Vol. 8,
Núm. 2 / octubre 2016 – marzo 2017 / ISSN 2007-1094
Memoria operativa y
lectura comprensiva:
medición con pruebas de
amplitud lectora y tipo cloze en
ámbitos pre y universitarios
Working memory and reading comprehension: Assessment through reading
span test and Cloze Test, in high-school
and university levels
Universidad Veracruzana, México
Dirección General de Educación Tecnológica
Industrial DGETI, México
Universidad
Veracruzana, México
Universidad
Veracruzana, México
RESUMEN
La importancia de la memoria operativa en la ejecución de
distintas tareas cognitivas altamente demandantes, como la lectura de
comprensión y, a su vez, el impacto de ésta en el desempeño estudiantil ha sido
revisada en diversas investigaciones aplicadas en diferentes niveles de
estudio. Para evaluar el grado de relación entre los niveles de memoria de
trabajo y comprensión lectora se han aplicado instrumentos fundamentados de
manera adecuada. El propósito de este trabajo es evaluar dicho grado, entre
bachilleres y universitarios, con pruebas de amplitud lectora y de tipo cloze, debido a la escasez de la aplicación
conjunta de estos instrumentos en el ámbito hispanoamericano. Lo anterior, a
pesar de la fácil construcción, aplicación
y análisis de exámenes formados de preguntas con respuesta anidada (cloze)
en plataformas virtuales de aprendizaje abiertas como Moodle. Los resultados refieren
una correlación, para los mayores de diecinueve años, altamente
significativa para mujeres y significativa para hombres, en parte debido a
una mayor proporción de universitarios
tanto en el nivel de lectura instruccional como en el cuarto nivel de amplitud
lectora.
Palabras clave:
Test de memoria, memoria operativa, comprensión de lectura, prueba de lectura,
prueba de amplitud lectora, prueba cloze, educación superior, educación media
superior.
ABSTRACT
The significance that working memory has in the performance of various highly demanding cognitive tasks such as reading comprehension and, in turn, the impact it has on student performance has been examined in numerous studies applied to different levels of education. Therefore, standardized tests properly supported have been implemented in order to measure the degree of relationship between working memory and reading comprehension. The aim of this study is to assess such relationship by using reading span tests and cloze tests due to the fact that these instruments are not frequently used in conjunction in Hispanic American contexts. All of this takes place despite the practical development, application and analysis of tests made with questions embedded with (cloze) answers in open virtual learning platforms like Moodle. The results refer to a correlation for those over nineteen years of age, highly significant for women and significant for men, in part due to a higher proportion of undergraduates in both the instructional reading level as well as for fourth reading span level.
Keywords:
Memory test, working memory, reading comprehension, reading test, reading span test, cloze test, higher education, high school.
INTRODUCCIÓN
La memoria operativa (MO) es un
sistema que mantiene y manipula información requerida para ejecutar tareas
cognitivas complejas relacionadas con el aprendizaje, la resolución de
problemas y la comprensión. En virtud de que en el proceso lector intervienen
tanto el reconocimiento de símbolos gráficos (formas) como la integración de
información en esquemas previos del lector (significados), se requiere una
constante interacción entre los subsistemas que componen la MO a fin de que el
lector logre descifrar la información contenida en el texto (Gutiérrez-Martínez,
García, Elosúa, Luque y Gárate, 2002; Just & Carpenter, 1992).
Reconocimiento, recuerdo, elaboración de inferencias, acceso al conocimiento
previo y habilidad para integrar información relevante y nueva son aspectos en
los que se ha aceptado nutridamente que una MO baja interviene de modo negativo
en la comprensión de un texto, ya que una amplia permite el uso de mayor
cantidad de recursos (Gómez-Veiga, Vila, García-Madruga, Contreras y Elosúa, 2013;
García-Madruga, Elosúa, Gil, Gómez,
Vila, Orjales, Contreras, Rodríguez,
Melero & Duque, 2013).
Entre los estudios que reflejan la medición de la MO respecto a la comprensión de textos en niños de educación primaria se encuentran el de Baqués y Sáiz (1999); Sánchez y García (2003); Carriedo e Iglesias-Sarmiento (s.f.); Iglesias-Sarmiento, Carriedo y Rodríguez-Rodríguez, (2015); y Gómez-Veiga et al. (2013). Sobre educación secundaria son referencias Gutiérrez-Martínez, Ramos y Vila (2011), García-Madruga y Fernández (2008), Gutiérrez-Martínez et al. (2002), Miranda-Casas Fernández, Robledo y García-Castellar (2010), y en el nivel universitario, Del Río y López-Higes (2006), Meilán y Vieiro (2001) y Barreyro, Burin y Duarte (2009). Los estudios citados, para medir la MO, han usado la prueba de amplitud lectora (PAL) versión hispana del Reading Span Test, propuesto por Daneman y Carpenter (1980).
