aperturaApertura (Guadalajara, Jal.)Apert. (Guadalaj.,
Jal.)1665-61802007-1094Universidad de Guadalajara, Sistema de Universidad
Virtual10.32870/Ap.v16n1.2472Ensayos científicosAseguramiento de la calidad y evaluación de programas y cursos en
líneaQuality assurance and evaluation of e-learning programs and
courses0000-0002-3094-9407Perezchica VegaJosé Eduardo*0000-0001-5308-1762Sepúlveda RodríguezJesuán Adalberto**0000-0002-2855-2224Parra EncinasKarla Lariza*** Doctor en Educación por el Centro de Enseñanza
Técnica y Superior. Profesor investigador de la Universidad Autónoma de Baja
California, México, correo electrónico: eperezchica@uabc.edu.mxUniversidad Autónoma de Baja
CaliforniaUniversidad Autónoma de Baja
CaliforniaMexicoeperezchica@uabc.edu.mx Doctor en Ciencias Administrativas por la
Universidad Autónoma de Baja California. Profesor investigador de la Universidad
Autónoma de Baja California, México, correo electrónico:
jesuan@uabc.edu.mxUniversidad Autónoma de Baja
CaliforniaUniversidad Autónoma de Baja
CaliforniaMexicojesuan@uabc.edu.mxDoctora en Educación por el Centro
Universitario de Tijuana. Profesora investigadora de la Universidad Autónoma de
Baja California, México, correo electrónico:
parra.karla@uabc.edu.mxUniversidad Autónoma de Baja
CaliforniaUniversidad Autónoma de Baja
CaliforniaMexicoparra.karla@uabc.edu.mx22032024042024161176191280920231202202422032024Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia
Creative CommonsRESUMEN
El objetivo de este trabajo fue explorar las categorías, criterios e indicadores
necesarios para evaluar la calidad de los programas educativos y el diseño
instruccional de los cursos en modalidad en línea. Esto con la intención de
generar indicadores o instrumentos para el aseguramiento de la calidad y su
evaluación, que sirvan a fines intrínsecos al diseño instruccional, a la
operación de los cursos objeto del diseño y a los programas educativos en esta
modalidad, así como a fines administrativos en instituciones de educación
superior. Para lo anterior, se examinaron distintos modelos y se revisó el
contexto de los modelos oficiales de evaluación mexicanos. Por último, se
integraron recomendaciones acordes a la situación de las instituciones de
educación superior en México.
Abstract
The objective of this work is to explore the categories, criteria and
indicators necessary to evaluate the quality of the educational programs and
the instructional design of their courses on e-learning. This is, with the
intention of generating indicators and/or instruments for quality assurance
and its evaluation that serve intrinsic purposes to the instructional
design, to the operation of the courses object of the design and the
educational programs in this modality, as well as to administrative purposes
in higher education institutions. For this, different models are examined,
and the context of the official Mexican evaluation models is reviewed.
Finally, recommendations are integrated according to the situation of Higher
Education Institutions in Mexico.
Palabras claveAprendizaje electrónicodiseño instruccionalevaluación de la calidadaseguramiento de la calidadeducación superiorKeywordsE-learninginstructional designquality assessmentquality assurancehigher educationINTRODUCCIÓN
El presente trabajo intenta acercarse a las consideraciones que tomarán en cuenta al
implementar cursos o programas en modalidad en línea (no presenciales, a distancia,
virtuales, etcétera) a fin de que se cumplan los criterios de calidad adecuados. Se
examina desde la definición y caracterización de la modalidad, la identificación del
valor que cumple el diseño instruccional en el desarrollo e implementación de este
tipo de ofertas, hasta la revisión de algunos modelos que pueden servir para evaluar
la calidad de la modalidad en línea, en cuanto al programa educativo y el diseño
instruccional, a nivel curso. Esta revisión permite observar elementos recurrentes
para asegurar la calidad en el diseño de un curso en línea, tanto en su imple de
aprendizaje y desarrollo de competencias u objetivos en los estudiantes.
Se plantea que las instituciones de educación superior (IES) podrían estar en un
momento propicio para considerar el desarrollo de una oferta de programas educativos
en modalidades mixtas (semipresenciales, a distancia o en línea). Esto teniendo en
cuenta los aprendizajes generados a lo largo de más de dos décadas de crecimiento
constante de la educación superior en modalidades no escolarizadas, pero sobre todo
la experiencia generada en la enseñanza remota provocado por la covid-19 y el
escenario posterior. En la crisis sanitaria se enfrentó un reto importante de
migración de experiencias educativas hacia la virtualidad, donde se pusieron en
marcha los planes de continuidad académica (Ponce y
Espinosa, 2022), a la vez que se buscó resolver las problemáticas de
acceso tecnológico que se presentaron entre los estudiantes (INEGI, 2020; Asociación de
Internet MX, AIMX, 2021; Asociación
Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, ANUIES,
2022).
