PAAKAT: Revista de Tecnología y Sociedad
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ISSN: 2007-3607

Universidad de Guadalajara
UDGVIRTUAL
suv.paakat@redudg.udg.mx
México

Pornografía y erotismo.
Reflexiones filosóficas sobre el sujeto de deseo en la era digital.

Pornography and eroticism.
Philosophical reflections on the subject of desire at the digital age.

 

Hermann Omar Amaya Velasco1

hermannomar@gmail.com
Universidad de Guadalajara, Sistema de Universidad Virtual, México

 

 

Paakat: Paakat: Revista de Tecnología y Sociedad, "Cultura digital y las nuevas formas del erotismo". Año 4, núm. 7, septiembre 2014 - febrero 2015.

Recibido: 31/07/2014.
Aceptado para su publicación: 14/09/2014.

 

 

1 Hermann Omar Amaya Velasco: Profesor universitario de la Universidad Virtual de la Universidad de Guadalajara. Licen- ciado y Maestro en Filosofía por la Universidad de Guadalajara. Actual estudiante del doctorado en Estética en la Univer- sidad Paris X, Nanterre la Défense. Actual Becario del programa Becas para Estudios en el Extranjero FONCA – CONACYT.

 

 

Resumen

En este trabajo pretendemos incorporarnos al debate iniciado por Michela Marzano acerca de la reproducción de la pornografía y el ero- tismo como dos representaciones del cuerpo humano. A través del pensamiento de Michel Foucault, concretamente desde su noción de poder, analizaremos la evolución de la industria pornográfica y sus representaciones como condición para la problematización del individuo en tanto sujeto de deseo.

En el contexto de la digitalización tecnológica, deseamos interrogar si las imágenes pornográficas son capaces de provocar una experiencia auténtica sobre el cuerpo y sus deseos, es decir, si su contemplación detona la capacidad subjetiva de prestarse atención a ellos mismos y de reconocerse en su propia sexualidad.

Más allá de la industria porno y su ideología, los videos amateurs y el movimiento postporno serán presentados aquí como una posibilidad de cuestionarse sobre la identidad a través de la sexualidad humana. Ambas manifestaciones son el resultado de una confrontación del individuo consigo mismo y dos formas de experimentar las representaciones de la industria pornográfica.

Palabras clave
Pornografía, Erotismo, Poder, Sujeto, Deseo.

Abstract
In this work we will tackle to join to Michela Marzano's debate on about the reproduction of the pornography and the eroticism as two re- presentations of the human body. From Michel Foucault's thought, concretely from his notion of power, we will be analyzing the evolution of the pornographic industry and their representations as a condition for the problematization of individual as a subject of desire.

In the context of the digital technology, we wish to inquire if the XXX images are able to raise an authentic experience about the body and its desire; it mean, if their contemplations spark the subjective ability off recognizing his own sexuality.

But beyond the porn industry and its ideology, the amateur's movies and the post-porn's movement will be presented as a possibility of questioning to the identity through the human sexuality. Both manifestations are consequence of a confrontation between the individual with himself and two forms of get an experience about the pornographic industry's representations

Keywords
Pornography, Eroticism, Power, Subject, Desire.

 

Índice del artículo

Introducción
Primera parte: pornografía y erotismo
Segunda parte: Digitalización de la pornografía y de la cotidianidad
Tercera parte: Post-porno
Conclusiones
Referencias

 

Introducción [ir al índice]

Gang-Bang, Fist-Fucking, Shemale, Mature, A2M, Brunette, College, Cum Swallow, Big Boobs, Gonzo, Bukkak, Tranny, Creampie, Back Swinging, Clismafilis, Daughter, Hardcore, Hentai, Milf, Blowjob, Pegging, Pov, Petite, Swinger…, el inventario es largo. Se trata de una tipología hecha por la industria pornográfica para clasificar la diversidad de actos sexuales a contemplar, a consumir.

El reconocimiento de un catálogo semejante provoca sensaciones que deambulan entre el asombro y la extrañeza, primero por la diversificación y especificación de prácticas sexuales que ahí se enlistan y en seguida por la sobreabundancia de imágenes que estallan entre los límites de lo posible, de lo pensable, de lo representable.

Podría creerse que nuestra relación con el universo de la clasificación XXX es la misma que la de cualquier otro producto que aparece en el mercado, que su existencia depende de la triangulación mercantil generada entre el consumidor, el producto y la industria productora; que el problema inicia cuando se accede y contempla el mundo de la pornografía y termina cuando se deja de hacerlo, cuando se elije consumir otro tipo de productos con mayor valor estético, moral o educativo.

¿Pero por qué lo porno tendría menos cualidades culturales? ¿Cuáles son los criterios para pensar al erotismo como bueno y al porno como malo? ¿Cómo distinguir los límites entre una imagen pornográfica y una erótica en películas como Nymphomaniac2 o Garganta profunda3 , o en pinturas como El origen del mundo4 , o en las fotografías de modelos SuicideGirls.com5 , o en textos como Las once mil vergas6 o Historia de O7 ?

Ante la condena de la pornografía, la liberación sexual de los años 60's podría ser apreciada como su reivindicación, como una especie de manifiesto que se opone a la devaluación de la industria XXX en tanto expresión cultural, su producción y consumo como una exaltación de lo subversivo, como una forma de rebelión, de emancipación y oposición total contra cualquier moral represora del sexo y sus placeres.

Pero nuestra reflexión no pretende decidir sobre lo que debe hacerse o pensarse acerca del sexo y sus representaciones, ni someter la sexualidad a una simplificación maniquea; al contrario, pensamos que su complejidad nos reenvía a nuestra intimidad más profunda, impregna nuestras relaciones con el otro y con nosotros mismos. Bajo esta primera precaución sostendremos que la pornografía es un síntoma cuyo análisis brinda la posibilidad de acercarnos y comprender eso que somos en tanto individuos contemporáneos y al tipo de relación que mantenemos con nuestros propios cuerpos.

Nuestro trabajo trata de una reflexión filosófica acerca de la pornografía y su evolución gracias a la tecnología comunicativa. Pretendemos volver al propósito foucaultiano de pensar la sexualidad bajo la idea de la problematización de uno mismo. En palabras del propio Foucault, la problematización de sí mismo ocurre cuando "los individuos […] (son) llevados a prestarse atención a ellos mismos, a descubrirse, a reconocerse y a declararse como sujetos de deseo" (Foucault 1996: 9).

