos más importantes respecto a
este primer acercamiento.
Marco analítico: entre el capitalismo de plataformas, la
uberización de la economía y el trabajo
digital
La delimitación del tipo de plataforma a analizar es un punto nodal en cualquier
análisis que recaiga en la esfera en cuestión, debido a la diversidad de empresas
que han tomado parte de la llamada cuarta revolución industrial.
Esta noción ha sido impulsada y popularizada por Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial. Schwab (2016)
parte de la consideración de que actualmente sucede una transformación
revolucionaria de la tecnología y la digitalización, la cual afectará a todo el
mundo y será inevitable. Luego de la publicación de este texto, se ha suscitado una
explosión de numerosas investigaciones de impacto que consideran la cuarta
revolución industrial como el punto de partida de sus análisis (Marr, 2020; Nicoletti, 2020).
Este concepto guarda una estrecha relación con el de industria 4.0, presentado en la
Feria de Hannover en 2011 y acuñado por el Gobierno Federal de Alemania (Schroeder, 2017). El principal punto de
contacto procede de que ambas aproximaciones teóricas provienen de una visión
empresarial de las transformaciones económicas. Esta visión ampliamente positiva y
lineal del desarrollo tecnológico será puesta en entredicho por nuevas corrientes
críticas, las cuales enfatizan sobre el poco estudio de las múltiples
contradicciones disparadas por la aceleración digital, así como de las problemáticas
que este nuevo viraje conlleva.
Estas representaciones empresariales de la incorporación de tecnología digital a las
relaciones sociales han recibido el apoyo de diversos organismos ministeriales que
han negado la existencia de una competencia desleal, como denuncian sectores de
taxistas. Este ha sido el caso de la Comisión
Nacional de los Mercados y la Competencia (2015) de España, que ha
acuñado el término transporte colaborativo. El argumento central de
estas organizaciones es que las plataformas de la llamada economía
colaborativa contienen elementos novedosos y que, por tanto, la
competencia no debe ser regulada ni restringida.
El fenómeno de las plataformas digitales es un fenómeno reciente, con poco desarrollo
al respecto en términos académicos -mucho menos en términos de teoría crítica-. Para
este efecto, en Capitalismo de
plataformas (2017), Nick Srnicek presenta un desarrollo de
gran relevancia para el propósito mencionado. Su tesis fundamental reside en
entender la explosión de las plataformas durante la segunda década del siglo XXI
como un fenómeno que es producto de un largo proceso histórico, que presentó sus
primeros atisbos desde los fenómenos de desregularización financiera y tercerización
laboral iniciados en el transcurso de 1980; década que ha estado plagada de
contradicciones y ha tenido su expresión en severas crisis económicas globales.
Srnicek (2017) contribuye a ordenar el
ecosistema de las plataformas digitales al realizar una clasificación de tipos
ideales respecto a las diversas formas que toman las empresas vinculadas con la
reciente expansión del capitalismo de plataformas. Esta taxonomía, en términos
pragmáticos, permite considerar la particularidad de las plataformas conforme al
modelo de negocio que se lleva a cabo de forma primordial (tabla 1). Esto, debido a que Amazon es un buen ejemplo de
“plataforma multipropósito”, y ha intercalado sus funciones en la medida en que ha
crecido y absorbido mercados, lo cual implica que las empresas del capitalismo de
plataformas se encuentran en constante cambio.
Ecosistema del capitalismo de plataformas
Plataformas industriales
Plataformas de productos
Plataformas de publicidad
Plataformas de la nube
Plataformas austeras
Descripción
Producen el hardware y el
software
Usan otras plataformas para convertir un bien
tradicional en un servicio, así como cobrarlo
Extraen información, la analizan y la monetizan
mediante la venta de espacios publicitarios
Propietarios de hardware y del
software. Lo rentan a otros negocios
Reducen al máximo los activos y generan ganancia
al bajar los costos
Década de aparición
1970-1980, con el auge del internet
industrial
1990, en el área de bienes manufacturados
1990-2000, con la caída de la “burbuja de las
.com”
1990-2000, con el auge del
e-commerce
2010, con la vuelta al modelo de “primero
crecimiento, ganancias después”
Casos paradigmáticos
General Electric, Siemens, Xerox
Rolls Royce
Google, Facebook
Amazon Web Services, Salesforce
Uber, Cabify, Glovo (PedidosYa), Rappi, Airbnb,
entre otras plataformas
Fuente: elaboración propia a partir de Srnicek (2017).
De forma particular, las plataformas que interesan al presente artículo son aquellas
que se caracterizan como plataformas austeras. Si bien estas
priorizan el crecimiento sobre las ganancias (característica fundamental de las
empresas durante la década de 1990), su rasgo definitorio se funda en su aparente
falta de activos: los principales activos son los softwares que
permiten el procesamiento y el análisis de datos generados por usuarios y
trabajadores a través del uso de sus aplicaciones.
La principal fuente de financiamiento de las plataformas austeras proviene de
capitales excedentes que, en contextos de tasas de interés a la baja, salen a la
búsqueda de tasas de retorno más altas; es decir, son financiadas por grupos de
inversión que han tenido que buscar nuevos destinos para colocar sus capitales.
Asimismo, la rentabilidad de estas plataformas se vincula estrechamente con el
traslado de los costos a los usuarios y a los trabajadores (o como prefieren
llamarlos, “socios colaboradores”), así como con salarios y prestaciones
decrecientes, de ahí su clasificación de “austeras” (Srnicek, 2017).
Entre los servicios más comunes de las plataformas austeras transnacionales se
encuentran las de transporte de personas (como Uber, Didi y Cabify), las de reparto
de comida y objetos (como Glovo, Rappi y UberEats) y las de hospedaje bajo modalidad
peer-to-peer1
(como Airbnb y Couchsurfing).