Estas experiencias permitieron ampliar las competencias digitales de los docentes y
experimentar, aunque fuera de forma incipiente, la impartición de programas en
línea. Además de las clases, pudieron solucionarse de manera remota los diferentes
trámites y procesos administrativos y de gestión necesarios para la operación de
programas educativos. Así, los estudios sobre la demanda de programas en línea
indican un incremento significativo, especialmente en el grupo de edad de 25 a 39
años. La flexibilidad de horarios se destaca como la principal razón para elegir
esta modalidad de estudio (AIMX, 2022).
Al considerar el compromiso de las IES públicas por brindar servicios educativos de
calidad, resultará importante que estas tomen en cuenta los diferentes aspectos
necesarios para asegurar y evaluar la calidad de los servicios educativos en
modalidad en línea, y definir cómo implementarlos. Darojat (2013) comparte que una preocupación sobre la posible ejecución
de mecanismos de evaluación de la calidad es que estos pueden suponer por sí mismos
un trabajo adicional demasiado demandante para los participantes. Especialmente si
ya participan en otros procedimientos similares, como las acreditaciones de
programas educativos escolarizados o acreditaciones institucionales1 -en el entendido de que estas podrán
contener algunos criterios e indicadores respecto a la modalidad en línea, mas no
los suficientes.
Las diferentes universidades públicas estatales en el país responden a
características propias. Varela-Petito
(2011), citando a Gedriaga Kuri et al. (2003), destaca que
es difícil homogenizar este tipo de instituciones debido a las diferentes
tradiciones, legislaciones, especializaciones, ubicaciones geográficas, contextos
políticos y de financiamiento. Por ello, el desarrollo de un modelo propio para una
institución específica se propicia en un ambiente donde este puede responder a
necesidades particulares, pero deberá convivir con aquellos modelos oficiales con
los que las instituciones se evalúan a sí mismas.
DE LA EDUCACIÓN A DISTANCIA AL E-LEARNING
Es importante entender el e-learning como parte de una oferta amplia
de modalidades dentro del modelo general de educación a distancia. El
e-learning comenzó con educación por correspondencia, pasando
por modos asistidos por radio y televisión, el apoyo de materiales impresos y más
tarde videos y audios en diferentes formatos. Como modelo, ha tenido un desarrollo
importante en las últimas décadas respecto al uso de tecnologías que permitieran
brindar posibilidades de comunicación sincrónica y bidireccional (audio y
videoconferencias), y una distribución y acceso a recursos educativos en formato
digital (a través de internet y plataformas educativas). Esto último es el
componente característico del e-learning, su distribución y acceso
vía electrónica a través de internet, así como la integración del manejo de
videoconferencias, espacios de interacción sincrónica y asincrónica, etcétera.
García Aretio (2020) define la educación a
distancia a partir de las siguientes características: la separación entre los
participantes (profesor y alumnos), el estudio independiente autogestionado por el
alumno, la comunicación mediada por recursos tecnológicos y el soporte de una
institución. Lo anterior coincide con la definición de Stracke et al. (2023), quienes entienden la
educación en línea como cualquier tipo de aprendizaje que 1) se lleva a cabo en
línea, 2) está diseñado con objetivos e intenciones de aprendizaje, es decir, como
la educación formal, y 3) está limitado a un tiempo, tiene una duración específica o
un inicio y hora de finalización.
CONCEPTUALIZACIÓN DEL DISEÑO INSTRUCCIONAL
El desarrollo de los cursos que forman parte de la oferta en línea suele plantearse a
partir de modelos de diseño instruccional que suponen la participación de diferentes
actores (por ejemplo, expertos en contenidos, expertos pedagógicos y expertos
tecnológicos). Chiappe (2008) indica que los
modelos de diseño instruccional más representativos circunscritos al marco de la
tecnología educativa son: el ADDIE, el ASSURE, el de Dick y Carey, entre otros que
retoman sus mismas propuestas.
Chiappe (2008) señala que: “todos estos
modelos tienen una característica en común: se centran en la organización de un
proceso de instrucción compuesto por fases, dentro de las cuales se desarrollan
actividades o conjuntos de actividades que conforman procesos más específicos,
enfocados al logro de un objetivo en particular” (p. 230). Para este y otros autores
ha sido importante distinguir al diseño instruccional como un campo donde conviven
definiciones en torno a los profesionales (oficio), sus momentos (fase) y su
implementación (proceso). Una comprensión de los referentes que subyacen en estas
definiciones permite una visión más amplia del diseño instruccional y sus
alcances.