El método cloze, propuesto por
Taylor en 1953, ha sido extensamente estudiado y validado tanto como medida de
legibilidad de un texto como para evaluar la comprensión general del lector
(Bickley, Ellington & Bickley, 1970; Quintero, 1986). Se presenta un texto
en prosa, con supresión sistemática de cada quinta palabra, por lo que evalúa
el éxito del lector al completar de manera adecuada los espacios vacíos (López,
1983; Monsalvo, 1985).
Los trabajos que han aplicado la PAL
o sus derivaciones, ya mencionados, han usado pruebas distintas al método cloze
para medir el rendimiento de los lectores, a excepción del estudio de O’Shanahan,
Siegel, Jiménez y Mazabel (2010), quienes emplearon un instrumento parecido (cloze
oral), pero para evaluar, entre otras, la conciencia sintáctica y su relación
con la MO, en inglés y español.
Nuestro objetivo es determinar el
grado de asociación entre el nivel de capacidad de la MO y la comprensión
lectora, usando ambos instrumentos, en alumnos de educación media superior y
superior.
MEMORIA
OPERATIVA Y COMPRENSIÓN LECTORA
La MO se entiende como un conjunto
de subsistemas –el fonológico, el visoespacial y un retén que conecta los dos
subsistemas anteriores con la memoria a largo plazo– dependientes de un
ejecutivo central que almacena y manipula información, controlándola y
procesándola activa y simultáneamente, aunque de manera limitada por la
capacidad de atención (Baddeley, 2000). La memoria a corto plazo, dividida en subsistemas
distinguibles de la MO, almacena con brevedad los datos captados de modo sensorial
y gracias a un sistema de control de la atención –limitado– los traslada,
activa o recupera hacia y desde la memoria a largo plazo (Baddeley, 2003;
Juffs & Harrington, 2011).
Siguiendo este planteamiento, la MO constituye
el paso previo a través del cual la información tiene que ser almacenada en la memoria
a largo plazo (Gómez-Veiga et al., 2013; Juffs
y Harrington, 2011). La capacidad de reemplazar la información en desuso
por nuevos datos relevantes para la reestructuración de los esquemas en la
memoria ha coadyuvado en llamar a la amplitud de la MO como función ejecutiva
de actualización (Carriedo e Iglesias-Sarmiento, s.f.; Iglesias-Sarmiento, Carriedo
y Rodríguez-Rodríguez, 2015).
Por su parte, el planteamiento de Ericcson
y Kintch (1995), basado en los procesos de comprensión lectora identificados en
los lectores competentes, incorpora a la idea original de almacenamiento
temporal de la MO un almacenamiento a largo plazo. La memoria operativa a corto
plazo (MO-CP) almacena información provisional que puede quedar retenida en la
memoria operativa a largo plazo (MO-LP), dependiendo de la habilidad del lector
para codificarla, esto es, de las claves de recuperación que puede generar y
almacenar en la MO-CP, presumiblemente con la aplicación de estrategias. En
general, la MO-CP se encargaría de mantener las claves de recuerdo elaboradas
mediante un intercambio constructivo en la memoria a largo plazo, apoyado en la
estructura del texto y el conocimiento previo. Con base en dicho planteamiento,
la eficacia de la MO variaría ante la familiaridad o no de la tarea, por lo cual
explica mejor la ejecución de individuos competentes en determinadas tareas.
PRUEBA DE
AMPLITUD DE LECTURA
Para Gutiérrez-Martínez et al. (2005), la amplitud y funcionalidad de la
MO corresponde a la eficacia con la que se realicen ciertas operaciones, puesto
que la ampliación de la capacidad de almacenamiento se da al requerir, por
parte del procesamiento, menos recursos. Lo anterior establece las bases para
el tipo de medición más usual, el cual involucra el procesamiento y
almacenamiento, de manera interdependiente, al combinar ambas tareas en la
denominada PAL. Desarrollada por Daneman
y Carpenter (1980), supone un instrumento de medición de las funciones de
almacenamiento y procesamiento atribuidas a la MO y requeridas en el proceso
lector, ya que las tareas implican retener información mientras se necesite el
procesamiento simultáneo.