De forma clara, Uber Technologies Inc es una de las empresas que constituye la cara
más representativa de este tipo de plataformas. Esta empresa estadounidense, en
contraste con el ejemplo de Amazon que se explicó, tiene la particularidad de que se
desarrolla en su totalidad como plataforma austera, lo que constituye el caso
paradigmático, aunque no el único, de la llamada ola de movilidad
compartida, que se encuentra en auge durante la última década. El
impacto de la entrada de esta empresa en varios países ha sido tan grande que se ha
acuñado el término de Uber Economy (uberización de
la economía) para describir al fenómeno “disruptivo” de la plataforma en múltiples
ámbitos que se relacionan con el campo laboral, regulatorio y fiscal, entre
otros.
De acuerdo con Davis (2016), la
uberización refiere a un proceso de viraje económico dirigido
hacia la labor que se realiza bajo demanda, y que genera que el trabajo pase a ser
visto como una tarea. Los medios de producción, incluida la fuerza de trabajo, son
rentados antes que comprados, mientras que las empresas físicas son reemplazadas por
páginas web, las cuales día a día precisan menos empleados. Esto, según se ha
señalado, puede llevar a “una nueva era oscura” en cuestiones laborales (Bridle, 2018); en esta, entre otras cosas, se
presenta un desconocimiento de la relación obrero-patronal tradicional, dadas las
condiciones del ahora estudiado trabajo digital (Fuchs, 2014). La relevancia de una adecuada
conceptualización de este último fenómeno es vital para entender su vinculación con
los repertorios de la acción colectiva (Jungherr,
Rivero y Gayo-Avello, 2020).
En el marco de este proceso de uberización, Fuchs y Sandoval (2014) profundizan de buena manera en la
relación entre la forma del trabajo y las plataformas digitales, la cual parte de la
constatación de que existe un trabajo cultural que es físico, sin el cual no podría
existir un trabajo cultural de información. En otras palabras, las plataformas no
escapan a la necesidad de mano de obra y de gasto fisiológico, lo que desmiente la
repetida idea del “fin del trabajo” (Fuchs,
2014; Fuchs y Fisher, 2015).
En su lugar, Srnicek (2017) enfatiza sobre la
“hipertercerización laboral” que ha sufrido la mano de obra que concierne al último
escalón del proceso productivo de las plataformas austeras. Existe una degradación
formal de la regulación laboral que antaño parecía indiscutible: aquello que es
común denominador de estas plataformas, y que refuerza la noción de austeridad, es
la subcontratación de la mano de obra.
Aunado a lo anterior, este fenómeno está cargado de otros componentes negativos,
entre ellos: los sistemas de control algorítmico vía reputación, el pago por tarea,
el traslado de los costos laborales al trabajador, y la falta de todo tipo de
garantía social (Sadin, 2018, 2020). Estas parecen ser las causas de la alta
rentabilidad de estas plataformas para las empresas, las cuales contribuyen a formar
un cuadro general dentro del cual se comienzan a gestar los primeros atisbos de
movilización política por parte de sus trabajadores (Couldry y Mejías, 2019).
En esta concatenación que implica el trabajo de plataformas digitales, no está exenta
la competencia con “antiguas” formas de trabajo. En consecuencia, dentro del campo
del transporte de personas, la industria tradicional del taxi ha visto afectada su
lógica laboral de forma directa: en la actualidad, el apelativo genérico “Taxis
versus Uber”2 ha tenido su expresión
en múltiples países -tanto del sur como del norte global-, en donde nuevas y viejas
industrias se disputan las cuotas para el ejercicio del transporte de pasajeros ante
los gobiernos.
A pesar de que buena parte de la literatura revisada parte de que el fenómeno de la
“uberización de la economía” ha incidido en el cambio drástico
para la industria tradicional del taxi, la dimensión de conflictividad social
producida por estas tecnologías no ha sido lo suficientemente estudiada y, en
algunos casos, ha sido hasta deliberadamente dejada en un segundo plano: “Uber ha
generado una gran controversia política, pero el desafío para los gobiernos y los
reguladores es aprovechar los beneficios del innovador disruptivo, mientras se
adopta un enfoque que toma en cuenta la gama completa de impactos” (Dudley, Banister y Schwanen, 2017, p.
492).3
De esta manera, aunque en algunos países ya se comienza el avance sobre las dinámicas
de descontento y movilización a raíz de la introducción y del desempeño de las
plataformas austeras, la tendencia general encontrada en la bibliografía sigue la
dirección del enfoque regulatorio o empresarial. Esto abre una oportunidad para la
aplicación de metodologías que ayuden a dar cuenta de las formas y expresiones del
malestar político y social por las plataformas en la región latinoamericana.
Aproximación metodológica
El presente trabajo pretende avanzar en el estudio de la movilización política, en
términos de acciones colectivas de protesta frente a las plataformas austeras, de
transporte y de reparto, a partir del análisis de un caso de América Latina: Costa
Rica. El estudio posee un alcance exploratorio y descriptivo desde un enfoque
metodológico cuantitativo.
La poca disponibilidad de datos comparables -tanto académicos como empresariales-
sobre la utilización de las plataformas en la región latinoamericana hace inevitable
avanzar sobre el estudio del fenómeno desde una perspectiva centrada en casos
nacionales singulares. Según Gerring (2006),
la importancia del diseño centrado en un país permite capturar la complejidad
atinente a una problemática política y social, así como la identificación de
temáticas, coaliciones y resultados que posteriormente pueden llevar a la generación
de insumos para futuros estudios con un alcance más amplio y con pretensión
explicativa.
Aunado a lo anterior, las encuestas de opinión pública de mayor reconocimiento en la
región recién comienzan a considerar a las plataformas dentro de sus cuestionarios,
por lo que en la actualidad solo se cuenta con los datos más recientes publicados en
la última encuesta de la Corporación Latinobarómetro
(2018).