Para Reiser (2012), el campo del diseño
instruccional abarca el análisis del aprendizaje y desempeño, así como el diseño,
desarrollo, implementación y administración de procesos y recursos instruccionales y
no instruccionales, con la intención de mejorar el aprendizaje y desempeño en una
variedad de contextos, particularmente en instituciones escolares y el lugar de
trabajo. La distinción de estos contextos genera productos y procesos diferenciados:
las instituciones escolares utilizan el diseño instruccional sobre todo para el
desarrollo de cursos o asignaturas, mientras que para el lugar de trabajo se busca
desarrollar microcursos o recursos educativos que puedan ser revisados o consumidos
en un tiempo breve.
Martínez (2009) subraya que el diseño
instruccional “es necesario en cualquier modalidad, para organizar de una manera
sistemática no solo la enseñanza sino también el aprendizaje”. Así, el diseño
instruccional de cursos sirve en contextos donde el docente o facilitador no
necesariamente elaboró el curso que imparte, cuando se utiliza un diseño preparado
de forma previa para homogenizar la experiencia de aprendizaje, su impartición y
conducción, e idealmente sus resultados.
Al observar el diseño instruccional como una actividad necesaria en el desarrollo de
proyectos de e-learning, se vuelve importante conocer cuáles son
los modelos empleados por las instituciones educativas y las características de su
implementación, así como los mecanismos a partir de los cuales se establecen las
mejores prácticas y se lleva a cabo la evaluación de los cursos producidos. “En la
educación a distancia, los diferentes modelos de diseño instruccional pretenden
clarificar, a quien recibe la instrucción, las formas de lograr el aprendizaje; y
que no sea la distancia un impedimento para lograrlo” (Martínez, 2009, p. 116). Al considerar esto último, resulta
interesante conocer cuáles son los modelos de diseño instruccional, preexistentes o
de elaboración propia, que utilizan las instituciones de educación superior en el
país.
Diversas instituciones educativas afrontan el desafío de diseñar cursos en modalidad
e-learning de formas variadas, como lo señalan McGahan et al. (2015). Las
estrategias que emplean incluyen:
1) Proporcionar apoyo a los docentes para desarrollar sus cursos.
2) Utilizar plantillas o cursos predefinidos.
3) Establecer programas de apoyo al diseño instruccional para capacitar a
los docentes.
4) Realizar esfuerzos a nivel institucional.
5) Enfocarse en el diseño de cursos desde el nivel institucional para
reducir barreras como la compensación, el tiempo, el cambio
organizacional, la experiencia, el soporte y la infraestructura
técnica.
6) Crear una infraestructura institucional donde los cursos en línea sean
un componente esencial de la misión durante la transición a programas a
distancia.
Los primeros escenarios donde se ofrece soporte a los profesores en el desarrollo de
sus cursos, pueden requerir el establecimiento de mecanismos más transparentes para
orientar y evaluar la suficiencia y calidad de los cursos de
e-learning que se diseñen.
ASEGURAMIENTO DE LA CALIDAD Y EVALUACIÓN DEL E-LEARNING
La evaluación del e-learning, al igual que de cualquier oferta de
educación a distancia, se da en un contexto donde existen percepciones negativas
(dudas sobre su calidad, seriedad, etcétera) por parte del público general,
empleadores, e incluso docentes y estudiantes dentro de las mismas instituciones
educativas, en comparación con la opinión que se tiene de la educación en formatos
convencionales (por ejemplo, cara a cara o en los campus). Algunos de los mecanismos
para fomentar la lealtad entre las IES que ofrecen educación en línea, sus
aspirantes o estudiantes y el mercado, recaen en aspectos de satisfacción al
cliente, calidad percibida, compromiso, confianza y valor percibido (Curth et al., 2019).
Al respecto, Gaskell y Mills (2014)
identifican cuatro grandes retos que socavan la credibilidad y efectividad de la
educación en línea, y giran en torno a la deficiencia en: 1) la calidad de la
docencia, el aprendizaje y los procesos de aseguramiento de la calidad; 2) los
resultados de la formación; 3) el acceso; 4) las percepciones de estudiantes,
docentes, administradores y empleadores. Mientras que los primeros tres retos son
comúnmente trabajados por las instituciones formadoras a fin de asegurar el
cumplimiento de ciertos niveles o estándares, el cuarto reto es más complejo de
atender, en especial con los empleadores. En estos, Gaskell y Mills (2014) indican que será el respaldo y renombre de la
institución formadora (y la emisión del título) lo que brindará mayor reconocimiento
a la formación obtenida en modalidad en línea.
En el contexto de la percepción de los estudiantes sobre la educación en línea se
identifican varios factores que influyen en su perspectiva; algunos de estos, aunque
no son necesariamente negativos, pueden afectar la percepción general de los
estudiantes. Por ejemplo, un estudio realizado en Nueva Jersey, Estados Unidos,
encontró que los estudiantes observan que los cursos en línea requieren una mayor
autodisciplina y voluntad de aprender de forma independiente. También se identificó
como una preocupación importante la falta de comunicación o contacto con los
docentes y compañeros; no obstante, la accesibilidad a los cursos y herramientas
básicas no parece ser un problema significativo para los estudiantes, sin perjuicio
de su raza o etnicidad.