Siguiendo la versión original de
Daneman y Carpenter (1980), la prueba ha sido adaptada a población hispana,
para niños y en aplicación auditiva. A pesar de que se considera que las
medidas de MO basadas en dígitos o no verbales también tienen que ver con la
comprensión del discurso (Canet-Juric, Urquijo, Richards & Burin, 2009), los estudios demuestran una
mayor correlación entre las medidas de la MO verbales y la comprensión lectora
(Daneman y Merikle, 1996), lo cual estaría relacionado con el modelo del
componente auditivo en el lenguaje de Baddeley (2003).
En la citada prueba se presenta una
serie de frases que van incrementando en número por nivel alcanzado, de manera
que el sujeto lee en voz alta, en un primer nivel, tres series de dos frases
que aumentan hasta llegar al quinto nivel con series de seis frases, que hacen
un total de sesenta. Las frases no guardan relación semántica a fin de evitar
la aplicación de estrategias y se otorga un límite de tiempo (una vez que el
sujeto termina de leer cada frase) para impedir que la repetición afecte el
recuerdo. Al concluir la lectura de cada serie, se pide al sujeto recordar la
última palabra leída en cada frase y escribirlas en la forma más ordenada
posible (Elosúa, Gutiérrez, García, Luque y Gárate, 1996). Se asume, entonces,
que una puntuación alta en la prueba denotará una mayor capacidad en la MO y
reflejará a los buenos lectores, quienes pueden almacenar con facilidad el
producto desprendido de la lectura, por lo que no disminuye su capacidad de
procesamiento de la información (Osaka & Osaka, 1992).
LA COMPRENSIÓN LECTORA Y SUS NIVELES
Para identificar la tarea lectora como
un acto comprensivo, diversos autores señalan la relevancia de determinar criterios
de referencia, como pautas de conducta a observar, nivel de desempeño esperado,
tipos de materiales sobre los cuales se prueban los comportamientos,
proporción de la tarea lectora en la que la persona debe demostrar
adecuación, así como características del lector, como su aptitud y metas
(Bormuth, 1973; Irigoyen, Jiménez y Acuña, 2008). Así pues, lector, texto y
actividad interrelacionados en un contexto sociocultural específico son
elementos que delinean la comprensión (Snow, 2002).
Para la clasificación de la tarea en niveles
de comprensión, Vallés-Arándiga (2005) documenta las propuestas de distintos
autores y evidencia, pese a la variación en terminología, el proceso de
decodificación como categoría inicial, en tanto que la aprehensión del sentido
del texto ocuparía una jerarquía más elevada. Aunque no se descarta la
influencia de la decodificación en el proceso lector, es importante diferenciar
que la lectura comprensiva en sí requiere la reconstrucción –integración,
interpretación, reflexión y evaluación– del contenido más que del recuerdo
literal de las palabras del texto (Muñoz-Valenzuela y Schesltraete,
2008); por ello se diferencia de la lectura de identificación.
Una lectura competente implica la
lectura profunda, inferencial, analítica y reflexiva de una vasta muestra de
recursos, ya sea para entretenimiento o aprendizaje (Snow, 2002). Para ello y según
Andrade-Calderón (2007), el lector requiere subcompetencias que
podrían dividirse en tres grandes grupos: a) la competencia lingüística, que
abarcaría, conforme al enfoque
lingüístico, las destrezas gramaticales, semánticas, sintácticas y
lexicales, correspondiendo a una lectura literal; b) la competencia comunicativa,
la cual, desde un enfoque psicolingüístico, incluye el análisis, la interpretación,
la deducción, la inducción, la lectura inferencial, la identificación de la
estructura del texto; y c) la competencia pragmática, que, desde el enfoque
sociolingüístico y sociocultural, se relaciona con el uso que el lector hace
del texto, la identificación de la intención del autor, el análisis del
lenguaje y la visión del mundo. Esta última, desde un nivel interpretativo y
crítico del texto.
A fin de evaluar los niveles de
competencia lectora en sujetos que han concluido su educación obligatoria, con
base en la premisa de haber obtenido las competencias necesarias para poder
aplicar conocimientos y destrezas en la vida adulta (Junta de Castilla y León,
2011), el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA)
conceptualiza el término como comprender, usar, reflexionar y
comprometerse con los textos escritos para lograr las propias metas,
desarrollar conocimiento y potencial, y participar en la sociedad
(Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos [OCDE], 2009), lo
que constituye uno de los estándares más difundidos. En el PISA existen dos
niveles de comprensión lectora: literal y no literal. El primero implica
localizar, reconocer y comparar fragmentos de información, ya sea de manera explícita
o sinónima. El segundo se subdivide en dos fases: la interpretativa, que requiere
la construcción de significados y generación de inferencias, análisis, síntesis
y reorganización de un texto, y la crítica, que, además de las características
anteriores, permite demostrar la capacidad de relacionar el texto con el
conocimiento previo, así como reconocer las intenciones del autor (Caño y Luna, 2011).