Como se observa en la gráfica 1, para 2018,
Costa Rica figura como el país de América Latina con mayor uso de las plataformas
austeras, con un porcentaje mayor a 20% de personas que responden haber utilizado
una plataforma austera para generar dinero.
Utilización de plataformas digitales como forma de generar dinero en
América Latina
N = 20.204.Nota: representación gráfica de las respuestas positivas a la pregunta
“¿Ha usado usted alguna plataforma digital para generar ingresos? Por
ejemplo, Uber o Cabify."Fuente: elaboración propia a partir de Corporación Latinobarómetro (2018)
De esta manera, y de acuerdo con Snow (2013),
la estrategia de investigación propuesta para el estudio de este caso puede
proporcionar insumos en torno a la dinámica del conflicto asociado a las plataformas
austeras, el cual ha permeado en distintos niveles a los países de la región.
Con este objetivo, se realizó un mapeo del campo de las demandas políticas a través
de la acción colectiva atinente a las plataformas austeras con apoyo de la
metodología del análisis de eventos de protesta (AEP) (Koopmans y Rucht, 2002; Rucht y
Neidhardt, 1998), en complemento con el análisis de demandas políticas
(ADP) (Koopmans y Statham, 1999). Se parte de
que la combinación de ambos enfoques permite un conocimiento a nivel macro de las
modalidades de acción colectiva desde una perspectiva multiorganizacional y
estratégica de los actores de la sociedad civil (AEP), sin obviar el factor
contextual bajo el cual se puede estudiar la dimensión discursiva de la protesta
asociada a un tema o elemento político de disputa (ADP).
Aunque, las dos técnicas parten de la revisión de datos extraídos de fuentes
secundarias -en mayor medida periodísticas y policiales-, tanto el procesamiento
cuantitativo como el análisis de ambas posee sus particularidades. En primer lugar,
el AEP es un enfoque ampliamente consolidado en la medición de la movilización
social, el cual toma como punto de partida al “evento de protesta” como unidad de
análisis fundamental.
En este sentido, y según el desarrollo de Hutter
(2014), el AEP puede resumirse bajo los siguientes términos: es un tipo
particular de análisis de contenido que busca la cuantificación de la acción
colectiva por medio de la codificación, además de que permite el mapeo de las
características del campo de la movilización colectiva con apego a dimensiones
geográfico-espaciales, temporales, organizacionales y temáticas de la protesta.
Sobre este último punto, el ADP sería una extensión del primer enfoque, aunque
centrado en la codificación de los encuadres discursivos de los actores inmersos en
una coyuntura contenciosa. Esto permite tomar en cuenta el papel movilizador de las
ideas y de las estrategias utilizadas por los actores de la protesta para posicionar
-o en su defecto, para ocultar- aspectos específicos de un tema político particular
(Lindekilde, 2014).
A pesar de que el trabajo con datos de eventos de protestas es una metodología que ha
ganado mayor significancia a partir de la década de los ochenta -principalmente en
Estados Unidos y países de Europa Occidental- (Hutter, 2019), en América Latina se tiene evidencia de iniciativas que
siguen esta línea al menos desde veinte años atrás (Almeida, 2020).4
En Costa Rica, Protestas es una base de datos de acciones colectivas encargada del
seguimiento diario de la protesta social en el país.5 En la actualidad, esta base pone a disposición un
registro longitudinal y continuo de la movilización contenciosa en el país desde
2013, que se realiza a través del procesamiento sistemático de eventos de protesta a
partir de las versiones digitales de cuatro periódicos de circulación nacional.6
En esta tarea, la dimensión empírica de la acción colectiva se delimita como “toda
forma de protesta social mediante la cual un determinado actor colectivo (o un grupo
de ellos) expresa de manera organizada o no-organizada una demanda relacionada con
temas de distinta naturaleza, sean estos político-económicos o culturales” (Alvarado, 2016, p. 569).
Como toda base de AEP, Protestas pretende cubrir amplias y variadas dimensiones del
campo de la acción colectiva -como las geográfico-espaciales y las temporales-; no
obstante, las categorías más utilizadas corresponden a: 1) la identificación de los
tipos de actores colectivos demandantes, 2) los tipos de acciones colectivas o
repertorios de protesta y 3) los tipos de demandas (Alvarado, 2016, pp. 566-567). El presente trabajo se concentrará en las
anteriores, e incorporará al análisis la categoría de entidades o actores demandados
(ver tabla 2).
Categorías de AEP de la base Protestas incorporadas al
análisis
Categoría AEP
Descripción
1) Tipo de actor colectivo
El conjunto de grupos, organizaciones o
movimientos que se movilizan para demandar una respuesta frente
a necesidades de distinta índole.
2) Tipo de acción colectiva
El conjunto de expresiones o repertorios,
convencionales y no-convencionales, variados para la
canalización de las demandas en la protesta social. Entre los
convencionales se incluye, por ejemplo, a todas aquellas
manifestaciones que transcurren mediante los mecanismos de la
institucionalidad formal, mientras que los no-convencionales
corresponden a los llamados repertorios “violentos”, o de “toma”
material e inmaterial-simbólica de los espacios públicos,
resignificados como terrenos de confrontación.
3) Tipo de demanda
El conjunto de reclamos que son motivos de la
movilización de los actores colectivos. La base incluye una
amplia variedad de demandas correspondientes a categorías
generales de la organización gremial, de defensa de la salud, la
educación y del funcionamiento del Estado o la gestión
pública.
4) Tipo de entidad demandada
El conjunto de actores hacia los que son
dirigidos los reclamos de la movilización colectiva. Entre sus
categorías se encuentran los poderes e instituciones públicas
(nacionales y subnacionales), así como entidades de carácter
privado.
Fuente: elaboración propia a partir de Alvarado (2016) y Protestas (2019).