Al respecto, es importante destacar que la necesidad de una mayor autodisciplina
puede ser un aspecto negativo cuando los estudiantes no tienen las habilidades
necesarias o la experiencia para participar en programas de educación en línea. Por
lo tanto, es posible que estos programas de licenciatura atraigan a personas de
mayor edad o con circunstancias diferentes, en lugar de jóvenes de entre 18 y 20
años.
En consonancia con lo anterior, Orozco (2014)
cita a varios autores (Hoosen y Butcher, 2012; Daniel, 2010; Jung y Latchem, 2012)
para señalar que “el asegurar la calidad de los servicios formativos contrarresta a
los detractores que ponen en duda la efectividad de servicios, organización,
resultados y efectividad de los estudios que se ofrecen en las instituciones a
través del e-learning” (p. 39). A su vez, indica que el surgimiento
de instituciones de educación que brindan servicios de baja calidad en estas
modalidades daña la imagen que puedan tener los estudiantes y el público general
respecto a la calidad, impacto o demás factores de relevancia para la valoración de
un servicio educativo.
Entender el aseguramiento de la calidad, y su posterior evaluación, implica acercarse
a definiciones sobre lo que significa la “calidad educativa”. Moreno y Sánchez (2011) consideran que este no es un concepto
aislado, “sino que como juicio de valor debe comprender la pertinencia, la
relevancia, la equidad, así como también el análisis de los recursos empleados tanto
en el cumplimiento de las metas y objetivos (eficacia), como en el uso racional y
efectivo de los mismos (eficiencia)” (p. 4). Por ello, la evaluación de la educación
en línea se ha de plantear, al igual que en modalidades convencionales, como un
mecanismo que permita verificar la calidad de la oferta en sus diferentes
variables.
Para lograrlo es importante contar con un concepto que permita entender qué definimos
como calidad en la educación en línea. Para la American Society for Training and
Development y la National Governors Association (2001), citados por Li (2009), la calidad en la educación en línea
se da con una experiencia que “provee el contenido justo en el momento indicado,
ayuda a los estudiantes a dominar el conocimiento y habilidades, de una manera que
los mantenga motivados por aprender y aplicar lo aprendido para mejorar el desempeño
individual y organizacional” (p. 39).
Por su parte, Colás et al.
(2005) señalan que:
A la evaluación e-learning desde una perspectiva pedagógica se
le han aplicado modelos provenientes de la formación presencial, reproduciendo
en mayor o menor medida modelos, enfoques, métodos de investigación y técnicas
de recogida de datos, aplicados en la educación formal. Los modelos de
evaluación de programas educativos clásicos han sido recurrentes, por tanto, a
la hora de plantear propuestas pedagógicas de evaluación de
e-learning, de ahí que con frecuencia se recurra a modelos
tales como los de Stufflebeam, Kirkpatrick, Van Slyke y otros, etcétera (p.
3).
Respecto a estos últimos, el modelo sistémico de evaluación de Van Slyke et al. (1998) contempla, para
predecir el éxito del acceso formativo de la educación en línea, las variables: 1)
características institucionales, 2) características de los destinatarios de la
formación, 3) características del curso y 4) características de la formación a
distancia. Por su parte, el modelo de los cuatro niveles de Kirkpatrick (1999) busca evaluar el impacto de la acción
formativa considerando cuatro niveles: la reacción de los participantes, el
aprendizaje conseguido, el nivel de transferencia alcanzado y, finalmente, el
impacto resultante.
En la tabla 1 se comparan las propuestas de
varios autores en torno a modelos de evaluación general de la oferta formativa en
línea. En estos se observan diferentes dimensiones y enfoques, desde puntos
administrativos hasta aquellos centrados en la experiencia del estudiante.
De los autores revisados en la tabla 1, Ortiz-López et al. (2021)
propusieron un modelo de evaluación de la calidad en e-learning
para educación superior a partir del análisis de otros modelos existentes. El
modelo, producto de su trabajo, consta de cuatro dimensiones principales, 14
subdimensiones y un total de 80 indicadores que tratan de evaluar cada factor de
calidad relevante para el e-learning; con ello buscan que sea de
utilidad tanto para las evaluaciones que se realicen a nivel institucional, como
para la autoevaluación que los profesores puedan aplicar sobre su propia práctica
docente en la modalidad.