Deseamos interrogar si el fenómeno de la pornografía es capaz de provocar una experiencia auténtica respecto a la sexualidad del sujeto, si las imágenes que ésta produce son representaciones propicias para la identificación de sí mismos, si su contemplación detona la capacidad de reconocerse, de prestarse atención en tanto sujetos de deseo.

De forma más concreta, emprenderemos un estudio acerca de la pornografía contemporánea y su evolución propiciada por las tecnologías actuales. Creemos que la disposición al porno gracias al Internet y que el uso de dispositivos tecnológicos como el Smartphone y sus aplicaciones han venido a transformar no sólo su industria y consumo sino también las representaciones humanas que ésta propone, ¿pero cómo ha sido dicha evolución? ¿Qué es eso concreto que la pornografía en combinación con la tecnología han alterado del hombre y sus representaciones?

Las reflexiones que aquí presentamos buscan establecer un diálogo con la filósofa italiana Michela Marzano y sus investigaciones desarrolladas en sus textos La pornographie ou l'épuisement du désir y Malaise dans la Sexualité. La piège de la pornographie (Marzano 2006)8 . En ambos trabajos la autora sostiene la tesis que las representaciones pornográficas contribuyen al deterioro mismo de la idea de ser humano, transforman al individuo y su cuerpo en un mero pedazo de carne disponible, exaltan la idea de placer en detrimento del goce y reducen las relaciones personales a simples "intercambios económicos administrados por las leyes de utilidad, del provecho y de la relación tiempo/calidad/precio" (Marzano 2006: 13).

Pero más allá de la alienación a la que es conducido el hombre ante la presencia de las imágenes XXX, pensamos que su consumo también induce a nuevos estados o formas de comprensión de uno mismo, a nuevas experiencias de eso que pensamos y decimos sobre nosotros mismos. Bajo esta tesis, en la primera parte desarrollaremos la estructura conceptual desde la que explicaremos las diferencias entre pornografía y erotismo.

A partir del pensamiento de Marzano mostraremos cómo es que la pornografía y sus disposiciones digitales se han encargado de simplificar la sexualidad humana a un conjunto de movimientos mecánicos y fisiológicos, el cuerpo a un mero objeto de intercambio y el deseo a una simple necesidad a saciar. Frente a la primera opción se erige la forma del erotismo como otra representación del hombre y sus placeres. Se trata de un discurso más complejo que recupera la imagen del acoplamiento humano, que incorpora el misterio y las contradicciones de las relaciones humanas como parte integral de la formación del deseo humano.

Pero más allá de estas dos representaciones sobre el cuerpo humano, la digitalización y la disposición de la información han venido a recrear nuevas formas de uso y comprensión de lo sexual. Es así que en el capítulo dos discutiremos con Marzano sobre la posibilidad de nuevas subjetividades que se erigen por encima de la reificación capitalista del cuerpo y sus deseos, de nuevas formas de comprensión de uno mismos y sus placeres, donde las fronteras entre lo pornográfico y lo erótico vuelven a diluirse para dar lugar a expresiones y relaciones inéditas entre el hombre y las tecnologías. La noción de poder de Foucault es el punto de apoyo para sostener nuestra posición.

Finalmente, en la tercera parte estudiaremos las dificultades y paradojas que se encuentran detrás del discurso libertario de la sexualidad moderna. El movimiento postporno será presentado aquí como una manifestación comprometida con la diferencia sexual, que denuncia las opresiones sexuales contemporáneas. Independiente de la denuncia y su activismo, el movimiento es una opción que pone en evidencia la capacidad, por parte del sujeto contemporáneo, de problematizarse, de ponerse a sí mismo como objeto en cuestión, a través del uso del lenguaje pornográfico, de poner en evidencia su propia posición y condiciones sociales que el deseo le otorga.

 

Primera parte: pornografía y erotismo. [ir al índice]

MilePics, SexTube, PornHub, PlanetPorn, Mikandi, son aplicaciones para Android cuya descarga permite llevar con nosotros imágenes y videos pornográficos en todos los rincones de nuestra vida diaria. Gracias a Apss como Met24, Grindr, Bender, Manhut, etc., es posible tener eventuales parejas sexuales a través de la geolocalización de personas afines a nuestra preferencia o apetencia sexual. También existen páginas para encuentros formales, de amistad, sexuales, swingers, etc., como Loventine.com, Badoo.com, Match.com, Zonacitas.com, Amigos.com, entre otras.

La tecnología despliega nuevas formas de encuentros humanos, el Smartphone y sus múltiples aplicaciones han venido a enriquecer nuestra cotidianidad, a ampliar las formas de relacionarnos, gracias a éstos se nos autoriza a mantener una conexión espacio-temporal cuasi continua. Su uso también nos permite vislumbrar el surgimiento de inéditas formas de comportamientos, encuentros y prácticas sexuales.

Pero no estamos en condiciones de condenar ninguna de estas prácticas ni de sostener la idea de la existencia de una "buena" forma de vivir la sexualidad o una "normalidad" en las relaciones sexuales. Antes bien, consideramos importante comprenderlas sin el aplastante juicio moralizador que sentencia el presente sólo por su diferencia.

Michel Onfray ilustra bien nuestra posición:

En los momentos más andróginos o hermafroditas de estos tiempos, el cuerpo se prueba en las posibilidades del espectro que algunos han instalado bajo la rúbrica de las perversiones. Desde las masturbaciones destinadas a vaciar el alma de las angustias solitarias a las voluptuosidades del disfraz femenino en el que se gustan la seda y el nailon, el plumón y el cuero, la piel y el perfume, el paño de los vestidos y lo sedoso de las materias, pasando por las homosexualidades de ocasión y de iniciación donde se economiza el riesgo de lo femenino, o por las relaciones sexuales triangulares a las que se prestaban con verdadero placer un compañero de escuela y la hija del panadero –que no tenía diez años como nosotros-, el deseo que ignora los códigos sociales encuentra las fórmulas de su expansión donde quiere, donde puede, lejos de toda moral moralizadora y en el puro gozo de un ejercicio imposible de diferir (Onfray 2002: 32).