En la medida en la que la base de datos Protestas está creada con el objetivo de
mapear el panorama general de la movilización política en Costa Rica, algunas
cuestiones deben ser replanteadas para complementar el análisis en la dirección del
ADP. Como afirman Koopmans y Statham (1999, p.
219), esta técnica es más viable en tanto se direccione hacia un campo
político-contencioso específico de la protesta.
Con este propósito, es posible establecer un seguimiento específico a la movilización
colectiva generada por la entrada de las plataformas austeras en el país para el
período 2015-2020. Tras delimitar el universo de la protesta social a este campo
particular, entre julio de 2015 y diciembre de 2020 se contabiliza un total de N=164
eventos de protesta asociados a este objeto.
Con el fin de profundizar los alcances del AEP, se procede a construir una base de
datos inédita, acorde con el objetivo específico de este trabajo,7 en donde se realizan clasificaciones nuevas y se
incorporan dimensiones para el análisis respecto a: 1) sector de los actores
demandantes (de manera específica, se agruparon los tipos originales contenidos en
la base de Protestas para centrar el análisis sobre: sector tradicional de taxis,
sector de plataformas austeras y otros sectores.); 2) identificación de
organizaciones específicas; 3) enmarcado de las demandas; y 4) posición respecto a
un tema específico del campo político-contencioso.
Mientras que las primeras dos nuevas agrupaciones apuntan hacia una mejor
identificación de quienes ejercen la acción colectiva, las restantes buscan captar
el espectro discursivo y estratégico-posicional de la movilización (ver tabla 3).
Categorías de ADP (issues) para el enmarcado de la
movilización frente a las plataformas austeras
Categoría ADP
(issue)
Descripción
1) Competencia/regulación
Corresponde al conjunto de expresiones de
resistencia por parte de las empresas previamente establecidas
que luchan contra la entrada de nuevas plataformas con el
argumento de que las prácticas que implican constituyen una
competencia desleal, lo que requiere una regulación en la
materia
2) Empleo y condición laboral
Concierne al eje de las nuevas relaciones
laborales acarreadas por las plataformas austeras. Aquí se
enmarca en particular el debate en torno a la consideración, o
no, de los empleados como contratados o autónomos
3) Política fiscal
Refiere a la activación de temas relacionados con
la capacidad del Estado para controlar los ingresos de los
proveedores de servicios y recaudar los impuestos sobre estos
ingresos
4) Seguridad del trabajador
Este marco varía entre las garantías dadas al
trabajador para el acceso a la atención médica y la
sobreexposición de estos a posibles robos, asaltos y secuestros,
entre otros
Fuente: elaboración propia a partir de Thelen (2018).
La tipología de marcos a utilizar sigue, en términos generales, a la propuesta por
Thelen (2018), quien ha probado su
utilidad para diversos contextos nacionales.
Breve contextualización del caso: las problemáticas jurídicas de las plataformas
austeras y la dificultad para su regulación en Costa Rica
La cuestión referente a la legislación laboral es vital para el presente y el futuro
de las plataformas austeras. En términos internacionales, existe un avance respecto
a la legislación de las plataformas, en particular sobre la existencia de una
relación potencial de carácter laboral entre las empresas y los llamados “socios
colaboradores” o “emprendedores de sí mismos”.
Asimismo, se ha presentado una larga lista de sentencias judiciales. Entre ellas,
destaca la de Uber France, empresa que sería acusada de ejercer una
influencia de tipo decisivo en la forma de la prestación del transporte en su
disputa con la Asociación Profesional Elite Taxi y Uber France (Uber France SAS, 2018). Dos años después se
realizó la sentencia de otro caso relevante, en España, donde el Tribunal Supremo de
Justicia consideró a los repartidores como asalariados. El fallo se dirige
específicamente a la empresa Glovo, la cual se consideraba como solo una
intermediaria en la contratación de servicios. Aquí, la Sala Cuarta del Tribunal
Supremo ratificó que la empresa es quien posee los activos esenciales para la
actividad y fija las condiciones para que se lleve a término la labor (Glovoapp23 SL, 2020).
Por último, a principios de 2021 destacó el fallo en el Reino Unido, en donde se
obtuvo una sentencia del Tribunal Supremo en la que se indica que existe una
relación de dependencia, puesto que la empresa Uber no trabaja para el chofer, sino
lo contrario. Luego de brindar un largo análisis al respecto, se hace un recuento de
trece razones por las que la empresa Uber es la que brinda las condiciones en las
que se realiza el trabajo, por lo que los choferes deberán contar con los derechos
consagrados en la legislación laboral de esta nación (Uber BV v Aslam, 2018).
A pesar de estos antecedentes, en Costa Rica las plataformas digitales aún se
encuentran en una zona gris laboral, ya que implica que no existe claridad respecto
al tipo de regulación que debe aplicarse. Esto ha suscitado un amplio debate debido
a la falta de una normativa que regule la actividad de las plataformas en Costa
Rica. Desde su entrada en 2015, las empresas de plataformas austeras han funcionado
en conveniencia de sus propios criterios, sin posibilidad de reclamo por parte de
los trabajadores o de terceros que puedan verse afectados (Programa Estado de la Nación, 2019).
La Ley No. 8955 es crucial para estos temas, ya que es la encargada de regular la
actividad de los taxis, y afirma que todo transporte remunerado de personas será
considerado un servicio público. De ahí la razón central de la ilegalidad de Uber;
razón principal por la que se han activado diversos ciclos de movilización política
en torno a la existencia de competencia desleal, a raíz del nulo acopio de Uber a
los requerimientos del transporte de personas en Costa Rica. Para laborar de forma
legal en Costa Rica se precisa de una concesión administrativa, además de cumplir
con los lineamientos establecidos en la Ley No. 8955 para operar como empresa de
transporte. El Consejo de Transporte Público (CTP)8 es la entidad encargada de emitir los permisos.