PRUEBA CLOZE
En el método cloze, para llevar a cabo
la tarea lectora, intervienen procesos cognitivos y metacognitivos, partiendo
de aspectos sintácticos y semánticos hacia el involucramiento simultáneo de
inferencias, resolución de problemas y autorregulación (Difabio, 2008;
González, 1998; López, 1983). Para evaluar la prueba, se otorga un punto por
cada respuesta correcta, se divide el número de respuestas correctas entre las
totales y el resultado se multiplica por cien para obtener el porcentaje logrado
(Condemarín y Milicic, 1988, citado en Alegre-Bravo, 2009).
Los estudios indican que las respuestas
correctas pueden corresponder a una palabra precisa, o bien, a términos
sinonímicos. Aunque hay diferencias al respecto (Bickley, Ellington & Bickley,
1970; Rodríguez-Trujillo, 1983), el uso de sinonimia se justifica en el hecho
de que la prueba, más que estructura superficial, busca captar significados del
texto (Difabio, 2008). Una vez obtenido el puntaje, se ubica en una escala para
determinar el nivel de comprensión y se considera como un lector independiente
a quien logra 75% o más, 44 a 74% como instruccional, y 43% o menos, de
frustración (Condemarín y Milicic, 1988 como se citó en Difabio, 2008). Desde su aparición, el método cloze se ha
utilizado en distintos estudios para probar la comprensión lectora de los
participantes tanto de educación básica como superior; algunas investigaciones
recientes en escenarios latinoamericanos son las de Difabio (2008), De Oliveira
y Dos Santos (2005), Márquez, Ibáñez y Pérez (2011), Alegre-Bravo (2009), y
Calderón-Ibáñez y Quijano-Peñuela (2010).
PROCEDIMIENTO
Antes de la aplicación de las
pruebas, cada investigador participante explicó el objetivo y planteó, de
manera independiente, el valor extra que para su calificación final implicaría
el resultado obtenido en dichas pruebas, coordinando la aplicación de éstas
y resolviendo las dudas, fallas del equipo y de conectividad.
Para la prueba cloze, se le planteó al
grupo que tendrían una hora para responder el examen, que colocarían una sola
palabra en cada hueco y podían corregir sus respuestas cuantas veces quisieran
antes de cerrar y enviar para su valoración automatizada. Para la aplicación de
la PAL, cada docente explicó al grupo la dinámica e hizo hincapié en que deberían
leer en voz alta cada frase y escribir la palabra última de ésta estrictamente
cuando fuera solicitada. Esta prueba fue individual y, al término de ella,
aparecía el resultado en la pantalla de la computadora, a la vez que quedaba
registrada en un archivo, cuyo nombre era la matrícula, cada una de las
palabras respondidas, el tiempo consumido y el puntaje final.
POBLACIÓN
Estuvo formada por seis grupos de
instituciones educativas de carácter público del estado de Veracruz en México y
congregó a 136 estudiantes (46% de bachillerato y 54% de licenciatura) con edades
promedio de 17.6 y 21.5, respectivamente, y una distribución de 67% hombres y 33%
mujeres. Los grupos estuvieron compuestos por alumnos de bachillerato
tecnológico (1 y 2), licenciatura en Sistemas Computacionales Administrativos
(3), Ingeniería en Sistemas Computacionales (4), Pedagogía (5) y Enfermería (6).
INSTRUMENTOS
Prueba de amplitud lectora
El estudio desarrolló la prueba
adaptada por Elosúa et al. (1996), mediante un lenguaje de programación, ideal
para el procesamiento de textos denominado Regina-Rexx. Algunas de las frases y,
por tanto, las palabras últimas fueron ligeramente cambiadas en cuanto a que no
poseían acentos. Para el piloteo, la prueba fue aplicada a los investigadores
participantes, quienes dieron su retroalimentación en la pantalla inicial, que
contenía las instrucciones. Además, para apoyar el proceso de aplicación a sus
alumnos, se les dotó de una guía con las particularidades de la prueba.
Prueba tipo
cloze
En este caso, utilizamos el texto La muralla mágica, usado con estudiantes
universitarios de ingreso reciente (Márquez, Ibáñez y Pérez, 2011). Decidimos
usar un examen electrónico en Moodle con pregunta incrustada, que contenía el
citado texto y aceptaba sinonimia. El examen se piloteó con un grupo de diez
alumnos de grado avanzado y se corrigieron las instrucciones escritas y algunas
fallas encontradas durante el proceso de evaluación automatizada, referentes a
sinónimos faltantes. Cabe señalar que Moodle registra, una vez respondido el
examen, el índice de facilidad de cada pregunta y su desviación estándar. Según
Blanco y Ginovart (2012), dicho índice representa la proporción de
participantes que responden de manera correcta a una pregunta, y si es muy alto
o muy bajo, no es útil como instrumento de medición. En general, en nuestro
caso se obtuvo un índice de facilidad de 71.95, que cae dentro de lo aceptable
y con una desviación típica de 0.0921.