Incluso en las tecnologías, el deseo ha logrado impregnarse, extenderse en formas diversas, ¿pero es posible estudiar la sexualidad y sus manifestaciones sin una concepción determinada del ser humano? ¿Puede evitarse la imposición de una visión específica de la sexualidad?

Manuel Kant, por ejemplo, en el capítulo segundo de la Fundamentación de la metafísica de las costumbres desarrolla el precepto siguiente: "Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio" (Kant 2007: 42). El imperativo es claro, se trata de una fórmula que intenta aclarar el status del hombre como fin en sí mismo y no como un medio para la obtención de otro objetivo mayor.

Sólo los objetos pueden ser tratados como medios para la obtención de algo mejor; el hombre, en cambio, es un fin en sí mismo, es algo más que un objeto, no debe ser tratado como uno más. Todo parece evidente, pero ¿por qué no podemos o no debemos utilizar al hombre como un objeto? ¿Por qué el hombre debería ser tratado como algo diferente del resto de las cosas que hay en el mundo? ¿Qué es eso que hace al hombre gozar de una condición peculiar? ¿Qué argumentos disponemos para sostener un principio antropológico semejante?

A juicio personal, no existen argumentos convincentes que nos permitan susténtalo. Pero a pesar de la ausencia de premisas suficientes, seguimos creyendo que el hombre es algo diferente al resto de las cosas que habitan en el mundo, que su dignidad surge cuando éste es tratado en cuando hombre y no como un simple objeto o un medio para satisfacer necesidades de mayor valor.

En el terreno de la sexualidad las cosas no son diferentes: un encuentro sexual ocurre entre dos cuerpos desnudos, diferentes uno del otro, es en "el lugar mismo del abandono", dice Marzano, donde se da el reencuentro de individuos que juegan, que se acarician y acoplan, que se abren al misterio del otro, donde el goce se manifiesta como resultado del deseo.

Incluso en las relaciones sexuales, el individuo es un sujeto dueño de sí mismo y no un mero conjunto de orificios a disposición. Bajo este principio sostendremos junto con la investigadora italiana que en la figura del erotismo se encuentra la imagen del acoplamiento de dos individuos, la realización de su subjetividad, de su intimidad, del encuentro entre dos sujetos de deseos. La pornografía en cambio es la imagen que transforma la sexualidad en una representación explicita de sexo, elimina los ritos de amor de su contexto sentimental, describiendo simplemente sus mecanismos fisiológicos:

¿Qué realidad se ve entonces? [Se pregunta Marzano acerca de las imágenes que muestra la pornografía] Una serie de prácticas, de gestos, de posiciones, de alaridos, de gemidos. La boca de una mujer abierta frente al sexo de un hombre, al mismo tiempo que otro la penetra. La mano de un hombre en la vagina de una mujer, a veces la mitad de su brazo. Poses acrobáticas, improbables, imposibles de reproducir. Consoladores, gel, esposas […] el rostro de una mujer recubierta de esperma […] su mirada vacía, sus ojos perdidos (Marzano 2006: 60-61).

Según El UniversalTV, Pornhub.com es uno de los sitos XXX mas consultados en México, en promedio 920 mil mexicanos lo visitan diariamente (El UnniversalTV 2014). Basta echar un vistazo al sitio para descubrir la diversidad de videos disponibles y ordenados en categorías que recorren las más extravagantes posiciones y estilos: sexo vaginal, anal, doble penetración, sexo con mujeres maduras, latinas, amateurs, homosexuales, asiáticas, rubias, felaciones, fetichismos, etc.

No importa el video que se elija, el acto sexual es explícito, el va-y-viene frenético del hombre dentro de otro cuerpo se repiten una y otra vez, es descontextualizado, sin pasado ni futuro. Observamos pues la repetición de lo mismo hasta el hartazgo; a pesar de las múltiples posiciones y formas de actos sexuales, de la diversidad de tamaños de miembros o de la versatilidad de formas y colores de mujeres, la pornografía termina por simplificar la sexualidad, por suprimir la diferencia,

…reposa sobre los clichés y las reglas estereotipadas que alienan a los espectadores y los privan de sus fantasmas. Los gestos se repiten al infinito y se acumulan, las parejas se multiplican […] todo contradice la "realidad" que el X pretende mostrar construyendo un mundo irreal en el que el goce no conoce ni el fracaso ni la debilidad (Marzano 2006: 66).

Es así que la desnudez en la pornografía queda a merced del voyeur despojada de todos sus misterios, en su estado simplificado, sin la mínima posibilidad de interpretar lo representado; las imágines permanecen encerradas en un universo donde todo es ya definido de forma premeditada y reducido a lo que se muestra, donde no hay cabida para interrogarse sobre el deseo de los individuos ahí representados.

Nos referimos pues a la desnudez en estado de obscenidad pura. Para ser más exactos, más que desnudez, lo que evidencia la pornografía es simple obscenidad en el sentido que su acercamiento al objeto representado es excesivo, obsesivo, al grado de desaparecer cualquier posibilidad de significado, no hay nada más que lo que se muestra. Ante el agotamiento de sentidos de la imagen obscena, Jean Baudrillard nos propone la seducción como medio para reintroducir la ilusión: se trata de una especie de movimiento de paradojas, de un juego donde el seductor y el seducido acceden para ocultarse y develarse, para enmascarase y develarse a través de la trama del goce y el deseo de los individuos implicados.

En la seducción la desnudez es la opción que alimenta el deseo, la que enriquece el misterio del otro, de su alteridad, de su diferencia. "Ahí reside todo su secreto: en la intermitencia de una presencia. No estar nunca allí donde se la cree, allí donde se la desea" (Baudrillard 1998: 83). La pornografía reduce entonces el acto sexual a un estado de obscenidad vacía donde lo que se observa es lo que existe, el erotismo en cambio lo representa a través de los velos y las máscaras de la seducción como un movimiento que regenera el misterio del otro a través del deseo.

El deseo, por su parte, es la fuerza que hace posible el encuentro sexual como un proceso paradójico y complejo: paradójico porque el deseo siempre es, deseo de otra cosa que no es el objeto deseado, complejo porque desear implica experimentar los simulacros del otro en el propio cuerpo, porque implica asistir e incorporarse en carne propia al torbellino de voluptuosidades desbordantes del placer.