A pesar de lo anterior, en la actualidad existen diversos proyectos de ley activos,
relacionados con la regulación de las plataformas digitales y cuestiones afines. En
esta línea, el proyecto de ley No. 21567 -presentado por la diputada del oficialista
Partido Acción Ciudadana (PAC), Paola Vega-, inicialmente implicaba una regulación
laboral de trabajadores de plataformas digitales, y añade un nuevo capítulo al
código de trabajo, lo que permitiría una regulación laboral bien estipulada que
tendría la posibilidad de frenar una parte significativa de las problemáticas
señaladas anteriormente; esto, mediante el concepto de hiperterciarización laboral.
No obstante, en un texto sustitutivo posterior se plantea que las empresas deberán
inscribir a los trabajadores como independientes, acción que contradice al primer
proyecto y puede llegar a expresar la labor de cabildeo realizada por las empresas
dentro del proceso regulatorio.
De forma adicional, el proyecto de ley No. 21587 atañe a los servicios de transporte
de personas bajo la modalidad de plataformas digitales. El objetivo de esta ley
-además de regular jurídicamente a las plataformas digitales- busca generar una
competencia leal y frenar las problemáticas anteriormente esgrimidas. De esta forma,
dice posicionarse en un lugar intermedio entre los proyectos estatistas (21228) y
aquellos que buscan el libre comercio (20951, 20518); sin embargo, el proyecto se
centra en los usuarios y consumidores de la aplicación, y no en las personas
“colaboradoras”.
La diputada Paola Vega Rodríguez cuenta con otro proyecto de ley en trámite que, si
bien no ha contado con la misma relevancia pública del primero, es imperioso para
avanzar en una mejor fiscalización del sector económico. El proyecto No. 22142 busca
regular las comisiones que obtienen las plataformas digitales de reparto.
Actualmente, las empresas de plataformas de reparto cobran una comisión por venta a
restaurantes, la cual en muchos casos es superior a 30%.
Hasta el momento, ninguno de estos proyectos de ley cuenta con una verdadera
participación ciudadana en su elaboración, y se encuentran atascados en una asamblea
legislativa saturada por el contexto de crisis social, económica y política causado
por la pandemia del Covid-19, que ha impuesto un orden de agenda enfocado en otros
aspectos.
De esta forma, Costa Rica llega al 2021 sin una regulación aprobada para el sector de
plataformas austeras. A seis años de la entrada de Uber (como primera empresa de
este tipo con funcionamiento en el país), Didi y plataformas similares, aún son
ilegales para el marco jurídico, a pesar de que en los inicios de 2020 se admitió
contar con alrededor de 28 000 conductores activos y 971 000 usuarios (Avendaño, 2020).
Esta indefinición, como bien se ha argumentado en el estudio reciente de Artavia et al. (2020) sobre el
caso costarricense, acarrea riesgos en términos de brechas sociales conforme al
aumento de la informalidad laboral, a la falta de seguro médico o de cotización para
el sistema de salud pública y al aumento de la conflictividad social, entre otros
aspectos.
Resultados y análisis: tendencias de la protesta frente a las plataformas
austeras en Costa Rica (2015-2020)
En Costa Rica, el conflicto entre las plataformas y el gremio de taxistas ha dado
lugar a múltiples acciones colectivas; el análisis se remonta a 2015, año de la
llegada de Uber al país. La nueva competencia que se dio a partir de la introducción
de la aplicación implicó el comienzo de los choques entre el gremio de taxis y la
empresa Uber. Por tanto, para el análisis de la protesta se debe considerar tanto la
fuerza laboral perteneciente a las plataformas austeras como a las personas
taxistas, actores clave.
La tendencia de los eventos de protesta muestra que el pico en las manifestaciones
del gremio de taxistas sucedió en 2015, y luego de esto la cantidad de eventos de
protesta fue a la baja (ver gráfica 2). Caso
contrario es el del sector de plataformas, cuya tendencia ha ido en aumento a lo
largo del tiempo, algo esperable debido a la nula organización inicial que
presentaban los empleados recientemente contratados, y al crecimiento exponencial en
la cantidad de empleados con el arribo de nuevas plataformas.
Evolución de la protesta frente a las plataformas austeras según
sector demandante, 2015-2020
N=164Fuente: elaboración propia con base en Sáenz y Sánchez (2020).
El auge en las movilizaciones del sector de plataformas austeras coincide con el
declive de las protestas en el sector taxista. Mientras que para inicios de 2019 la
cantidad de protestas de taxistas era abrumadoramente superior a la de plataformas
digitales, durante 2020 se muestra un panorama opuesto, en donde el sector de
plataformas es el que toma la delantera.
Una de las razones del crecimiento exponencial de las protestas entre el año 2019 y
el 2020 en el sector de plataformas austeras puede relacionarse con la llegada de la
pandemia del Covid-19, sumado a la vitalidad que tomaron las plataformas de reparto
para respetar el aislamiento social, por lo que se convirtieron en sectores
esenciales; asimismo, se incrementaron los niveles de desempleo en Costa Rica, ya
que se llegó a un histórico 24%, lo que desplazó a una gran masa laboral hacia la
“economía colaborativa” (Programa Estado de la
Nación, 2020)
El reparto ha permitido que las personas consideradas población de riesgo realicen
sus compras habituales -más allá de la comida-, sin tener que salir de casa. En
consecuencia, comenzaron a darse paros internacionales, en los que participaron
repartidores de Costa Rica y otros países, como Brasil, Ecuador, Colombia,
Argentina, Perú, Guatemala y España (Koringfield,
2020).
En cuanto a las manifestaciones por parte del gremio de taxistas, ha habido una clara
caída en términos cuantitativos. Aunado a esto, también se ha dado un descenso en la
cantidad de investigaciones académicas, a raíz de la baja en la algidez del
conflicto “taxis versus Uber” con el paso del tiempo, el cual se mantiene en
“impasse político” tras la discusión de varios proyectos para
su regularización en el Poder Legislativo.