RESULTADOS
De la prueba tipo cloze, los
resultados se obtuvieron directamente de la plataforma Moodle, mediante la
exportación de los puntajes en un archivo Excel. De la PAL, procesamos de modo automático
los archivos que registraron los puntajes individuales para conformar en uno
solo el grupo, la matrícula, la calificación y el tiempo de ejecución. Al
reunirse los de ambas pruebas, procedimos a agregar el sexo y edad, solicitados
en forma directa por cada docente.
Para determinar el nivel alcanzado
en lectura comprensiva y su correlación con las medidas de MO, procedimos en un
inicio a obtener los datos descriptivos mostrados en la tabla 1. Luego,
comparativos desde diferentes agrupamientos, seguidos de la ubicación grupal en
el nivel lector y de la memorización que correspondía; finalmente, determinamos
los factores de asociación entre los puntajes de las dos pruebas.
Con los resultados congregados por
grupo de evaluados y por edad, verificamos su distribución normal y encontramos
para ambos que los del test cloze cumplían ese supuesto, pero no los de la PAL;
por ello, aplicamos las pruebas estadísticas ANOVA y Kruskal-Wallis,
en ese orden.
Por grupo de alumnos, no identificamos
diferencias significativas entre los grupos para el cloze (F=1.758, p=0.126),
pero sí para la PAL (Chi-cuadrado=22.149, p=0.000), principalmente
entre los grupos 6 y del 2 al 3, a favor del primero. Por grupos de edad, omitimos
los grupos con menos de dos integrantes y encontramos en el caso de cloze
diferencias significativas (F=3.240, p=0.015) entre los grupos de diecisiete y veinte
años, a favor de los primeros por 8.79 puntos; en tanto que para la PAL no hubo
diferencia significativa alguna (Chi-cuadrado=1.710, p=0.789).
Tabla 1. Puntajes obtenidos por
cada grupo participante.
Grupo |
N |
Edad |
CLOZE |
PAL |
||||||
Promedio |
Media |
Desv. típica |
Mínimo |
Máximo |
Media |
Desv. típica |
Mínimo |
Máximo |
||
1 |
31 |
17.3 |
77.0 |
8.608 |
56.90 |
91.38 |
3.6 |
1.093 |
2.10 |
6.30 |
2 |
32 |
17.9 |
71.2 |
9.902 |
48.28 |
89.66 |
3.2 |
0.895 |
1.60 |
5.50 |
3 |
19 |
22.0 |
72.5 |
8.592 |
51.72 |
84.48 |
2.9 |
0.952 |
1.00 |
4.70 |
4 |
19 |
20.2 |
73.6 |
6.704 |
60.34 |
82.76 |
3.8 |
1.168 |
1.40 |
5.40 |
5 |
24 |
20.4 |
72.1 |
9.859 |
53.45 |
87.93 |
4.1 |
1.685 |
1.00 |
6.60 |
6 |
11 |
25.2 |
70.5 |
8.250 |
60.34 |
86.21 |
4.5 |
1.114 |
2.60 |
6.60 |
Además, llevamos a cabo agrupaciones
con fines de comparación según el nivel de estudios, sexo y momento de
aplicación (inicio o fines de semestre). Por nivel de estudios, encontramos que
los resultados del cloze seguían la distribución normal, pero no los de la PAL;
por ello, al aplicarse los estadísticos t de Student y U de Mann-Whitney, respectivamente, no advertimos
diferencia significativa alguna para el primero (p=0.277), aunque sí para la
segunda (p=0.013), a favor de licenciatura (76.25 frente a 59.52). Para el sexo,
al no cumplirse el supuesto de normalidad, se obtuvo mediante la U de
Mann-Whitney, y no hubo diferencias relevantes para ambas pruebas. Respecto
al momento de aplicación, para los grupos 1, 3 y 4 fue a finales del curso y
coincidió con el periodo de exámenes; para los otros fue al inicio del
semestre. Al aplicarse la prueba t de Student, observamos que en los resultados
de la prueba PAL no hubo diferencias, pero sí en los del cloze (p=0.026) a
favor de los grupos iniciales (74.81 frente a 71.38).