Georges Bataille podría ayudarnos a desentrañar el párrafo anterior. Para el autor de El erotismo, la experiencia sexual es un espejo de contradicciones, una especie de espiral donde un individuo expone su soledad para acceder a la alteridad de otro, para descubrirse descubriendo al otro. En el goce erótico el individuo se expone a sí mismo, de ahí que el rencuentro ocurre entre la desnudez, la fragilidad, la debilidad y el pudor del abandono de sí mismo frente al otro (Cfr. Bataille 1997).

De vuelta a la pornografía, Marzano sostendrá que sus representaciones parecen disipar cualquier posibilidad del deseo, en el sentido que la función de los cuerpos está simplificada al puro goce orgánico y el individuo a un conjunto órganos y de piezas de carne con funciones y roles ya definidos. En este contexto, la singularidad de pornstars como Alexis Texas, Sophia Santi, Aletta Ocean o Remy LaCroix queda suprimida en cuanto asumen el rol correspondiente de femmes salopes, en tanto mujeres dispuestas a convertirse en el objeto sexual masculino, en orificios disponibles al antojo de cualquiera, en mujeres insaciables y capaces de gozar absolutamente todos los caprichos de quien las posee.

Es bajo esta lógica que la autora nos conduce a su postura esencial: la pornografía reduce el cuerpo humano a un conjunto de clichés de consumo, a un objeto manipulable y reemplazable; su valor, en resumen, es comercial, mercantil, instrumental. La industria pornográfica queda entonces expuesta como la perfecta ilustración del sistema capitalista y sus paradojas libertarias, en las que en nombre de la libertad sexual el deseo es reducido a una mercancía de compra/venta.

Así pues, la crítica última sostenida por Marzano es contra la alienación sexual, contra la dominación ideológica que se establece a través de la industria XXX. Pero ¿quién es exactamente el dominado y quién el dominante?, ¿quién es el que incita o produce la dominación y quién el que la padece?

Es una evidencia que la industria pornográfica es un negocio billonario anclado en el derecho de entretenimiento del adulto y en la libertad sexual de las sociedades democráticas, compartimos también la posición crítica acerca de la pornografía como una representación ideológica de funciones y roles sexuales así como el hecho que las condiciones de quienes trabajan en la industria son degradantes9 , también creemos que es el consumidor quien asimila y asume la simplificación sexual que ahí se representa.

El problema, a nuestro juicio, radica en el intento de agotar la cuestión a una relación dialéctica de dominador/dominado, de asumir que el sistema de dominación subyacente a la industria porno es esencialmente represivo y alienante, de suponer que en la pornografía existen formas y mecanismos de dominación al servicio de una sola ideología: la neoliberal.

La tesis foucaultiana acerca del poder nos permite analizar nuevas aristas del problema de la pornografía y sus representaciones. En La voluntad de saber, el filosofo francés sostiene la idea del poder como un simple "…nombre que presenta una situación estratégica compleja en una sociedad dada" (Foucault 1996: 113). Es decir que el poder no es un concepto susceptible a ser definido, se trata sólo de una noción para referirse a un conjunto de fuerzas que se ejercen en un momento determinado.

Gilles Deleuze en su texto sobre Foucault lo explica de forma sencilla:

El poder no es esencialmente represivo (puesto que "incita, suscita, produce"); se ejerce antes de poseerse (puesto que no se posee excepto que por una forma determinable: clase, y determinada: Estado); pasa por los dominados de la misma forma que por los dominantes (puesto que pasa por todas las fuerzas implicadas) (Deleuze 2004: 78.).10

El poder es entonces un conjunto de fuerzas en relación, se trata de una noción, y no un concepto, que refiere al conjunto fuerzas en tensión en un momento determinado, ya que el poder no son formas definibles ni categorías definitivas para explicar la historia humana y sus productos.

El poder refiere a relaciones no simétricas entre dominadores y dominados, pero no es necesariamente una fuerza localizable a lado del dominador ni ausente en el dominado, se trata de un fenómeno que explica el movimiento, la relación, la confrontación existente entre unos y otros. La relación de fuerzas entre individuos ocurre debido su condición social, es la complicidad entre sujetos de condiciones diferentes lo que provoca la tensión, el choque y el movimiento de fuerzas conforman eso que Foucault nombra como poder.

En el mundo XXX, la tensión ocurre entre el productor, los actores y los consumidores de la pornografía, su complicidad es más que una relación de sometimiento ideológico. La industria pornográfica es algo más que un conjunto de representaciones alienantes de la sexualidad.

Los roles y clichés que se representan han quedado evidenciados, ¿pero qué ocurre en el consumidor?, es decir, ¿cómo se da el tránsito entre la producción de la industria porno y su asimilación por parte del consumidor? ¿Dichos roles son asumidos e imitados fiel y mecánicamente por el resto de los individuos?

Más allá de los datos estadísticos que nos permiten saber con exactitud el lugar, la frecuencia y la cantidad de pornografía que se consume, ¿Cómo podemos saber lo que ocurre en los usuarios después de la exposición de la pornografía en la WEB? ¿Es decir, los datos cuantificables son suficientes para poder hacer afirmaciones de cualidad acerca de lo que hacen o piensan los consumidores?

Más allá del supuesto de su reproducción, lo que nos interesa es comprender si la pornografía es un mecanismo de provocación para la reflexión de uno mismo y su estatus en el mundo. Así pues, desde la noción foucaultiana recién explicada, abordaremos a continuación la pornografía como un conjunto de experiencias que van más allá de la reificación capitalista del cuerpo y el deseo humano.

 

Segunda parte: Digitalización de la pornografía y de la cotidianidad. [ir al índice]

En el texto Entre Bataille y Lacan, José Assandri narra la difusión y apreciación entre algunos intelectuales de las fotos del suplicio del chino Wang Wiqin. Julio Cortazar incorpora una de sus fotos en Rayuela; Georges Dumas, Georges Bataille y Joseph-Marie Lo Duca discuten sobre los signos de éxtasis y dolor encarnados en el rostro del torturado (Cfr. Assandri 2007: 103-126, Capítulo 4).