A pesar de lo anterior, las manifestaciones no han cesado del todo. La razón de la
continuidad en las protestas se vincula con la inclusión de nuevas plataformas
digitales para el mismo trabajo del sector taxista (la llamada “OMNITaxi”), lo que
ha generado una respuesta por parte del CTP, que aclara que este “no ha dado ningún
tipo de aval o autorización, como tampoco nos ha sido solicitado, para que
plataformas tecnológicas de carácter privado sean utilizadas por los concesionarios
de taxi como una herramienta que facilite la comunicación entre usuarios y taxistas
respecto a la solicitud de viajes” (Córdoba,
2020).
El conflicto es crucial, en vistas que la aplicación OMNITaxi cuenta con alrededor de
6 000 taxistas que se han incorporado a su plataforma, los cuales cobran tarifas
menores a las establecidas. Estos conductores podrán ser sancionados por el uso de
la plataforma, y podrían perder su contrato de concesión como taxistas. Ante este
conflicto, y las protestas de taxistas que reclaman su resolución, el CTP afirmó
estar elaborando un plan para que los taxistas tengan mejores herramientas
tecnológicas.
Los actores colectivos pertenecientes al sector de plataformas digitales no tienen
una larga trayectoria de lucha o conocimiento de las dinámicas institucionales de
protesta, mientras que el gremio de taxistas sí (en términos de acciones
colectivas); esto, en tanto el sector ha formado parte importante de las coyunturas
más álgidas en la historia política reciente de Costa Rica (Hernández, 2013).
Esto se ve reflejado en los datos de la tabla
4, en la que se puede observar una baja incidencia de acciones colectivas
“institucionales”, como las reuniones con autoridades por parte del sector de
plataformas (3,7%), y una predominancia de repertorios “de calle”, como las marchas
y concentraciones, las cuales en conjunto representan 62,9% de la movilización de
este sector.
Repertorios de acción colectiva en la protesta frente a las
plataformas austeras, según sector demandante
Repertorio
Sector demandante
Taxistas
Plataformas
Otros
%
N
%
N
%
N
Asamblea
5,9
7
3,7
1
5,3
1
Bloqueo
12,7
15
3,7
1
5,3
1
Ciberacciones
0
0
0
0
10,5
2
Concentración
20,3
24
25,9
7
5,3
1
Declaración pública
17,8
21
14,8
4
52,6
10
Denuncia ante entidades
7,6
9
7,4
2
10,5
2
Huelga de hambre
0
0
3,7
1
0,0
0
Marcha
22,9
27
37,0
10
5,3
1
Reunión con autoridades
12,7
15
3,7
1
0,0
0
Otros
0
0
0
0
5,3
1
Total
100
118
100
27
100
19
Fuente: elaboración propia con base en Sáenz y Sánchez (2020).
En contraste, el sector de taxistas presenta un repertorio amplio que, si bien
contiene una predominancia de acciones directas, resulta más variado en comparación
con el sector de plataformas. Entre las acciones recurrentes -además de las acciones
callejeras- se encuentran las asambleas, las declaraciones públicas, las denuncias
ante entidades y las reuniones con autoridades. No se registran casos de
ciberacciones, lo cual se podría explicar por la antigüedad del gremio y la
preferencia por recursos de protesta más tradicionales.
Por último, en el sector de “otros” se encuentra una constelación diversa de actores
demandantes que van desde asociaciones de consumidores y cámaras empresariales hasta
grupos organizados de la sociedad civil y sindicatos de trabajadores. A pesar de la
diversidad, estas organizaciones han optado por tomar partida, sobre todo, a través
de las declaraciones públicas en medios (52,6%).
En cuanto a las demandas (ver tabla 5), las
del sector de plataformas muestra una tendencia a estar estrictamente ligadas a sus
condiciones económicas del momento; es decir, constituyen demandas puramente
circunstanciales, e incluso reactivas ante el escalamiento del conflicto en
determinados momentos. La principal demanda de este sector se vincula con la defensa
del trabajo y las condiciones laborales (59,3%).
Principales demandas en la protesta frente a las plataformas
austeras, según sector demandante
Demanda AEP
Sector demandante
Taxistas
Plataformas
Otros
%
N
%
N
%
N
Defensa del trabajo y las condiciones
laborales
28,8
34
59,3
16
5,3
1
En favor o en contra de leyes, reglamentos,
planes o decretos
33,9
40
3,7
1
31,6
6
Fiscalización de la función pública y rendición
de cuentas
15,3
18
29,6
8
26,3
5
Intervención de gobierno
16,9
20
0
0
5,3
1
Mejora o defensa en el acceso, calidad y costo de
los servicios públicos
1,7
2
0
0
21,1
4
Otras
3,4
4
7,4
2
10,5
2
Total
100
118
100
27
100
19
Fuente: elaboración con base en Sáenz
y Sánchez (2020).
Esto puede responder a una falta de bagaje político respecto a la importancia de la
legislación, o bien, a la intervención del gobierno para la labor económica en
cuanto a la regulación de la actividad. A esta línea de interpretación se le puede
sumar que la fuerza laboral de plataformas se considera como una fuerza de tránsito,
en la que no necesariamente se ve su labor a largo plazo, a diferencia del sector
taxista, en donde se ha institucionalizado su labor como un oficio más.
Existe un claro contraste con el sector de taxistas, cuyos reclamos dirigidos al
plano institucional superan a los reclamos en torno a las condiciones laborales
(28,8%). Aquí predominan las demandas de posicionamiento a favor o en contra de
leyes, reglamentos, planes o decretos (33,9%), las cuales han referido sobre todo a
pronunciamientos ante los distintos intentos del Poder Ejecutivo por establecer
marcos regulatorios para el funcionamiento de las plataformas en el país. Resulta
destacable la cantidad de solicitudes de intervención del gobierno (16,9%), sumada a
la demanda de fiscalización de la función pública y rendición de cuentas (15,3%), lo
que sigue la línea de oposición a la regulación de las plataformas, aunque por
distintos medios.