De acuerdo con la clasificación de Condemarín y Milicic (1988) para la prueba cloze y con los niveles de la PAL (MO), llevamos a cabo la distribución de los participantes por grupo, nivel de estudios y total (ver tabla 2).
Tabla 2. Distribución de los
grupos participantes por nivel.
Grupo |
1 |
2 |
3 |
4 |
5 |
6 |
Bachillerato |
Licenciatura |
TOTAL |
% |
% |
% |
% |
% |
% |
% |
% |
% |
|
Niveles
cloze |
|||||||||
Instruccional |
39 |
63 |
53 |
63 |
58 |
73 |
51 |
60 |
56 |
Independiente |
61 |
37 |
47 |
37 |
42 |
27 |
49 |
40 |
44 |
Niveles PAL |
|||||||||
2 |
35 |
50 |
63 |
16 |
21 |
9 |
43 |
29 |
35 |
3 |
23 |
31 |
21 |
21 |
13 |
18 |
27 |
18 |
22 |
4 |
32 |
13 |
16 |
53 |
33 |
45 |
22 |
36 |
29 |
5 |
6 |
6 |
0 |
10 |
25 |
18 |
6 |
13 |
10 |
6 |
4 |
0 |
0 |
0 |
8 |
10 |
2 |
4 |
4 |
En la prueba cloze ningún
participante fue ubicado en el nivel de frustración y existe una proporción
mayor de lectores con nivel independiente para alumnos de bachillerato. En
cambio, en la PAL hay una mayor proporción en los niveles del 5 al 6 para los
universitarios.
Al verificar el nivel de
asociación entre los puntajes de ambas pruebas, encontramos una
de nivel bajo entre los resultados (0.303, p=.000), aunque resulta muy
significativa si comparamos ambos niveles de estudios; mientras que para
bachilleres no existe correlación significativa, sí la hay de magnitud moderada
para universitarios (0.481, p=.000). Para los mayores de diecinueve años, la
correlación por sexo es altamente significativa para mujeres (0.592) y
significativa para hombres (0.387); destaca que para los grupos 5 y 6 la
proporción del sexo femenino es aproximadamente de 3 a 1, en tanto que para el
4 es a la inversa. Además, para quienes fueron ubicados en el nivel
instruccional de la tabla 2, encontramos un factor de asociación, aunque bajo,
altamente significativo (0.325, p=0.005). En la tabla 3 mostramos factores de
asociación por diversos agrupamientos.
Dividimos
a los alumnos en tres secciones conforme a los puntajes de la PAL: altos (N=46,
M=4.97), medios (N=49, M=3.45) y bajos (N=41, M=2.22); cada uno contenía 33% de los casos; sólo observamos una
correlación baja significativa con los resultados del cloze y correspondió a
los de nivel medio (0.293, p=0.041).
Tabla 3. Coeficientes de
correlación por diversos agrupamientos.
Grupo |
Coef. de Pearson |
Sig. |
Sexo |
Coef. de Pearson |
Sig. |
Edad |
Coef. de Pearson |
Sig. |
||
1 |
-0.137 |
.461 |
Femenino |
0.416 |
.006 |
17 |
.162 |
.420 |
||
2 |
0.182 |
.319 |
Masculino |
0.226 |
.031 |
18 |
.151 |
.419 |
||
3 |
0.367 |
.122 |
19 |
.233 |
.385 |
|||||
4 |
0.574 |
.010 |
20 |
.636 |
.003 |
|||||
5 |
0.614 |
.001 |
21 |
.527 |
.030 |
|||||
6 |
0.538 |
.088 |
>21 |
.405 |
.061 |
En
la verificación del impacto del tiempo de ejecución de la prueba y el puntaje
obtenido, encontramos que, en el caso del test cloze, en general y por nivel
educativo no había una correlación significativa, en tanto que para la PAL, en
términos globales, existía una moderada correlación (0.596); para
universitarios, una alta (0.647); y para bachilleres, una muy alta (0.936),
todas ellas altamente significativas.
DISCUSIÓN DE RESULTADOS
Test cloze
Para
los grupos a los que se aplicó la prueba cloze durante el periodo de exámenes,
el puntaje promedio pudo ser influido positivamente, porque el grupo 1 obtuvo
el mayor porcentaje de alumnos en el nivel independiente y el grupo 4 lo
resolvió desde casa debido a que no se contó con una aula de cómputo; se les
dio una semana para resolverlo. Contrariamente, el grupo 2 de bachillerato tuvo
una proporción inversa, quizá porque el docente aplicador no le impartía
clases.