Lo interesante de la narración de Assandri es la forma en que las fotos son tratadas como piezas únicas. Como si se tratara de un tesoro, de imágenes exclusivas cuya posesión provoca el sentimiento del privilegio de una élite, se cuestionan su autenticidad, su valor, su originalidad. Las imágenes circulan entre el asombro y el horror que ahí se retrata.

70 años y la digitalización de la información parece haber modificado todo. Las imágenes de violencia han venido a revestir los rincones de la WEB, cualquiera puede acceder a la ejecución de Sadam Husein así como a múltiples asesinatos y acciones de violencia reales.

Si en los años 90's los videos Snuff se difundían entre el misterio de su autenticidad o simples actuaciones11 , actualmente, en la plenitud de la era digital, videos de todo tipo de violencia circulan libremente en Internet, la brutalidad viva queda registrada sin dar cabida a cuestionar su lugar en la ficción.

La pornografía también parece haber sufrido una evolución. Según Marzano, el porno clásico se caracteriza por su estética ambigua, por una mezcla entre ficción y realidad, por sus clichés e imágenes teatrales, por los arquetipos de lo masculino y de lo femenino que ahí se recrean. El porno actual, en cambio, busca ser "más real que lo real", la evolución también ocurre en su contenido, donde "a partir de los años 1995/1996 las producciones más exitosas son películas especiales – S/M (quemaduras, perforaciones), bondage, violaciones, colectivos, escatología, zoofilia, satanismo, tortura."; finalmente, también se da una transformación de tipo estética, donde se privilegia el "hiperrealismo a la transparencia y a la sobreexposición sexual" (Marzano 2003: 189, el subrayado en la segunda cita textual es de la autora).

Respecto al último punto, en efecto, el porno amateur parece haberse convertido en un género privilegiado que reemplaza a los pornstars y sus arquetipos definidos, por mujeres y hombres ordinarios, menos perfectos, menos expertos. En este género, el sexo "real" es filmado y publicado en Internet, las grabaciones son de baja calidad, sin edición, la mayoría de las veces están hechas por los mismos actores. En ellas se exponen cuerpos sin maquillar, escenas de infidelidades, de sexo casual. El escenario son los espacios cotidianos: las oficinas, los baños públicos, la casa del vecino, la alcoba de la esposa infiel, el salón de clases, el hotel de paso, etc.

A diferencia de las producciones pornográficas costosas, los videos caseros perecen exponer una intimidad, muestran un comportamiento sexual auténtico, son el registro de una sexualidad genuina y el reflejo de una interiorización de las representaciones pornográficas.

Podría cuestionarse el hecho que las representaciones sexuales ahí filmadas sean reales, es decir, que no sean una representación auténtica de la intimidad, puesto que en el fondo "los actores" parecen obedecer exactamente las mismas normas, los mismos clichés, las mismas posiciones y los mismos roles sexuales creados por la industria pornográfica. En efecto, se trata de una réplica del sexo XXX, pero no de una representación mimética.

Pero a diferencia de otros filmes, la industria del porno no consiste en una simple actuación, su objetivo es demostrar que se trata de actos sexuales reales, no simulados; de hecho el acto sexual es real, la penetración no es ficticia, el placer queda evidenciado en la eyaculación que lo prueba. A pesar de lo anterior, la pornografía se mantiene entre las fronteras inciertas de lo real y la ficción, los pornstars no son actores en el sentido estricto del término, no todo es actuación, no todo es simulación, pero tampoco todo es real. Marzano comparte el testimonio de una ex-actriz porno:

Las posiciones que se obligan a hacer para que una penetración sea espectacular suprime toda eficacia o sensación agradable. Por ejemplo para que una cámara pueda filmar a plenitud una penetración, es necesario que la mujer se curvee al máximo y el hombre se introduzca en ella desde arriba para que la cámara pueda filmar el acoplamiento desde abajo. […] Es evidente que no puede haber placer en esa posición (Whites 1992: 156; citado por Marzano 2003: 62-63).

Por el contrario, en los videos caseros todo parece ser real, los actos sexuales ahí filmados son auténticos, consentidos. Se trata de una especie de reapropiación de "lo porno", de un desplazamiento de los arquetipos y de los roles pornográficos al contexto cotidiano de las personas, a la vida íntima de los individuos reales, los de carne y hueso.

Solemos asumir una clara distinción entre lo ficticio de las representaciones sexuales pornográficas y la sexualidad humana, la real, ¿pero cómo constatar esas diferencias? ¿Podemos acceder a la intimidad sexual de las parejas? El erotismo ha sido presentado aquí como la figura que representa la sexualidad humana lejos de su reificación pornográfica, ¿pero no se trata, acaso, de otra representación?

En otras palabras, el erotismo puede ser un discurso que represente la sexualidad humana desde una perspectiva de acoplamientos, de seducción, de contradicciones, pero esto no significa que sea la representación exacta de lo que ocurre entre dos sujetos que comparten sus deseos sexuales. Cualquiera sea su representación, la sexualidad humana parece no dejarse atrapar, permanece oculta, íntima, escondida entre las sábanas y la oscuridad de las alcobas, escurridiza entre los besos y los fluidos compartidos, resguardada entre los cuerpos y las caricias de los amantes.

No hay forma de teorizar sobre la sexualidad humana, sus representaciones no son más que eso –simples representaciones, ésta se resiste ante cualquier posibilidad de objetivación de las particulares formas de experimentarla, ella nos reenvía a la subjetividad más intima de cada uno. Pero son sus manifestaciones lo que nos interesa, pues es en sus representaciones discursivas donde se exponen algunas formas de percepción de lo humano que van más allá de los gustos, las tendencias y los placeres personales.

En este sentido, representaciones como la locura, las exclusiones religiosas o el incesto, por ejemplo, son una especie de línea coherente generada para delimitar las condiciones de lo normal y lo anormal en una época determinada, pero su demarcación resulta ambigua, su transgresión es siempre posible. Para Foucault, lo ilegal, lo criminal, lo anormal, lo monstruoso, son sólo términos parciales usados para conferir sentido a dichas fronteras ambiguas y para dar paso a su propia aparición en la historia.