En el contexto nacional se pueden considerar diversos mecanismos de evaluación de la
calidad de los servicios educativos. Algunos están específicamente diseñados para
modalidades mixtas o no presenciales, donde se incluye la educación en línea. Otros
tienen adaptaciones menores para observar lo que ya se ha estado haciendo en
programas o asignaturas en modalidad e-learning.
Comparativo de modelos de evaluación de oferta en línea
PHIPPS Y MERISOTIS (2000)
ZHANG Y CHENG (2012)
OSSIANNILSSON (2012)
ORTIZ-LÓPEZ ET AL. (2021)
1) Soporte institucional: implica tener un plan
tecnológico sólido, un sistema tecnológico confiable y un
soporte centralizado para la infraestructura de e-learning
1) Planeación: demanda del mercado, factibilidad,
estudiantes destinatarios, objetivos del curso y finanzas
1) Administración:
a) Planeación y desarrollo estratégicos
1) Dimensión: Calidad de la institución
• Política institucional (5 indicadores)
• Contexto institucional (4 indicadores)
• Respuesta y ayuda institucional (5
indicadores)
2) Desarrollo de cursos: incluye directrices y
estándares para el diseño y desarrollo de cursos en línea, así
como la revisión de materiales y la participación estudiantil en
el análisis y la evaluación
2) Desarrollo: diseño instruccional, diseño de
materiales del curso, diseño web del curso, flexibilidad,
interacción alumno-alumno, soporte del docente/tutor, soporte
técnico y evaluación
2) Productos:
a) Diseño curricular
b) Diseño del curso
c) Distribución o entrega del curso
2) Dimensión: Calidad docente
• Función docente (11 indicadores)
• Estrategias docentes (7 indicadores)
• Materiales y recursos docentes (7 indicadores)
• Tutoría (5 indicadores)
3) Docencia/aprendizaje: evalúa la interacción
entre profesores y estudiantes, la retroalimentación y la
calidad de los recursos en línea
4) Estructura del curso: incluye la preparación de
estudiantes, la información adicional y los procesos de envío y
calificación de trabajos
5) Soporte estudiantil: ofrece acceso a la
información, recursos y soporte técnico para estudiantes
3) Proceso: soporte técnico, uso del sitio web,
interacción de aprendizaje, evaluación del aprendizaje, apoyo al
aprendizaje y flexibilidad
3) Servicios:
a) Apoyo a los docentes
b) Apoyo a los estudiantes
3) Dimensión: Calidad del sistema de aprendizaje
o plataforma
• Funcionamiento (9 indicadores)
• Accesibilidad (6 indicadores)
6) Soporte docente: incluye respaldo técnico,
capacitación y recursos escritos para ayudar a los profesores en
la enseñanza en línea
7) Evaluación y valoración: mide la efectividad del
e-learning mediante los datos relacionados con costos,
inscripciones y la tecnología utilizada en el curso
4) Producto: satisfacción del estudiante, eficacia
de la enseñanza, eficacia del aprendizaje y sustentabilidad
4) Dimensión: Calidad de la evaluación del
programa
• Evaluación de la preparación previa del
programa (3 indicadores)
• Evaluación procesual (4 indicadores)
• Evaluación final (8 indicadores)
Fuente: elaboración propia.
Orozco (2014) realizó una revisión detallada
al respecto, organizando estos modelos de evaluación conforme a su origen:
a) Modelos oficiales de evaluación de la calidad del e-learning en México
(Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Conacyt;2 Consejo para la Acreditación de la
Educación Superior, Copaes; Comités Interinstitucionales para la
Evaluación de la Educación Superior, A. C., CIEES; Espacio Común de
Educación Superior a Distancia, Ecoesad).
b) Modelos privados de evaluación de la calidad del e-learning en
México.
c) Modelos internacionales con presencia en México (Instituto
Latinoamericano y del Caribe de Calidad en Educación Superior a
Distancia, CALED; ISO/IEC 19796; Epprobate; Southern Association of
Colleges and Schools Commission on Colleges; Procert Labs).
Los primeros modelos están enfocados en la acreditación y el seguimiento de aquellos
programas educativos que voluntariamente, como requisitos institucionales o como
mecanismos para el acceso a financiamientos federales, buscan demostrar el
cumplimiento de criterios suficientes de calidad en un entorno dependiente del
gobierno federal. En el caso de los modelos oficiales, suelen tener criterios e
indicadores que evalúan aspectos amplios de los programas educativos y que contienen
alguna sección donde se establecen indicadores asociados al uso de las tecnologías
de la información y las comunicaciones (TIC) como apoyo al programa o, directamente,
la oferta de asignaturas o etapas en modalidad en línea.
Es importante analizar este aspecto para entender cómo se ha comportado el
reconocimiento de las modalidades no tradicionales en los esquemas oficiales de
evaluación y acreditación. En la mayoría de los casos la estrategia ha sido
establecer y observar elementos complementarios en lugar de desarrollar instrumentos
nuevos o específicos. Algunas instituciones, como los CIEES y el Conacyt, han
realizado evaluaciones más exhaustivas, aunque estas aún se sitúan entre los
criterios e indicadores tradicionales y aquellos dirigidos específicamente a la
modalidad no presencial o en línea.