De los
estudios previos revisados en contextos hispanoamericanos para el caso del test
cloze, no identificamos referencia alguna que empatara con el tipo de texto,
escala de evaluación y población en estudio. Para el caso del mismo texto usado
en estudiantes con edades similares a las de nuestro estudio, se dificultó la
comparación de los datos por el uso de un criterio distinto (modo verbatim frente a aceptación de
sinonimia) para la clasificación de las respuestas otorgadas. Específicamente,
en población mexicana no se registra referencia alguna, salvo el estudio de
Sánchez (2009), quien usó una escala diferente de ubicación de la comprensión.
En nuestro caso, con aceptación de sinonimia, observamos que ningún
participante resultó ubicado en la escala de frustración, lo que se considera
consistente con el grado académico en el cual se ubican, ya que el nivel de
frustración indicaría carencia severa de los prerrequisitos para una lectura
que se ha corroborado indispensable para dicha escolaridad.
Aunque los alumnos de
bachillerato fueron mayoría en el nivel de lectura independiente, no hubo diferencias
significativas con los de nivel superior en comparación con otros estudios (Dos
Santos, Boulhoça y Vendemiatto,
2009). Lo anterior puede entenderse si se reflexiona sobre los estándares del PISA,
los cuales establecen que, a partir de la conclusión de los estudios de nivel
básico, los alumnos adquieren la capacidad de aplicar conocimientos y destrezas
a distintos ámbitos, lo que llevaría a considerar que para el nivel medio y
superior se pueden nivelar dichas competencias.
En cuanto a ejecución por sexo,
advertimos mejores resultados para varones; sin embargo, el tamaño de su muestra
(N=91) duplica la femenina (N=45); posiblemente por ello la relación sexo y
comprensión sea opuesta a la de otros estudios (Márquez, Ibáñez y Pérez, 2011; De
Oliveira y Dos Santos, 2005).
Test PAL
Los
resultados arrojados por la prueba PAL refieren una media de 3.4 para
bachilleres, quienes se ubicaron en una edad promedio de 17.6 años, en tanto
que para universitarios fue de 3.8, con una edad promedio de 21.5 años.
Conforme a estos resultados, existe cierta tendencia a variar la ejecución según
la edad, lo que es respaldado en los estudios que aluden a diferencias
evolutivas en la capacidad, entendida como eficacia, de la MO (Elosúa, García, Gutiérrez, Luque y Garate, 1997;
Gutiérrez-Martínez et al., 2002).
Correlación entre ambos test
La
correlación entre los puntajes para mayores de diecinueve años fue mayor para
las mujeres. Esta diferencia puede deberse al factor de correlación mayor y
significativo a favor de las mujeres y a su proporción ligeramente mayor en
licenciatura (56.2 frente a 43.8), mientras que para bachillerato es mucho
menor (6.3 frente a 93.7). Lo anterior se refuerza con el hecho de que hay una
mayor proporción de universitarios tanto en el nivel de lectura instruccional
como en el nivel 4 de amplitud lectora.
Tal resultado obliga a reflexionar en dos direcciones: primero, en relación con la capacidad medida a través de la PAL; es decir, las relaciones identificadas entre la MO y la comprensión, ya sea mediante dígitos, pruebas verbales, simples, de doble-tarea, o bien, su nivel de relación con otras tareas cognitivas, han llevado a pensar que la PAL arroja datos sobre el funcionamiento general de la MO, específicamente el funcionamiento ejecutivo, encargado de coordinar el intercambio de recursos (almacenamiento-procesamiento) mediante el control atencional, sin ofrecer datos más precisos sobre la función específica sino hasta que la tarea a resolver cargue el componente de procesamiento hacia dicha dirección.
Segundo, la menor correlación encontrada
en niveles independientes de lectura corrobora el planteamiento de Ericcson y
Kintsch (1995), en el cual, si la MO de un lector variara conforme a su
pericia, un lector competente no vería tan comprometida la tarea de
procesamiento. En este sentido, las críticas a la versión clásica de la PAL se
hacen presentes: el recuerdo de palabras al final de frases no relacionadas
implica más trabajo mecánico memorístico que de comprensión (Gutiérrez-Martínez
et al., 2005).
CONCLUSIONES
La lectura comprensiva
envuelve una compleja interacción entre el lector, el texto y la tarea (Snow,
2002) y requiere una serie de sub-habilidades gramaticales, semánticas,
sintácticas y lexicales, además de la construcción de significados,
inferencias, análisis, síntesis, crítica y reorganización del conocimiento
previo.