En este contexto, la tecnología contemporánea viene a evidenciar cierta ambigüedad y confusión respecto a la definición de la sexualidad y su normalidad. Los videos caseros también son una evidencia de la sexualidad humana, las prácticas que ahí se muestran ponen de manifiesto la forma en que la pornografía ha sido asumida, vivida, consumida, reinterpretada.

Ni normal ni anormal, ni pornográfico ni erótico, se trata de una especie de reapropiación por parte de los hombres comunes y corrientes de la industria del porno, como una variedad del acto heroico a través del cual pretenden iluminar sus vidas grises, su sexualidad apagada.

Como si formaran parte de la antología de existencias compilada en La vida de los hombres infames, las escenas de sexo filmadas y publicadas en la WEB son una especie de historias minúsculas que permiten apreciar los encuentros entre los hombres ordinarios y el poder.

Sus "existencias fulgurantes" quedan registradas como personajes reales que exponen su vida sexual. Su infamia se debe a que se trata de hombres sin reputación, del hombre corriente a quien los dispositivos tecnológicos sacan por un instante de su obscuridad. En esta lucha contra aquello que lo oprime, que lo arrincona entre las sombras, el hombre infame alcanza "el punto más intenso de su vida" gracias a la exposición de sus cuerpos y su goce (Cfr. Foucault 1996).

Es cierto que los videos amateurs han sido reapropiados por la industria pornográfica como una categoría más de su amplia gama, que el recurso a imágenes no estereotipadas y el gusto por mujeres y hombres "no perfectos" es considerado una categoría más dentro de la enorme tipología de la industria pornográfica y que su consumo es sólo otro fetiche más.

Pero sus imágenes también nos muestran una forma de representación diferente a las de la industria pornográfica y del erotismo. Como una especie de híbrido, sólo se expone el acto sexual liberado de las temporalidades y las complicaciones contextuales, pero el encuentro no es completamente mecánico ni repetitivo, en ella también se pone en evidencia un goce auténtico por parte de los participantes.

Los personajes que aparecen en los videos caseros intentan reproducir los estereotipos creados en la industria pornográfica, pero el resultado no es una simple imitación, en ellos se expone también una codificación de prácticas sexuales, una especie de fetichizacion del sexo mismo en tanto objeto real.

La pornografía se mantiene entre las fronteras inciertas de lo real y la ficción, los pornstars no son actores en el sentido estricto del término, no todo es actuación, no todo es simulación, pero tampoco todo es real

Así pues, la condición de lo real depende en primer lugar de la emancipación iconográfica de la industria pornográfica: cuerpos sin rasurar, personas que superan la talla de un cuerpo esbelto y musculoso, movimientos torpes, imágenes borrosas, la cantidad de imperfecciones es simétrico a la cualidad de realidad. En segundo lugar, en nuestra sociedad de lo digital, la apariencia de existir parece estar condicionada por su publicación y registro en línea. De forma analógica, el sentido de publicar en la WEB un encuentro sexual ordinario otorga la ilusión de haber intervenido en los acontecimientos o de haber desempañado un papel apreciable o simplemente de existir ante el abrigo precario de las imágenes filmadas.

Tercera parte: Post-porno. [ir al índice]

La decapitación de medusa es una de las historias más impactantes de la mitología griega. La escultura de Rondanini o el escudo de Alejandro Magno son unas de sus representaciones más representativas, artistas como Caravaggio, Cellini, Bernini, Rubens o Dalí también nos ofrecen grandes versiones del monstruo femenino.

En un breve artículo titulado La cabeza de medusa Freud cuestiona la causa de tantas representaciones, en su respuesta explica que su decapitación está asociada al terror de la castración. Medusa representa el horror del hombre a mirar de frente la feminidad, concretamente al misterio de su sexo en el que, inversamente al masculino, el suyo siempre permanece oculto a la mirada.

La experiencia de mirar directamente el sexo femenino está asociada con la amenaza de un poder secreto, oculto ante la mirada, retraído al interior. La petrificación (la erección) del que mira se convierte así en un consuelo voyeurista frente al objeto oculto, extraño, misterioso, encubierto, amenazante (Cfr. Freud 1984: 270-271). En este contexto psicoanalítico, para Marzano la pornografía es un acto de violencia que busca poner en evidencia el interior de lo femenino, que intenta develar los misterios internos de la feminidad. Como Perseo y su decapitación, el acto machista que resguarda la pornografía se explica entonces bajo la tesis freudiana del temor al secreto femenino y su esfuerzo por desmembrarla, penetrarla, abrirla, desgarrarla, a fin de evidenciar el secreto escondido en sus entrañas.

Basta volver a pensar en la larga lista de videos e imágenes pornográficas disponibles en la WEB, para poner en evidencia el acto de violencia y los roles de lo femenino y de lo masculino que ahí se perpetúan ¿Pero es el psicoanálisis una tesis suficiente para explicar el problema de la pornografía? ¿Acaso el psicoanálisis de Freud no se encuentra ya fundamentado en una jerarquía patriarcal y en una visión del mundo disponible y ordenada en torno al falo?

Si bien el miembro masculino es un signo de poder visible, esto no da lugar a inferir, al menos en las sociedades del siglo XXI, que el sexo femenino sea un signo de poder oculto, invisible, inactivo, amenazante y pasivo. A nuestro juicio, en la pornografía y su evolución podemos observar la aparición de nuevas formas de subjetividad. A continuación explicaremos cómo en el movimiento denominado post-porno se encuentran signos de una nueva forma de experimentación, de problematización del individuo y su status como sujetos de deseo.

Esta es la cuestión que queda por analizar, pero de ninguna manera se busca glorificar alguna contra-cultura en nombre de la filosofía, sino de apoyarse en las excepciones para pensar e identificar la invención de nuevas formaciones subjetivas, de nuevas formas de experiencias y de reconocimiento del individuo consigo mismo.

En la Historia de la sexualidad I, Foucault nos explica cómo durante la época Victoriana del siglo XIX la sexualidad quedó restringida a un discurso silencioso de lo prohibido, cómo su práctica fue trasladada a la oscuridad profunda de las alcobas matrimoniales. La ley de la sociedad burguesa estaba centrada en la producción, en el criterio de lo útil, de ahí que los placeres fueran considerados un gasto inútil de energías y permanecieran fuera de la ley.