A su vez, es importante aclarar que Conacyt no ha publicado convocatorias o marcos de
referencia para la evaluación de programas no escolarizados desde, al menos, 2018.
Por su parte, los CIEES cuentan desde 2018 con un marco de referencia para evaluar
programas de educación superior en la modalidad a distancia. Este incluye categorías
e indicadores específicos para programas en línea, como el diseño instruccional y la
administración de cursos, el personal encargado del diseño instruccional y la
gestión de programas a distancia, la infraestructura para administrar los cursos, la
biblioteca digital y el banco de datos, entre otros (CIEES, 2018).
Otros niveles de evaluación de la calidad serían el seguimiento o cumplimiento de
estándares o normas, entendiéndose como aquellas características que debe reunir un
sistema, producto o servicio, a partir del acuerdo voluntario entre fabricantes,
consumidores, usuarios y la administración sobre los elementos que deben cubrirse en
cada uno (Asociación Española para la Calidad, AEC,
2023). Estos estándares o normas son estudiados pero poco aplicados en
México para evaluar programas educativos completos. En su lugar, son más utilizados
los modelos oficiales y otros complementarios, ya que estos, como directrices y
buenas prácticas, pueden ser adaptados y acomodados en función de las
características de la institución o el interés que se tenga en ellas, aunque al
final puedan ser atendidas de forma íntegra si se participa en una evaluación por un
ente externo, como lo hacen los CIEES.
Por otro lado, una concepción adicional es el benchmarking como
mecanismo para obtener puntos de referencia (como las buenas prácticas entre
instituciones de referencia) que se convierten en ideales a alcanzar por aquellas
que comienzan o están en una situación de calidad o cumplimiento relativamente
menor. Sam (2015) indica que el uso del
benchmarking “se centra en las mejores prácticas a través de la
autoevaluación, incluyendo la recopilación de datos e información sistemática de los
puntos de referencia predefinidos y posteriormente se formulan las hojas de ruta
para lograr estos puntos de referencia” (p. 2); sin embargo, también señala que la
elaboración de benchmarks de referencia para el
e-learning se encuentra en una etapa muy joven en comparación
con los ejercicios para otras modalidades, aunque ya existen ejercicios en Europa,
Estados Unidos y Australia.
Lo anterior permite entrever que, como indica Ossiannilsson (2012), la mayoría de los modelos de calidad o estándares
se basan en tres o seis dimensiones principales, las tres primeras subdivididas en
las seis siguientes, quedando:
d) Servicios: 1) apoyo a los docentes y 2) apoyo a los estudiantes
e) Productos: 1) diseño curricular, 2) diseño del curso, y 3)
distribución o entrega del curso
f) Administración: 1) planeación y desarrollo estratégicos.
Lo anterior no significa que los modelos sean repetitivos o hayan llegado
necesariamente a un estado de consolidación, sino que se refleja lo indicado por
Ossiannilsson et al.
(2015) en cuanto a que: “no existe un solo modelo de calidad que sea apto
para todos los contextos. Es obvio que habrá necesidades por adaptaciones culturales
y contextuales, pero ya hay un conjunto de principios para la calidad en la
educación en línea, que permitirá flexibilidad y dinamismo para integrar los cambios
con nuevas tecnologías y pedagogías” (p. 40).
EVALUACIÓN DEL DISEÑO INSTRUCCIONAL
Si se entiende el diseño instruccional como un elemento o proceso específico dentro
de la implementación de proyectos amplios de educación a distancia, asociado de
manera particular al desarrollo de los cursos y recursos que forman parte de un
programa formativo (de educación continua, de licenciatura o posgrado), se plantea
que deben existir referentes teóricos para evaluar el diseño instruccional a partir
del cumplimiento de sus objetivos, sus procedimientos o sus productos, aunque no se
descarta el uso de modelos como los referidos anteriormente.
Es útil examinar los instrumentos propuestos para evaluar la calidad de los cursos a
nivel interno (ver tabla 2). Cada modelo
destaca áreas específicas, reflejando enfoques diversos en la evaluación de la
calidad de los entornos y metodologías educativas. Aunque comparten criterios
generales con los de la tabla 1, se centran
ante todo en la calidad de los recursos, los contenidos, las interacciones y los
elementos multimedia, independientemente del contexto institucional o del programa
educativo en su conjunto (aunque se podría asumir que todos los cursos deberán
contar con el mismo nivel de calidad al evaluar su diseño instruccional).