Aunque diversos estudios aluden
la relación entre adecuados procesos de comprensión lectora y MO amplia (Baqués
y Sáiz, 1999; Carriedo e Iglesias-Sarmiento, s.f.; Iglesias-Sarmiento, Carriedo
y Rodríguez-Rodríguez, 2015; García-Madruga y Fernández, 2008), otros no
encuentran correlación alguna (Gutiérrez-Martínez, Ramos y Vila, 2011); o bien,
se observa variabilidad en los resultados conforme a las condiciones de
aplicación utilizadas (Friedman y Miyake, 2004). Los resultados obtenidos
entre estudiantes universitarios indican una correlación significativa entre
comprensión lectora y MO; sin embargo, las diferencias encontradas en nivel
bachillerato indican la necesidad de un análisis más profundo sobre el
protocolo de aplicación, como lo refieren Friedman y Miyake (2004), y sobre el
tipo de tarea de MO implicada, de acuerdo con Gutiérrez-Martínez et al. (2005).
Al respecto de la
variabilidad de resultados, si bien la prueba PAL es una medida válida de MO, como
señalan los diversos estudios que así lo han comprobado (Gutiérrez-Martínez et
al., 2005), el uso de pruebas de amplitud de razonamiento, como la de analogías
(PAL-anl), que demandan la realización de inferencias simples, puede ser
mayormente discriminante de los procesos implicados (almacenamiento y
procesamiento). Si bien Gutiérrez-Martínez, Ramos y Vila (2011) estudiaron la
correlación entre PAL-anl y comprensión lectora, tanto la población en estudio
como la prueba de lectura utilizada varían respecto a las condiciones que nuestro
caso propone. Lo anterior deja como tarea pendiente la comparación de
resultados entre dicha prueba de amplitud de razonamiento y el test cloze, si consideramos
que las tareas de análisis sintáctico, semántico e inferenciales contenidas en
éste pueden discriminar entre buenos y malos lectores; con ello, será
interesante corroborar la relación con la carga cognitiva implicada en la PAL-anl.
En cuanto al análisis por
edad, observamos correlación desde los diecinueve años, referente en su
mayoría al grupo de universitarios, lo que concuerda con los datos por nivel de
estudios. A partir de dicho grupo de edad, la correlación es aún mayor en los participantes
del sexo femenino. Sin embargo, los estudios previos no aportan datos de diferenciación
por sexo; por lo tanto, deben considerarse con cautela y hacer mayor
investigación al respecto.
Aunque la correlación
PAL-cloze debe tomarse con reserva, estimando la posible influencia de otros
elementos ya citados, los resultados aquí expuestos parecen indicar que el uso
de las pruebas PAL-cloze puede ser una opción para identificar la relación MO –en
cuanto componente más general– y comprensión lectora y brindar información útil
para el diseño de tratamientos remediales diferenciados.
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Ismael Esquivel Gámez
Doctor en Tecnología de Información y Análisis de Decisiones. Profesor de la Facultad de Administración de la Universidad Veracruzana, México.
Waltraud Martínez Olvera
Maestra en Psicología Aplicada a la Educación.
Profesora de la academia de comunicación CETis 134. Dirección General de
Educación Tecnológica Industrial DGETI, México.
Rafael Córdoba Del Valle
Doctor en Sistemas y Ambientes Educativos.
Profesor de la Facultad de Pedagogía de la Universidad Veracruzana, México.
Carlos Reyes Gutiérrez
Ingeniero en Sistemas Computacionales.
Profesor de la Facultad de Administración de la Universidad Veracruzana,
México.
Fecha de recepción del
artículo: 31/05/2016
Fecha de aceptación para su publicación: 06/07/2016
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Apertura vol. 17, núm. 1, abril - septiembre de 2025, es una revista científica especializada en innovación educativa en ambientes virtuales que se publica de manera semestral por la Universidad de Guadalajara, a través de la Coordinación de Recursos Informativos del Sistema de Universidad Virtual. Oficinas en Av. La Paz 2453, colonia Arcos Sur, CP 44140, Guadalajara, Jalisco, México. Tel.: 3268-8888, ext. 18775, www.udgvirtual.udg.mx/apertura, apertura@udgvirtual.udg.mx. Editor responsable: Dr. Rafael Morales Gamboa. Número de la Reserva de Derechos al Uso Exclusivo del Título de la versión electrónica: 04-2009-080712102200-203, e-ISSN: 2007-1094; número de la Reserva de Derechos al Uso Exclusivo del Título de la versión impresa: 04-2009-121512273300-102, ISSN: 1665-6180, otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Número de Licitud de Título: 13449 y número de Licitud de contenido: 11022 de la versión impresa, ambos otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Responsable de la última actualización de este número: Sergio Alberto Mendoza Hernández. Fecha de última actualización: 31 de marzo de 2025.
Comentarios sobre este artículo
por Rafi Gaming (2021-11-20)