Y sin embargo la sociedad hace concesiones, la sexualidad ilegítima, la anormal, tendrá derecho a existir sólo en la clandestinidad, tanto sus representaciones discursivas como sus ejercicios pueden seguir siendo ejercido en lo profundo de lo oculto, de lo clandestino. De cualquier manera, la lógica de la producción permanece, el placer, los gestos y las palabras se intercambian por ganancias.

En el siglo XX la liberación sexual parece desplegar nuevas formas de ejercer la sexualidad, denunciar las falsedades y la doble moral de las sociedades modernas. El ejercicio voluntario de la sexualidad se convierte en un derecho del individuo contemporáneo, sus representaciones discursivas dejan la clandestinidad para convertirse en una elección libre, su disponibilidad forma parte del derecho a informarse, a entretenerse y a educarse.

Si en las sociedades modernas el onanismo fue considerado una enfermedad y un pecado que debía ser expuesto bajo confesión, para las sociedades contemporáneas es más un síntoma de una sexualidad sana, su condena es remplazada por la orientación del adulto experto -una correcta educación integral es aquella que incorpora la sexualidad humana como parte de las conversaciones formativas entre padres e hijos.

Así, el sexo y sus derechos quedan asegurados gracias a la incorporación de una estructura social que garantice su correcto desarrollo: nuevos programas educativos en las escuelas, una nueva estructura familiar que comparte valores integrales entre sus miembros e instituciones que intervienen en su libre desarrollo como parte de un programa de salud individual y social.

Masturbarse sin complejos, el derecho a tener orgasmos, la capacidad de la mujer a disfrutar su sexualidad de la misma forma que el hombre, de realizar nuestras fantasías eróticas, de pensar y practicar el sexo sin culpa…se trata de una exaltación del placer y de una obsesión libertaria evidenciada en las nuevas representaciones mediáticas, en programas educativos de radio y televisión, en páginas WEB y Blogs especializados, en revistas del corazón, incluso en la publicidad y la pornografía.

Ante este nuevo escenario, lo que el movimiento postporno denuncia es la reproducción de una serie de valores que imponen y simplifican la sexualidad. Bajo la inspiración de la teoría Queer12 y a través de manifestaciones artísticas de todo tipo, el movimiento cuestiona la idea de reducir la sexualidad a una cuestión genital o su simplificación a roles patriarcales y de sumisión femenina, o la minimización del sexo a un acto heterosexual. Si bien las denuncias parecen claras, ¿cómo es representada entonces la sexualidad para este movimiento contracultural?

El postporno aparece como alternativa a las representaciones comerciales de la sexualidad. La sexualidad y la pornografía son empleadas para incorporar nuevos significados y nuevas funciones sociales de las minorías. A través de expresiones artísticas de todo tipo se cuestionan las manifestaciones e intentos de normalización de lo sexual, se propone la idea del sexo como una categoría abierta, indefinible por naturaleza, para la apropiación de la identidad particular, más allá de la censura y los tabúes.

Emilie Jouvet, por ejemplo, en su película pornográfica One night Stand elabora una representación alternativa de sexo entre mujeres. Alejada de los artificios de la industria comercial, filma escenas de mujeres activistas de la escena lésbica y queer. El propósito de Emilie es reinventar la pornografía, o quizá mejor, señala la cineasta en una entrevista (Neliaz s.f.), habría que crear otro nombre para designar la representación explicita de sexualidad sin tanto sexismo.

Es en este sentido que el postporno se despliega ante la diversidad de manifestaciones artísticas, su activismo recorre los lenguajes de la literatura, de la fotografía y el cine, de la pintura, la plástica y el performance. Su propósito es poner en evidencia la diferencia, exponer la repetición del sexo (diría Deleuze), como gotas de agua que brotan una detrás de otra, cada una es singular, única, exclusiva, no intercambiable.

En 1992 Annie Spinkle -pionera del postporno, pone en escena un performance titulado Post Porn Modernist. En el primer acto, Annie Spinkle pone al descubierto su vagina e introduce un espéculo para invitar al público a adentrarse en ella, a mirarla (A Public Cervix Anouncement). La artista muestra su rostro complaciente, su cuerpo cubierto y decorado en lencería, pone su sexo a disposición de las mirada13.

La abertura de sus piernas parece evidenciar que no hay nada visible, de ahí la observación meticulosa del público, de ahí su esfuerzo por penetrarla a través de la mirada. El misterio parece confirmado, el sexo femenino permanece oculto a pesar de los dispositivos que intentan develar sus secretos, pero a diferencia de medusa, el rostro de Annie Sprinkle permanece sereno, alegre, complaciente y dispuesto a mostrar su interioridad como algo inasible. Esta vez, Perseo puede mirar sin temor a petrificarse, sin su espada lista para arrancar su rostro.

El hecho que el sexo femenino permanezca oculto no es una condición suficiente ni necesaria para concluir su pasividad. Frente a la visibilidad del miembro masculino, el femenino mantiene sus cualidades al interior. La penetración voyeurista deja en evidencia el absurdo de su condición pasiva y de la insistencia masculina por develar el sentido oculto de su feminidad.

Conclusiones [ir al índice]

Es imposible teorizar sobre la sexualidad sin una visión particular del hombre, ésta parece ocultarse en la subjetividad e intimidad de cada uno. Esa es la razón por la que no podemos reducir el sexo a un objeto de conocimiento como cualquier otro.

¿Qué nos queda entonces? Lo que se habla de él, nuestras representaciones sobre el sexo. La pornografía y el erotismo son dos discursos sobre la sexualidad, su diferencia radica en la representación que ambas sostienen sobre el cuerpo humano. El primero pone al descubierto el acto sexual, lo pone en evidencia a través de imágenes explícitas de sexo. La segunda, en cambio, la representa a través del juego de la seducción, de las paradojas que implica el encuentro de dos intimidades que se ocultan y develan como un espiral en movimiento.

La representación pornográfica resulta más problemática, pues su uso, acceso y disposición generas dificultades sociales respecto a la reproducción de roles sexuales, perpetúa acciones de violencia de género, reproduce los mecanismos económicos del modelo neoliberal. Esta es la posición sostenida por la filósofa Michela Marzano en sus investigaciones sobre la pornografía y el deseo.