Otras formas de evaluar la calidad de los cursos en línea es a través de los
mecanismos sugeridos por los mismos modelos de diseño instruccional utilizados. Casi
todos los modelos de diseño instruccional ya mencionados (ADDIE, ASSURE, entre
otros) incluyen dentro de sus etapas alguna en torno a la retroalimentación o
evaluación del proceso. Es fundamental identificar criterios e indicadores que guíen
y retroalimenten el diseño de cursos en línea, en especial al considerar que no
todos los participantes en el proceso de diseño necesitan estar familiarizados con
el modelo completo o tener una experiencia extensa en diseño instruccional, ni que
todas las instituciones educativas cuentan con acceso a expertos que supervisen los
procesos de manera masiva. Por lo tanto, los criterios e indicadores predefinidos
ayudan a los equipos de diseñadores instruccionales a asesorar simultáneamente el
diseño de varios cursos en línea.
Comparativo de modelos de evaluación del diseño instruccional
SANTOVEÑA (2010)
MENGUAL-ANDRÉS ET AL. (2015)
, A PARTIR DE UN INSTRUMENTO DE ARIAS
(2007)
QUALITY MATTERS (QM) RUBRIC (MCGAHAN ET AL., 2015)
a) Calidad general del entorno y de la metodología
didáctica
1) Guía didáctica
2) Metodología
1) Resumen del curso e introducción
2) Objetivos (o competencias) de aprendizaje
3) Evaluación y medición
b) Calidad técnica: recursos multimedia
3) Organización de los contenidos
4) Calidad de los contenidos
5) Recursos didácticos
6) Capacidad de motivación
4) Materiales instruccionales
5) Interacción y atractivo
c) Calidad técnica: navegación y diseño
7) Elementos multimedia
8) Estilo del lenguaje
9) Discriminación y valores
10) Singularidad del usuario
6) Tecnología del curso
7) Apoyo al estudiante
8) Accesibilidad
Fuente: elaboración propia.
Por otra parte, es importante tener en cuenta en qué momento se realiza la evaluación
de la calidad de un curso en línea. Cuando un proyecto de diseño no ha sido
acompañado por expertos desde su inicio, es posible que la evaluación tenga lugar
después de su implementación. Aunque tradicionalmente la evaluación de la calidad se
centraba en los productos finales, como los cursos y los contenidos, enfoques más
recientes se orientan hacia el proceso, es decir, desde su implementación (Bremer, 2012). Todo lo anterior es resumido por
Bremer (2012) cuando subraya que “el
aseguramiento de la calidad no toma lugar en el paso final sino que es aplicado
desde el comienzo y continuamente integrado en el proceso” (p. 25).
CONCLUSIONES
La evaluación de la calidad de los programas y cursos en línea puede realizarse desde
diferentes enfoques y niveles, al utilizar o adaptar aquellos modelos donde no solo
se evalúa el curso y su diseño, sino también el resto de las condiciones
institucionales o el impacto del curso-programa.
En el entorno nacional, un punto de partida para la evaluación de la calidad de los
cursos en línea, como parte de programas educativos completos, deberá ser el uso de
los modelos oficiales de evaluación (CIEES, Conacyt, Copaes, entre otros),
entendiendo que, aunque estos no son exhaustivos en la verificación del componente
en línea de los cursos, se preocupan por las condiciones mínimas de esta modalidad.
Estos habrán de utilizarse como parte de los mecanismos de evaluación-acreditación
por terceros, pero se sugiere que las instituciones y los responsables de los
programas educativos se preocupen por utilizar modelos más amplios y detallados en
la evaluación de estos cursos-programas en sus diferentes etapas, desde la creación
hasta su implementación, así como el cumplimiento de estándares más específicos en
algún momento.
El desarrollo de un modelo de aseguramiento y evaluación de la calidad de la
educación en línea para una institución específica puede convertirse en un
instrumento útil cuando se desarrollan proyectos relativamente nuevos en la
institución, a la vez que permiten orientar hacia mejores prácticas (como
aseguramiento de la calidad) y mecanismos ideales de verificación (como evaluación
de la calidad), tanto a nivel programa educativo, como a nivel curso.
Como paso inicial para su validación y reconocimiento será fundamental el proceso de
acreditación de los programas educativos en estas modalidades por parte de los
organismos pertinentes (CIEES o CALED); sin embargo, se tendrá que verificar que los
modelos de evaluación de esos organismos sean suficientes para establecer los
mecanismos de aseguramiento de la calidad en casos como la modalidad en línea para
cada institución, pues la transición hacia programas en línea supone
transformaciones o adecuaciones en niveles organizacionales, normativos,
tecnológicos y pedagógicos dentro de las instituciones.