Aunado a lo anterior, la diversificación de las dinámicas de protesta de taxistas en
relación con los trabajadores de plataformas se vislumbra de forma clara cuando se
trata de las entidades demandadas. El sector de taxistas tiene un amplio
conocimiento respecto a las diversas formas de ejercer presión, por lo que dirige su
descontento a entidades variadas que van más allá de los gobiernos y las empresas;
es el caso del sector de plataformas (ver tabla
6). Así, la gran parte de sus protestas se concentra en la apelación al
gobierno central (33,9%); sin embargo, hay que destacar que también se ha buscado
ejercer presión en el Poder Legislativo (19,5%), en el Poder Judicial (13,6%), e
incluso directamente en la figura de la Presidencia de la República (11,9%).
Entidades demandadas en la protesta frente a las plataformas
austeras, según sector demandante
Entidad demandada
Sector demandante
Taxistas
Plataformas
Otros
%
N
%
N
%
N
Gobierno en general
33,9
40
55,6
15
47,4
9
Empresas privadas
0,8
1
33,3
9
0,0
0
Instituciones reguladoras
6,8
8
0,0
0
5,3
1
Ministerios
8,5
10
0,0
0
10,5
2
Poder Judicial
13,6
16
3,7
1
15,8
3
Poder Legislativo
19,5
23
0,0
0
0,0
0
Presidencia de la República
11,9
14
3,7
1
10,5
2
Otras
5,1
6
3,7
1
10,5
2
Total
100
118
100
27
100
19
Fuente: elaboración con base en Sáenz
y Sánchez (2020).
Por otra parte, las protestas del sector de plataformas han sido dirigidas a la
empresa de Uber (33,3%), la cual ha logrado llegar a más de 900 mil usuarios en
Costa Rica, 28 000 conductores, y más de 200 millones de viajes, lo que constituye
un verdadero monopolio (Avendaño, 2020). En un
comunicado oficial, Uber manifestó que Costa Rica es un país que brinda buenas
condiciones para su actividad, y se percibe como un garante de trabajo y seguridad
en un momento en el que el país sobrepasa 20% de desempleo, lo que la posiciona como
una empresa fundamental para la reactivación económica del país (Uber Costa Rica, 2020).
A pesar de que no se ha logrado terminar el monopolio de Uber, a partir de 2018 se
han incorporado plataformas alternativas de transporte de personas, como InDriver y
Beego. Asimismo, en 2019 llegó a Costa Rica la empresa china Didi Chuxing Technology
Co., principal competidora de Uber en el mercado de plataformas de transporte a
nivel global. Este ingreso de nuevas plataformas al país tiene la potencialidad de
transformar el mercado en un oligopolio; sin embargo, aún debe verse el impacto que
este tenga respecto a los repertorios de protesta. De acuerdo con lo anterior, las
empresas extranjeras han terminado por desplazar a las plataformas austeras de
origen nacional (como Go Pato) o regional (como la centroamericana Hugo).
Para cerrar, en cuanto al plano discursivo, el ADP aplicado (ver gráfica 3) muestra que en el sector de taxistas la totalidad de
sus demandas se ha enmarcado en torno a la cuestión de la competencia (99,2%). En
términos generales, el gremio reclama la existencia de una competencia desleal y se
posiciona en contra de la legalización de las plataformas de transporte. Este
reclamo ha logrado cooptar prácticamente todos los reclamos del sector taxista, con
lo que desplaza algunos marcos que tenían más antigüedad, como aquellos vinculados
al cese de taxistas irregulares, conocidos como “porteadores”, a raíz de un
conflicto fuerte durante el año 2012 (Gómez y
Cerdas, 2019).
Marcos discursivos de las demandas en la protesta frente a las
plataformas austeras, según sector demandante
N=164Fuente: elaboración con base en Sáenz y
Sánchez (2020).
La vía institucional y las presiones puntuales han formado parte de una agenda para
lograr desmontar el funcionamiento de empresas como Uber en el país. La apelación a
la “judicialización del conflicto” ha sido una estrategia seguida por este sector en
diversas latitudes (Thelen, 2018).
Respecto al sector de plataformas, aunque hay una diversificación en el enmarcado de
las demandas, los resultados muestran un claro énfasis en la crítica a las nuevas
relaciones laborales, que devienen de la incertidumbre de la inserción en el trabajo
digital (44,4%). En segundo lugar, se encuentran las demandas dirigidas a cuestiones
de competencia (33,3%), y en tercero las que corresponden con cuestiones de la
seguridad de los trabajadores digitales (22,2%). La notable relevancia de esta
última demanda en relación con el gremio de taxistas no es sorpresa, debido -entre
otras cosas- al escalamiento físico del conflicto con los taxistas, además de la
subcontratación y la ausencia de garantías sociales. Aunado a esto, los ritmos
acelerados que ha impuesto el exceso de oferta durante la pandemia por el Covid-19
ha ocasionado el incremento de la preocupación por los riesgos en materia de salud
(Koringfield, 2020).
Por último, ya que en el sector de “otros actores” predominan las demandas de
asociaciones de consumidores, el gran porcentaje enmarcado en torno al eje de
competencia (89,5%) responde en parte al alineamiento de estos grupos con los
intereses de las empresas de plataformas bajo el alegato de la autonomía de la
voluntad y la libertad para decidir del consumidor.