Pero ¿cómo es que el hombre es capaz de tener experiencias sobre sí mismo?, ¿cómo es que el hombre es capaz de problematizar su propia condición de vida, de cuestionar sus experiencias sobre su propia vida?

Las preguntas anteriores sirvieron de orientación a lo largo de nuestro trabajo. Desde el pensamiento de Foucault sostuvimos que más allá de la alienación ideológica, política o económica a la que conduce el consumo de pornografía, su representación también es un discurso generador de nuevas experiencias humanas, de nuevas formas de comprensión de uno mismo.

En el contexto de la digitalización de la información, donde la pornografía parece haber evolucionado tanto en su contenido como en su estética y disponibilidad, hemos analizado el surgimiento de un género particular: la pornografía amateur.

La exposición de cuerpos cotidianos, de coitos "inexpertos", fuera de los roles comerciales de la industria pornográfica, pone de manifiesto una especie de reapropiación de la pornografía por parte del hombre ordinario, del hombre de carne y hueso.

Si bien es cierto que el análisis de los filmes caseros hacen evidente la repetición de los roles y clichés de la industria XXX, en dichos videos se aprecia también un esfuerzo humano por manifestarse lejos de la sobra de lo ordinario, por incorporarse al océano de lo digital donde la ilusión de existir parece asegurada.

El postporno es también un movimiento artístico y político que se apropia de la pornografía para denunciar el sometimiento que está detrás de la aparente liberación sexual. Bajo el lenguaje del arte y la denuncia política se configuran nuevas representaciones sobre la sexualidad; conscientes de lo paradójico que es redefinirla, en sus manifiestos se pone en evidencia la experiencia de lo excluido, de lo que está fuera de la normalidad. Se trata de discursos a favor de la diferencia, de la diversidad, de las minorías, de activistas que buscan redefinir su propia subjetividad.

Las reflexiones aquí presentadas intentaron analizar y explicar la capacidad humana de redefinirse a sí mismos, de apropiarse de sus propias experiencias de vida a través del cuestionamiento de su propio status en el mundo. Distanciados de las condenas morales, la pornografía fue analizada como un discurso cuya violencia provoca la posibilidad del hombre a mirarse a sí mismo, a redefinirse como sujeto de deseo. Pero lejos de agotar el problema aquí analizado, nuestra reflexión incita nuevas pistas de reflexión difícil de desarrollar en este artículo, tal es el caso del estudio y definición de las nuevas formas de saber y los nuevos dispositivos de poder conformados en el mundo digital, o el análisis semiótico de los videos amateurs para la identificación exacta de los roles que ahí se asumen, o el estudio detallado de la estética postporno.

Referencias [ir al índice]

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2 Nymphomaniac es una película escrita dirigida por Lars Von Trier en 2013, Es la tercera parte de la Trilogía de la depresión.
3 Garganta Profunda es un clásico del cine porno, estrenado en 1972. La película fue dirigida por Garad Damiano. Trata de una mujer que tras ser diagnosticada de tener su clítoris en la garganta como consecuencia de una mutación genética, decide satisfacer su deseo sexual a través de la felación. La película fue exhibida en todo tipo de salas de cine.
4 El origen del mundo, es una pintura de desnudo realizada en 1866 por Gustave Courbert.
5 SuicideGirls.com es un sitio web de softporn. Las modelos, no profesionales, muestran sus cuerpos desnudos bajo subscripción voluntaria al sitio. La condición especial para ser una SuicideGirl es la posesión de tatuajes.
6 Las once mil vergas es un texto escrito por el poeta francés Guillaume Apollinaire en 1907.
7 Historia de O es una novela escrita bajo el pseudónimo Pauline Reage. El nombre real de la autora es Dominique Aury, en 1954.
8 Existe la traducción al español del primer texto: Marzano, M. La pornografía o el agotamiento del deseo. Manantial, Buenos Aires, 2006; sin embargo, en este ensayo utilizaremos la versión original de ambos textos. Las citas en español aquí presentadas son traducciones libres hechas por mí.
9 Existen muchos testimonios de exactores y exactrices del cine porno que describen las condiciones de explotación y humillación a las que son sometidos. Michela Marzano, en el capítulo 12 del libro La pornograhie ou l'épuisement du désir, ofrece una investigación bastante completa de diversos testimonios y sobre las condiciones laborales de los actores del cine pornográfico. Cfr. Marzano 2003: 229-243.
10 La traducción es hecha por mí de la versión francesa.
11 La expresión snuff proviene del inglés to snuff que refiere la acción de apagar una vela, en sentido figurado significa la acción de matar. Las snuff movies es un género de cine clandestino donde se filman escenas aparentemente reales de crímenes, torturas, violaciones o violencia extrema en general.
12 La teoría Queer sostiene la hipótesis que el género y la sexualidad sólo es una construcción social e histórica. Bajo este principio, se cuestiona cualquier principio antropológico que intenta situar la identidad sexual del individuo en una condición de naturaleza.
Judith Butler, filósofa norteamericana, en su texto El género en disputa, señala el problema que está detrás de nuestra tradicional separación de géneros masculino/femenino: "Las normas de género (el dimorfismo ideal, la complementariedad heterosexual de los cuerpos, los ideales y las reglas de eso que es propio o impropiamente masculino y femenino, los cuales se encuentran reforzados por códigos de pureza racial y de tabús sobre el mestizaje) establecen lo que será inteligiblemente humano y lo que no, lo que será considerado o no como "real". Es en ese sentido que puede decirse que esas mismas normas constituyen el campo ontológico donde los cuerpos encuentran su expresión legítima" (Butler 2005: 47).
La cita aquí presentada fue hecha libremente por mí de la traducción francesa.
13 En la referencia siguiente, derivadas de la página oficial de Annie Spinkle, ANNIESPRINKLE.ORG(ASM), se muestran algunas fotografías que detallan lo anteriormente descrito: http://anniesprinkle.org/a-public-cervix-anouncement/


 

¿Cómo citar?
AMAYA VELASCO, H. O. (septiembre 2014-febrero 2015). Pornografía y erotismo. Reflexiones filosóficas sobre el sujeto de deseo en la era digital, en Paakat: Revista de Tecnología y Sociedad, 4 (7).

 

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