El período de enseñanza remota debido a la covid-19 y el período pospandemia
provocaron en muchas instituciones una mayor integración de modalidades presenciales
con el apoyo de las TIC, además de explorar o ampliar su oferta en línea, así como
la combinación de asignaturas presenciales, semipresenciales y en línea dentro de la
carga de trabajo de los estudiantes, por lo tanto la diversificación en la modalidad
de enseñanza requiere ajustes específicos en términos de evaluación, no solo en su
documentación, sino también en el establecimiento de parámetros de calidad
intermedios.
Por ejemplo, los programas que ofrecen una combinación significativa de modalidades
presenciales, semipresenciales y en línea, deben diseñar criterios de evaluación que
consideren las particularidades tanto de las experiencias presenciales (síncronas)
como de las no presenciales (síncronas o asíncronas). Esto implica valorar la
calidad de la enseñanza en el aula y el trabajo en laboratorios y talleres, junto
con la efectividad en la conducción y seguimiento en entornos digitales, la calidad
de los recursos didácticos y la pertinencia de la combinación de modalidades tanto a
nivel programático como en cursos específicos dentro del programa educativo.
La ausencia de mecanismos como este, a través de modelos de aseguramiento y
evaluación de la calidad de la educación en línea, puede poner en riesgo el éxito de
las iniciativas de diversificación de modalidades, ralentizarlas o comprometer la
calidad del programa educativo en áreas clave como el aprendizaje y desarrollo de
competencias, la retención y graduación, la pertinencia y la eficiencia, entre otros
aspectos.
Ante la variedad de enfoques y aproximaciones al fenómeno a observar, lo más adecuado
es elaborar un modelo propio que alcance a identificar:
a) El contexto institucional amplio (rectoría y coordinaciones). Tanto en
las condiciones de infraestructura, de normatividad y de preparación
organizacional, como de las políticas que institucionalmente se
promuevan hacia la diversificación de modalidades.
b) El contexto de cada unidad académica (escuela, facultad o instituto)
donde un programa educativo o conjunto de asignaturas opere en modalidad
en línea. Esto, observando dimensiones tecnológicas, educativas y
organizacionales, conforme a lo planteado por Gaona et al. (2014).
c) El contexto del programa educativo o conjunto de asignaturas que opere
en modalidad en línea, en relación con los modelos oficiales de
evaluación en que el programa educativo se acredite a sí mismo (CIEES,
Copaes, etcétera).
d) El contexto de cada asignatura que opere en la modalidad
e-learning. Aquí puede crearse una versión propia a
partir de alguno de los modelos existentes: Quality Matters (QM) Rubric
(McGahan et al.,
2015), el presentado por Mengual-Andrés et al. (2015), el de Phipps y Merisotis (2000), entre
otros.
Finalmente, en este modelo propio se deberían establecer los puntos de referencia
necesarios para guiar la implementación de un curso o programa educativo y la
estrategia institucional en este tipo de modalidades, para orientar el arranque de
estas iniciativas y señalar indicadores mínimos de calidad y aquellos que también
son los ideales a alcanzar. Es decir, debería convertirse en un mecanismo para el
aseguramiento de la calidad y no solo para evaluarla ante la presentación de
informes internos o externos. Estos últimos puntos de referencia son, quizá, propios
de un análisis posterior.
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Por parte de instituciones como: el Consejo para la Acreditación de la Educación
Superior (COPAES), el Centro Interamericano de Estudios de Seguridad Social
(CIESS) o el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías
(Conahcyt).
Ahora Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt).
CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO
Perezchica Vega, J. E.; Sepúlveda Rodríguez, J. A. y Parra Encinas, K. L. (2024).
Aseguramiento de la calidad y evaluación de programas y cursos en línea.
Apertura, 16(1), 176-191. http://doi.org/10.32870/Ap.v16n1.2472
Apertura vol. 16, núm. 2, octubre de 2024 - marzo de 2025, es una revista científica especializada en innovación educativa en ambientes virtuales que se publica de manera semestral por la Universidad de Guadalajara, a través de la Coordinación de Recursos Informativos del Sistema de Universidad Virtual. Oficinas en Av. La Paz 2453, colonia Arcos Sur, CP 44140, Guadalajara, Jalisco, México. Tel.: 3268-8888, ext. 18775, www.udgvirtual.udg.mx/apertura, apertura@udgvirtual.udg.mx. Editor responsable: Dr. Rafael Morales Gamboa. Número de la Reserva de Derechos al Uso Exclusivo del Título de la versión electrónica: 04-2009-080712102200-203, e-ISSN: 2007-1094; número de la Reserva de Derechos al Uso Exclusivo del Título de la versión impresa: 04-2009-121512273300-102, ISSN: 1665-6180, otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Número de Licitud de Título: 13449 y número de Licitud de contenido: 11022 de la versión impresa, ambos otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Responsable de la última actualización de este número: Sergio Alberto Mendoza Hernández. Fecha de última actualización: 25 de septiembre de 2024.