Conclusiones
El objetivo del presente trabajo ha sido ofrecer un primer acercamiento teórico y
empírico a la protesta social a raíz de la entrada de las plataformas digitales
austeras, con referencia específica al caso de Costa Rica entre 2015 y 2020. A
partir de la propuesta metodológica que combina el AEP y el ADP, se ha establecido
un mapeo de esta nueva dinámica contenciosa, lo que abre nuevas posibilidades
analíticas y metodológicas para futuros trabajos.
Los resultados del análisis estadístico descriptivo permiten trazar patrones de
movilización política respecto a los actores demandantes, los repertorios de acción
colectiva, la dirección de los reclamos y los marcos de las demandas, con
diferencias claras entre los distintos sectores que han formado parte de este campo
de disputa.
De entre los principales hallazgos, cabe destacar los cambios observados en la
protesta frente a las plataformas austeras en Costa Rica a lo largo del tiempo,
desde la entrada en funcionamiento de la empresa Uber en el país; esto, en tanto la
dinámica contenciosa ha pasado de estar totalmente dominada por el sector
tradicional de taxistas a evidenciar la entrada de nuevos actores (como los
trabajadores de plataformas y algunos grupos de la sociedad civil), los cuales han
vuelto más complejo el panorama de acción para el gobierno costarricense en términos
de regulación y, por tanto, a incorporar nuevas demandas y arenas decisorias dentro
del sistema político.
Bajo este contexto, el gremio de taxistas -actor relevante en las coyunturas
políticas álgidas de Costa Rica, al menos durante los últimos treinta años- ha
seguido una estrategia de política de corte amplio que incluye variedad en los
repertorios de movilización, diversidad en los focos de presión (Poder Ejecutivo,
Poder Legislativo, Poder Judicial, Ministerios, entre otros) y centralidad en el eje
de la competencia en el mercado de transporte de pasajeros.
Dentro del período de estudio, el sector de las plataformas austeras evidencia un
proceso de aprendizaje institucional, organizacional y gremial que, si bien ha
repercutido en una gama más reducida de tipos de acción colectiva, entidades
demandadas y reclamos, presenta mayor complejidad en el enmarcado de las demandas,
las cuales trascienden el eje de la competencia e introducen problemáticas al debate
público; a saber, las relativas al régimen de empleo, las condiciones laborales y la
seguridad de los trabajadores de estas plataformas.
Este trabajo ha querido constituir un primer aliciente para fomentar la reflexión en
torno a los impactos de la llamada “cuarta revolución industrial” y la economía
compartida, a través de una metodología clásica dentro de los estudios de la
protesta. Se espera que en el futuro este ejercicio pueda contribuir al diálogo y al
examen comparativo en la región latinoamericana.
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Las economías p2p (peer-to-peer) tienen una larga data. En
principio funcionaban sin conexión a internet y permitían realizar transacciones
entre pares sin necesidad de un tercero; usualmente pagaban una tarifa al
intermediario. Actualmente, la irrupción de la tecnología y las redes sociales
pavimentó el camino para que se creen mercados de tipo p2p, en el que las
plataformas, en principio, funcionan como intermediarias. Por tanto, la
diferencia entre una plataforma austera y una austera p2p estriba en el papel
que se le brinda a la empresa: entre mera intermediaria o partícipe central
(Cheng, 2014). Algunas
investigaciones engloban dentro del término p2p a aplicaciones
como Uber (Bravo, 2018; Vieira et al., 2018), dado
que múltiples empresas, como las de transportes de personas, comidas y objetos,
buscan mostrarse como plataformas p2p para tratar a sus empleados como “socios
colaboradores”, y así deslindarse de responsabilidades jurídicas.
Existe una página de Wikipedia dedicada a reconstruir este conflicto en varios
países a partir de fuentes periodísticas. A este respecto, ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Conflicto_entre_Uber_y_los_taxistas
La traducción es propia.
Para el detalle de las múltiples bases de datos de la región latinoamericana que
han sido construidas en correspondencia con la metodología del AEP, ver Almeida (2020, pp. 79-80).
La base forma parte del proyecto Protestas, afiliado al
Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica. Esta se
encuentra disponible para consulta pública en el siguiente enlace: https://protestas.iis.ucr.ac.cr
Para un mayor detalle respecto a la selección de las fuentes y a las estrategias
de codificación, ver Protestas
(2019).
A fin de fomentar la transparencia en la investigación social, se ha puesto a
disposición la base de datos utilizada en este trabajo (Replication Data) en el
repositorio Harvard Dataverse. Esta puede consultarse de forma gratuita en el
siguiente enlace: https://doi.org/10.7910/DVN/EBKVAR
Órgano con desconcentración máxima que regula y controla, en todo el territorio
nacional, el transporte remunerado de personas en la modalidad de taxi.
CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO: Sáenz Leandro, R. A. y Sánchez Moreno, R.
L. (2021). De la disrupción tecnológica a la movilización política: una
aproximación a la protesta social frente a las plataformas austeras.
Paakat: Revista de Tecnología y Sociedad,
11(21). http://dx.doi.org/10.32870/Pk.a11n21.606
PAAKAT: Revista de Tecnología y Sociedad, año 14, número 26, marzo - agosto de 2024, es una publicación electrónica semestral editada por la Universidad de Guadalajara, a través de la Coordinación de Recursos Informativos del Sistema de Universidad Virtual. Av. La Paz 2453, Col. Arcos Sur, CP 44140, Guadalajara, Jalisco, México. Tels. 33 32 68 88 88 y 33 31 34 22 22, ext. 18775. Dirección electrónica: http://www.udgvirtual.udg.mx/paakat/index.php/paakat. Correo electrónico: paakat@udgvirtual.udg.mx. Editor responsable: Dr. Lázaro Marcos Chávez Aceves. Número de Reserva de Derechos al Uso Exclusivo del Título de la versión electrónica: 04-2011-111117155600-203, e-ISSN: 2007-3607, otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Sistema de Universidad Virtual, José Antonio Amaro López. Fecha de la última modificación: 29 de febrero de 2024.
Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación.